Hace poco se han cumplido 3 años de la muerte de Terenci Moix. Tengo que reconocer que con Terenci Moix me entra esa vergüenza rarita, que te hace sentir estúpida cuando piensas en algún famoso porque no te queda más remedio que decir
"¡Es que me cae muy bien!". ¿Cómo te puede caer bien alguien a quien realmente no conoces en persona, a quien sólo conoces por lo que ha escrito o por lo que ha dicho en la tele? Teniendo en cuenta, además, que sus libros tampoco me entusiasman... Bueno, pues no lo sé: será irracional, pero me cae bien. Y esa misma irracionalidad me lleva a seguir usando el presente. Aunque hayan pasado 3 años.
Por si fuera poco, tengo que añadir que a Terenci le debo un favor muy grande: hace poco también se han cumplido 3 años desde que dejé de fumar. Terenci murió el 2 de Abril de 2003; yo dejé de fumar el día 7 de Mayo de 2003.
Me enteré de su muerte en el despacho. Normalmente, a la hora de comer, me enchufo el periódico
on-line y le echo un ojo (así luego, de noche, en casita y en papel, leo ya tranquilamente lo que me ha llamado la atención). Bueno, no sabía nada, fue conectarme y leer la noticia en primera plana. No sé el tiempo que pasé leyendo (o simplemente mirando) el artículo. Ya lo he dicho: me cae bien. No podía creerme esa muerte.
En estas cosas contemplativas, colgada de la pantalla, entró una compañera y le solté:
"Se ha muerto Terenci Moix...",
"¡Anda, pobre! ¿De qué?"... y no sé por qué le contesté esto:
"De tabaco..."Bueno, sí sé porque le contesté eso. Terenci era de los míos: 3 paquetes diarios de Ducados. En el año 2000 le diagnosticaron un enfisema y dejó de fumar. En esa época escribió
este artículo, que narra la cruda realidad de un adicto al tabaco como pocas veces la he leído. Hay un par de párrafos que me gustaría destacar:
[..] Con mi enfisema debidamente diagnosticado, continué consumiendo el veneno y reduciendo mi calidad de vida al mínimo, por no decir a la nada absoluta. Nunca faltaron excusas. ¿Cómo iba a escribir una sola página sin mis aliados, los cigarrillos? Pero los Ducados no me han convertido en Joyce. ¿Cómo hacer el amor sin aspirar, después, una calada, como hacían las heroínas de la nouvelle vague? Pero no se me presentó la oportunidad, porque gracias al tabaquismo entré directamente en la impotencia sexual, con el consiguiente deterioro de mis relaciones de pareja.
[..] La adicción es la trampa mortal. Y lo es en un grado que no he conocido en cosa alguna. Como mucha gente de mi generación -los blessed sixties-, yo fumé hierba en cantidades adecuadas, le di a los hongos, al peyote y un poquito al LSD. En resumen, cosas ideales para escuchar a Ravi Shankar y comer membrillo. ¿Por qué olvidé la hierba y todo lo demás -Ravi Shankar incluido-, y en cambio los Ducados han permanecido a mi lado, año tras año, día a día, minuto a minuto? ¿De qué poderosa materia estaban hechos esos diablillos como para irme convenciendo de que eran amiguetes cuando, de hecho, eran mojones en mi camino hacia el desastre? Son más poderosos que cualquier droga, pues mientras me convertían en adicto, en obseso, en esclavo, me hacían creer que me estaban ayudando. Pero ¿a qué? [..]
Esto lo escribió Terenci en Junio de 2000. Pero volvió a fumar. Cuando murió en Abril de 2003, si tengo que hacer caso a otro que también me cae bien, Manolo Vázquez Montalbán,
lo hizo pidiendo un pitillo.
Yo llegué a fumar 3 paquetes de Ducados al día. Mientras estaba embarazada reduje la dosis a 6 ó 7 pitillos BN diarios, pero seguí fumando. Tanto es así, que cuando acabó el embarazo y dejé de darle el pecho a mi hija y ya, en definitiva, sentía que si fumaba sólo me agredía a mí, volví más o menos a la rutina habitual (bueno, algo más leve: 2 paquetes de BN al día). Con el agravante de hacer el imbécil integral: a mis 33 años, volvía a fumar a escondidas de mi madre, como cuando tenía 16. ¿Puede haber una imagen más patética?
En resumen: ni el embarazo, ni el ridículo que hacía luego fumando a escondidas de mi madre, consiguieron que dejara de fumar. Hasta que murió Terenci Moix.
Más de una persona me ha puesto a caer de un burro por no dejar de fumar ni por mi hija ni por mi madre, pero sí por Terenci. Pero ni mi hija ni mi madre han hecho por mí lo que él hizo: escribir ese artículo,
Yo fui esclavo del tabaco, y luego recaer y morir fumando.
Porque eso fue lo que realmente me provocó pánico y me hizo tomar la decisión en serio. ¿Cómo es posible escribir un artículo tan lúcido sobre el tabaco y lo que supone ser adicto a él y... recaer después? Simple y llanamente: porque estamos hablando de un droga dura, legal y que la sociedad permite.
Habrá quien me llame de todo... yo misma me hubiera calificado de
maripili gilipollas (como poco) hace unos años. Pero ahora que he pasado el mono, y llevo 3 años sin fumar, aún hay veces que me descubro olisqueando nerviosa cuando alguien pasa fumando a mi lado. Aún hay días que me despierto sabiendo que he soñado que fumaba. Aún hay días que tengo ideas confusas mientras pitillitos con alas vuelan alrededor de mi cabeza. Tengo todos los síntomas: soy una ex-adicta a una droga. Con el agravante de que los ex-adictos a otras drogas tienen fácil evitar ciertas condiciones que los puedan llevar al reenganche: los consumidores no lo suelen "hacer" a tu lado en la cafetería, en la parada del autobús, en cualquier calle... ni te echan chiringazos del chute en todos los morros mientras hablan contigo, ni te pringan la ropa con aromas de jaco cuando te pasas un ratito con ellos en un sitio cerrado. Ni te llaman histérica cuando te quejas si se produce una de las situaciones anteriormente descritas. Por no hablar de la diferencia entre tener que ir a un poblado en las afueras a pillar (evitando que te rajen por el camino para robarte las pelas) o ir al estanco de la esquina: acceso fácil, legal y barato a la substancia tóxica, contando con la bendición de la hacienda pública y el estado del bienestar. Que digo yo que por qué unas sí y otras no. Si al Estado no le importa negociar con tabaco, no sé por qué es hipócrita con las otras y deja desatendidos a los otros adictos... aunque eso supongo que daría para otra entrada. En esta simplemente reivindico, querido lector, que dejes de leer con esa carita de condescendencia cuando te digo que soy una ex-adicta y tú, sobre todo si eres fumador, piensas que soy una
maripili gilipollas, pelín histérica y creída, por añadidura...
Pero me desvío del tema inicial. Esta entrada pretende ser un pequeño homenaje. Terenci, cariño, creo que me caes bien porque básicamente eres una persona honesta, hasta el límite de mostrar impúdicamente tanto tus virtudes como tus miserias, llamando siempre a las cosas por su nombre. Gracias. Procuraré no dejarte quedar mal.