domingo, 21 de diciembre de 2008

Vacaciones

Es posible que esté una temporada sin pasar por aquí. Pero volveré.






Gracias...


viernes, 19 de diciembre de 2008

44


Cuando era pequeña, la medida de lo lejos que veía la llegada del año 2000 era que, cuando llegara ese año, yo cumpliría 36. Ya ves, el año 2000 estaba casi tan lejos como Arturo... yo con 36 años, qué tontería... Pues he llegado a Arturo y vuelvo de regreso. O mejor, he pasado de largo y sigo hacia la estrella polar, ¿por qué habría de detenerme ahora?

Cuarenta y cuatro años. He buscado mi número de este año en la wikipedia y lo que más ilusión me ha hecho es que sea un número feliz. Os cuento: si eleváis al cuadrado sus dígitos y sumáis las cantidades obtenidas, 42+42=32, y ahora repetís el proceso con el resultado, 32+22=13, y seguís, 12+32=10, y otra vez, 12+02=1... ¡Ya está, podemos parar! hemos llegado al 1 y el 44 es un número feliz. Yo ya me conformaba con que tenga una bonita factorización en primos, que podemos maquillar y reescribir como 22+111... de eso me di cuenta anoche, mientras fregaba los platos de la cena.

Pero hay algo que me hace más ilusión que todo eso. María ha cumplido en octubre 11 años. Se lo hice notar,

-"El año que viene será muy chulo, porque tú tendrás 11 años y yo 44... "
-"¿Y qué?"
-"Pues que voy a ser tú 4 veces... voy a ser tu múltipla... "
-"¿Mi quéeee?"
-"Verás, mujer, si multiplicas 11 y 4 te da 44. Y, al revés, si divides 44 entre 11, da 4 y no sobra. El 11 es un divisor de 44, o el 44 es un múltiplo del 11... "

Puso cara de entenderme y me soltó:
-"¡Ah! Entonces ¿cuándo yo tenga 20 tú tendrás 80?"

Me eché a reír, le expliqué por qué me reía (y por qué quería hablar con su profe de matemáticas) y échamos cuentas de cuántas veces he sido o seré de nuevo su múltipla. Sólo lo había sido antes una vez, en el lapso de tiempo entre su cumpleaños y el mío: cuando cumplió 4, yo aún tenía 36 (sólo duró mes y medio). Y cuando cumpla 33, yo tendré 66. Y nunca más seré su múltipla.

De esto me acordé ayer, al volver a casa. Había un coche aparcado frente al portal con matrícula 2288, creo. Lo que no le he dicho aún a María -espero que lo descubra ella- es que nuestros onces siempre irán de la mano: sus 11 y mis 44, sus 22 y mis 55, sus 33 y mis 66, sus 44 y mis 77... No pude evitar pensar que si ella, o su padre, o yo misma... con que alguno de nosotros hubiera tenido algo más de puntería, estaría echando cuentas con potencias de 2: con el 32, con el 64, con el 128... vale, no me mires así; que soy informática, diantres...

Y gracias por lo que dijiste el otro día. Hacía tiempo que nadie me echaba un piropo tan bonito. Sí, supongo que amo los números. No puedo evitarlo. Sobre todo a los enteros y a PI...

Por cierto, la entrada es una excusa para recordar que es mi cumpleaños y poder agradecer de antemano las felicitaciones :)

Actualización: María me ha regalado un Wall-E y la peli de Wall-E :D ¡¡Yepaaaaaaaaaaaa!! XDDD
Actualización: y una amiga ha tenido este detalle ¡¡gracias!! :D
Actualización: Es que acabo de recordarlo :)

miércoles, 17 de diciembre de 2008

My Sharona

Dice mi calendario que le quedan... 33 días de presi.

Dicen los que le conocen que le gusta My Sharona.
Pues hoy he llegado cantándome encima My Sharona y me he encontrado esto, además. Será el destino...



El gif me lo encontré en Escolar y él se lo encontró en Boing, boing, donde hay más versiones del zapatazo.




lunes, 15 de diciembre de 2008

Las llaves del sótano


Pasaba del baño hacia la cocina, cuando me llamó desde la puerta de su cuarto. No recuerdo de qué quería hablarme. No le estaba haciendo mucho caso porque, nada más acomodarme en el marco de la puerta para hablar, me había perdido mirando a la maleta que estaba a medio hacer sobre su cama. Ya me había fijado, unos días antes, en que la maleta estaba en la esquina, junto a la ventana, en lugar de estar en su sitio habitual, el hueco libre bajo el armario. Intuía lo que significaba y por eso se me iban hacia ella los ojos, como queriendo encontrar signos que corroboraran lo que estaba pensando.

Aunque el gesto seguramente fue demasiado directo y poco disimulado, porque en cuanto se dió cuenta se calló, miró también hacia la maleta y dijo algo así como "... vaya, sí; de eso tenemos que hablar."

Lo esperaba; así que no dije nada, sólo le miré y asentí levemente con la cabeza.

-"Es posible que me vaya en unos días... "- me dijo sonriendo levemente, por cortesía.
-"Estará bien si eso es lo que necesitas, y estará mejor si tú estás mejor así... "- y me resultó extraño darme cuenta, pero lo estaba diciendo en serio. -"¿Será pronto, verdad?"
-"No lo sé"- también me resultó extraño darme cuenta de que respondía completamente en serio -"Puede ser muy rápido, y entonces no sé si me quedaré, o puede ser lento, y entonces no podré adelantarte lo que ocurrirá hasta que ocurra... "

Sabía de qué hablaba. No era la primera vez que le había visto hacer la maleta. Y deshacerla. El trato había sido que podría disponer del cuarto hasta que me hiciera falta a mí, o hasta que encontrara algo mejor, más estable.

Miré hacia el interior del cuarto. No era muy grande, pero era cómodo, o eso me parecía. Había pocos muebles, pero cómodos. La ventana dejaba pasar bastante luz. Y no era muy ruidoso, salvo a la hora de las comidas, en la que subía por el patio todo el ritual de comida recién hecha o elaborándose (huevos batiéndose en un plato, carne chirriando en una sartén, ollas a presión dejando escapar su silbido... ), de gritos llamando a la mesa o recordando que hay que lavarse las manos, distintas radios emitiendo distintos informativos, como compitiendo por mostrar todo el espectro del dial... pero a esa hora no solía haber nadie en casa. Y las cenas, curiosamente, eran mucho más silenciosas. El silencio de un bocadillo, quizá, o de la sopa de fideos de sobre.

Miré el interior del cuarto y lo imaginé vacío. O decorado de otra forma. ¿Ocupado por otra persona? ¿Y si lo dejo libre para poder montar bien mi taller de casas de muñecas?

¿Lo quería vacío? Volví a mirar. Posiblemente lo cerraría una temporada, por detener cierto comportamiento rutinario. Esperaría una temporada, antes de pensar si lo alquilaría a otra persona o si lo dejaría así para usarlo yo.

Realmente, no me hacía falta el dinero del alquiler. Tenía que pensar, sin embargo, si necesitaba no sentirme sola en aquella casa, si era de mi tamaño o si necesitaba compartir las paredes con alguien. Si necesitaba compartir las paredes con alguien, con alguien que sí quisiera tener las llaves del sótano y no necesitara sólo las del portal...

viernes, 12 de diciembre de 2008

¿Un qué... ?


Por la mañana, camino del cole, mientras descubres que se puede andar dormida... (o durmiendo, que es peor):

-"Mamá, hacemos el tren chu-chu, ¿vale?"
-"Hmmm... "
-"Yo me pongo delante, tú atrás, y vamos chu-chu... "
-"Hmmmmmm... "
-"... y yo tendría un tubo que me sale de la cabeza y... "
-"... entonces serías un snorkel... "
-"¿Un qué... ?"
-"Un snorkel... "






miércoles, 10 de diciembre de 2008

El día de autos de Efe Eme


La revista Efe Eme está de cumpleaños y regala discos para celebrarlo. El de mañana es de lujo, una grabación que recoge rarezas y versiones de Doctor Divago, diez canciones en total (y a mí, personalmente, la selección me encanta). Podéis leer el artículo que dedican al grupo y el comentario sobre el disco en

http://www.efeeme. com/revista/ revista_ficha. aspx?id=3115&ids=2

Y de parte de Manolo Bertrán, compositor, cantante y guitarra de Doctor Divago: "Por favor, descarguen y divulguen. Ustedes tienen una misión. Las gracias se las llevan puestas".




Intolerancia



No parece por consiguiente aceptable que los españoles lleven la intolerancia en "la masa de la sangre". Es una afirmación inexacta que retrotrae la cuestión a un supuesto previo y anterior. ¿Existe realmente esa intolerancia? Yo creo que sí, que existe, pero que es intolerancia de gente que, como hemos visto, no son de suyo intolerantes. En mi opinión, la intolerancia española procede del pesimismo moral de los españoles respecto de los españoles. Lo primero que se dice a una adolescente española cuando sale con amigos o compañeros es "tú no te fíes". Al muchacho que va a estudiar a la capital le aconsejan que "no se fíe de nadie" y en el lenguaje familiar se le dice a veces, a mi juicio con exageración, "tú no te fíes ni de tu padre".

La desconfianza moral es correlativa a una inseguridad casi absoluta. A veces el español se descuida y le quitan la novia, le birlan el empleo o coge una pulmonía, y se dice fue un descuido, que olvidó el sabio consejo de validez permanente de "tú no te fíes ni de tu padre". La fuerza de esta desconfianza moral lleva, inexorablemente, al dogmatismo intolerante. Poco a poco, gracias a esta peculiar educación sentimental, se desconfía de todo aquel que no pertenece a la capilla, que no está en el grupo cerradísimo de personas que por necesidad han de confiar los unos en los otros.


La intolerancia de los españoles, Enrique Tierno Galván.



Cuando ejercías ayer de Pepito Grillo, acabé pensando que buena parte de eso que me echas en cara podría ser debida a mi educación, al tantas veces repetido "¡Cómo puedo tener una hija lista tan tonta!" o al no menos convocado "Si es que se te comerán hasta el hígado de fácil que pones que se aprovechen de ti... ". Y pensé en este artículo de Tierno Galván que publicaron este fin de semana en El País. De él saqué el párrafo, porque puede que ese sea mi problema.

No estoy diciendo que tú seas una persona más confiada. Sólo que tu desconfianza tiene otra forma de manifestarse; posiblemente, una forma más inteligente, aguda y eficaz de manifestarse. Mi desconfianza se parece demasiado a la de una niña que teme que le quiten algo y no encuentra mejor forma de defenderlo que esconderlo en el bolsillo más secreto de su mochila y poner mala cara y gruñir a todo el que mira (y si se le ocurre tocarla, ni te cuento) hacia esa mochila, sepa o no sepa que guarda un secreto, esté o no interesado en quitarme ese algo... Tengo pocos recursos.

Pero es que no me hace falta que me lo digas. Ya lo sé. Y, de hecho, si soy yo la que me lo digo me acusas de autofustigarme. Te lo dije ayer: de nada me sirve el médico que me dice que tengo gripe (seguramente ya lo sabía, cuando fui a la consulta), si no me da un tratamiento eficaz y práctico para quitarme la gripe de encima.

Necesito eso. Una forma de vacunarme. Y, si fuera tarde para la vacuna, una forma de curarme. Algún tipo de pauta que me obligue a parar y pensar. Que no, que he dicho que me obligue. Tus recomendaciones y buenos deseos no me obligan a nada.

Los míos, menos aún, por lo que se ve...

martes, 9 de diciembre de 2008

Si alguna vez me siento derrotado, renuncio a ver el sol cada mañana...


No sé si es la navidad que no cesa o el solsticio de invierno derrocado o que ya se acerca mi cumpleaños, pero a una se le meten últimamente grumos de morriña por las mañanas, garganta abajo, mientras va camino del cole con miniyo.

Y no sé en qué iba perdida hoy, pero me sorprendí canturreando esta canción...





... que ya me vale. Pandilla de progres irredentos, caramba...

Y recordé la vez que más me entró, escarbando hondo acá en lo blando. Hace muchos años, aún existía Superette en Valencia. Y estaba yo escogiendo patatas de una montaña de bolsas de dos kilos... y me quedé parada y llorando porque empezó a sonar por el hilo musical. Claro que tenía 22 años, la cabeza llena de ideas, la mochila vacía de cosas y el estómago lleno de mariposas...

Hoy me he quedado pensando que igual hay más de una Yolanda alegrando este mundo por culpa de esta canción. Pandilla de progres irredentos... qué diantres, a mucha honra.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Feliz Navidad





Confío en que algún día comprenderemos y aprenderemos...

(Visto en menéame)


martes, 2 de diciembre de 2008

Para la hija de Fernando


Admiro a tu padre.

Le veo todo serio en las fotos. No se parece a Indiana Jones, ¿verdad? Ni falta que hace, cariño. Verás, los héroes de verdad, los que yo admiro, no salen en las pelis.

No provocan grandes explosiones, ni conducen como locos, ni se ligan a chicas explosivas, ni llevan látigos, ni disparan pistolas, ni tienen un guionista a mano que les escriba frases ocurrentes para dejar al malo con un palmo de narices...

Los héroes de verdad, madrugan, trabajan, arrugan la frente cuando llegan las facturas... dejan a sus hijos en el cole con la sensación agridulce de que pasan poco tiempo jugando con ellos, pero que qué harían si no estuviera el cole. Y, sobre todo, pelean por sus derechos, por sus ideas, para que no les impongan cosas que se han hecho mal "de siempre", pero "son la costumbre".

Los héroes de verdad, lloran. Sobre todo, cuando ven que utilizan a las personas que más quieren para hacerles daño, para intentar coaccionarles.

Y los héroes de verdad, no hacen ningún ruido, pero obtienen pequeños resultados, poco a poco. Tu padre no ha insultado a nadie. Ha tenido la paciencia de no insultar, de ejercer sus derechos en silencio pero de forma efectiva. El resultado es que tu padre, a mí y a otra gente que le admiramos, nos ha dado una gran alegría. Y el resultado triste es que la gente que supuestamente predica el amor al prójimo y el respeto entre personas, como sabe que no le asiste ni el derecho ni la razón, no han encontrado una salida más triste que insultarle a él y, lo que es peor, insultarte a ti.

Mi hija y yo queremos mandarte un beso muy grande por cada insulto que recibas en el cole. Y, si nos haces el favor, acuérdate de darle un beso grande a tu papá de nuestra parte, cada día, cuando vaya a buscarte al cole ¿lo harás?

Gracias.

Y ya para acabar. Hace tiempo leí esta frase: La verdadera libertad no consiste en poder decir lo que se piensa, sino en poder pensar lo que se dice. Es de Antonio Machado, un poeta que tuvo que irse de España por las cosas que pensaba. Dile a tu papá que cuando supe lo que había pasado, me acordé de esta frase... él piensa antes de decir. Los que os insultan, dicen sin pensar. Igual bastante desgracia tienen con eso y hay que compadecerlos.

El padre que logró la retirada de los crucifijos de las aulas en el colegio público Macías Picavea, de Valladolid,
denuncia que su hija está siendo víctima de acoso en el centro.

Solidaridad con Fernando Pastor (Por el laicismo en la escuela)


viernes, 28 de noviembre de 2008

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Amores perros (y 5)


Cachorros. Hoy he estado rodeada de cachorros; cachorros de muy distintos tamaños y de muy distintas edades. Los había de 14 meses, de 11 años, de 5 años, de 3 meses, de 14 años... Iban en cochecito, en silla o andando. Los había increíblemente pequeños, los había más altos que yo, los había que apenas sabían hacer otra cosa que lloriquear y los había que apenas sabían hacer otra cosa que sonreír de forma maravillosa. Los había habladores, los había callados, los había con gafitas y carita de pena, los había con ojazos increíbles... Mi propio cachorro estaba preciosa, pero con la voz engolada y algo de fiebre. La cola de la pediatra es un universo regalado, veinte minutos de espera, miradas, chistes, risas y charlas tontas. Una terapia para los malos rollos.

Cachorros. No hay nada tan mágico como un cachorro de hombre y un cachorro de perro jugando juntos. Ni hay nada que nos devuelva tanto a la magia de nuestra propia infancia como jugar con un cachorro. Si recuerdo con tanto cariño a Roni, supongo que fue por el ratito de cachorrez que compartimos juntas, jugando cada una a su propio juego, pero juntas, en el terrado de casa...

No pude jugar con Pepa cuando era cachorra.

Pepa llegó la tarde de un día de Navidad. Al verla pensé que era la perra más triste del mundo. Sus ojitos estaban llenos de miedo. Tenía ya diez meses y era la perra más triste que había visto nunca y la quise en cuanto la vi. Tan triste que no me podía creer que hubiera salido de la misma camada que Moncho... Moncho, ese sí fue mi cachorro, mi precioso cachorro juguetón. Mi precioso cachorro, atropellado por un coche que ni siquiera paró. Habíamos reservado coche cama en el tren para poder ir con el perro de vacaciones. Cuando subimos al expreso en Madrid empezamos a llorar. Cuando llegamos a Fene y nos dijeron que una hermana suya buscaba casa, ni lo pensé. Y así entró Pepa en mi vida en la tarde de un día de Navidad. Mi perra estaba triste, muy triste.

Tan triste, que en apenas cuatro días había perdido más de un kilo; y os estoy hablando de una perrita Yorkshire terrier de 3 kilos y medio. Creí que se moría, creí que me moría con ella. Nunca he paseado tanto como aquellas navidades; pero es que sólo la veía contenta cuando agarraba la traílla para bajar a la calle. Entonces sí parecía una perra feliz, girando y girando sobre sí misma y mirando feliz a la correa, moviendo el rabo. Y no podíamos parar: si se me ocurría parar a descansar o a charlar con alguien, lloraba. Había que andar, andar, andar...

Estoy segura de que si no murió fue por mi madre y la santa paciencia de mi madre. Cuando todos desesperábamos de darle de comer, acudió ella. Esperaba a que todos nos hubiéramos ido a la cama y entonces empezaba pacientemente la faena de intentar alimentarle. El pienso que le habíamos comprado tenía forma de anillitos; cuando le metíamos una rosquillita de esas en la boca, la escupía. Fue mi madre quien tuvo la idea de meter un trocito de jamón en el hueco y consiguió engañarla y que comenzara a comer algo.

Creo que fue allá por febrero cuando definitivamente nos aceptó. Perdió la tristeza de la mirada (o dejó de ser lo más llamativo, o empezaron a brillarle los ojos... pero algo cambió para mejor, para dejarnos ver que nos quería) y comenzó a jugar. Nunca perdió su manía por salir a la calle con correa (si no, no le gustaba) y de andar, andar, andar sin parar y desesperándose cada vez que yo interrumpía el paseo. Odiaba andar por la hierba, era como si le quemara los pies, pero adoraba correr por la arena de la playa. Y nadar en el mar.

Cuando crió y nos quedamos con un cachorro, Moncho -de nuevo, intentando recordar al anterior- me topé con una señora muy seria que me miraba con una cara más seria aún por obligarle a convivir con aquel cachorro que nunca dejó de ser un cachorro. Una señora que cuidaba la casa, ladrando con toda su alma a cualquiera que osara asomarse a la puerta, aunque luego el mayor peligro solía ser que se le meara en el pie en cuanto se agachaban a acariciarla (y de la misma alegría se orinaba encima.) En mi casa siempre había una fregona y un cubo preparados.

Moncho murió en circunstacias parecidas a las de su tío, el Moncho original. Creíamos que Pepa se pondría muy triste pero fue como una liberación para ella. A veces he pensado que le amargué la vida obligándole a convivir con su cachorro toda la vida... igual esas miradas que me echaba venían a decir "Pero este... ¿no tendría que haber salido del nido ya?". Empezó a jugar con María (nunca antes le había hecho caso), volvió a jugar con la pelota, volvió a hacer monerías...

Pero ya era vieja. Tenía trece años. Al año o así, empezó a desorientarse mucho. Y apenas podía retener ni las heces ni la orina. De noche, se despertaba e intentaba ir hacia la puerta de la calle, pero la pobre acababa en cualquier otro rincón de la casa y allí la encontrábamos, por la mañana, con cara de pena que se transformaba en sorpresa cuando no le échabamos la reprimenda que esperaba por haber hecho sus cosas en medio de mi habitación o de la sala (dependiendo de en qué esquina del pasillo había perdido el rumbo).

Se puso cada vez peor. Y parece que peor y peor, en cuanto comenzaron las visitas al veterinario. Le encontró no sé qué en el riñón y la medicó... y eso le afectó al hígado. Su última semana fue espantosa. No comía ni bebía; estaba en su camita, mirando sin ver, con la lengua de fuera, muy hinchada. Le acercaba agua, le acercaba comida y ni la miraba. Un día, a la desesperada, le empecé a dar leche con una jeringuilla, intentando que no se deshidratara, que recibiera algo de alimento... la pobre acabó orinándose encima, perdiendo mucho más líquido del que pude intentar darle. Al día siguiente fue al veterinario y le inyectó suero. Volvió a pasar lo mismo.

Cada día la miraba antes de salir de casa por la mañana. Y miraba a mi marido, a ver si caía en la cuenta. Sabía qué teníamos que hacer, pero yo no me atrevía. Era una pequeña cobardica que esperaba llegar un día a casa y ver la cesta vacía y no tener que preguntar nada. Él parecía no caer en la cuenta... hasta que un día, de repente, a mitad de la tarde me dijo "Dale un beso a Pepa, me la llevo al veterinario..."

Y así nos despedimos mi Pepa y yo. La perra más triste del mundo, la perra más tranquila del mundo, la perra más cariñosa del mundo...

domingo, 23 de noviembre de 2008

Cosas para las que nadie te ha preparado


Deprisa, deprisa... había que cruzar todo Castellón, que María tenía un partido de balonmano y había que estar a las doce menos cuarto en la otra punta de la ciudad... Íbamos ya por la calle Herrero con la lengua de fuera y hubo que pararse en un semáforo...


- Mamá, en el cole estuvimos escuchando la quinta sinfonía de Beethoven...
- La la la fa...
- ¡Esa! Y fue muy raro porque nos esperábamos música tranquila, pero era todo el rato de estar saltando en la silla y como dando muchos golpes al piano...
- María, que Beethoven será cualquier cosa menos tranquilo, hija... pues no mete caña ni nah (¡tiembla Toni Iommi... !)
- Pues sí, eso nos dijo la profe, que era como los rockeros de ahora (será como los de antes, pensé yo ahí)... y además nos pusieron la que tengo que tocar a veces en la flauta...
- ¿La novena?
- Sí, y era muy chula...
- Pues imagina, estaba todo sordo el pobre, cuando la compuso...
- Ya lo sé, que nos pusieron un trocito de "Copying Beethoven" y salía la chica que le ayudaba...
- ¿Síiiii?
- Sí, salía metida en un agujero entre él y la orquesta, y le iba diciendo cómo iba... Y ¿sabes? en aquella época la gente iba con tomates y botellas y cosas para tirarle al músico si no les gustaba lo que había compuesto...
- ¿Yyyyyyy?
- Pues que como no oía, al acabar notaba como un ruido raro y se pensaba que le iban a tirar cosas y se puso triste, pero la chica le dijo "¡Date la vuelta! ¡¡qué les ha gustado mucho!!" y se dio la vuelta y todo el mundo aplaudía mucho... dice la profe que esa sinfonía fue la caña en su época... ¡Jo, qué gente! ¿no? El pobre va a tocarles lo último que ha compuesto y aquellos dispuestos a tirarle de todo, qué brutos...



Y aquí la conversación empezó a decaer, porque una servidora empezó a hacer comparaciones odiosas con triunfitos y otras huestes diabólicas. Y, además, estábamos ya en la calle de conservatorio, eran las once y media y nos podíamos permitir empezar a andar algo más despacio, llegábamos de sobra al partido...





viernes, 21 de noviembre de 2008

"Es para los niños..."


No es que me haya dado por emular a mi tocaya, la poetisa, no.

Veréis: íbamos hacia el cole María y una servidora y va mi nimiyo y me farfulla no_sé_qué de Gor*ti (luego descifré que era Gormiti) y se me queda la neurona medio inquieta y le pido que me repita... "Que llevo un gormiti para Alex el hermano de Paula, que me lo encontré ayer y se lo voy a regalar..."

Yo seguía inquieta ante la posibilidad de haberme vuelto sorda o medio lela, porque no acababa de pillar ni lo del gor*i*i ni entendía nada, así que volví a pedir explicaciones. Y fue en estas cuando me enteré de que "Los gormiti es que son unos muñecos para niños y por eso se lo doy a Alex..." Cera en los oídos, tengo cera en los oídos y por eso no oigo bien ¿¿Para los niños?? "Sí, es que no son para las niñas... sólo son para los niños... o, al menos, yo no se lo he visto a ninguna niña... bueno, yo tengo uno pero porque me lo encontré..."

Ejem. Bueno, a esas alturas la curiosidad era más fuerte que yo y pedí ver al bicho. Y tras una paciente búsqueda en las profundidades de la mochila del cole, apareció:



Me enamoré de él. No sé si se aprecia en la foto, pero es un cruce casi perfecto entre el Dr. Octopus y La Cosa, tiene unos toques de Alien en la espina dorsal y en los morros, que me llegan al alma. Y es amarillo y gris, como Bumblebee...

Para los niños. Sólo para los niños. Pues lo siento, Alex. Te lo he robado :D

jueves, 20 de noviembre de 2008

Nothing but a fool's game






Sonó un trocito en la radio mientras volvíamos de la piscina, antes de comer... Era parte de un anuncio, Las canciones de nuestra vida o algo así.

Y me puse a pensar en la primera vez que la oí, ¿tenía doce, trece, catorce años? No lo recuerdo. Recuerdo lo mucho que me llamó la atención la voz de Bonnie Tyler. Nunca había oído a una mujer con la voz tan grave, tan ronca... tan rota que me hizo sentir pena, que hizo que me cayera simpática. Una voz para el desamor, triste, arrastrada, pero dulce... Dulce fue el adjetivo que asocié instintivamente a la canción y a la cantante, pero ¿cómo podía una voz así hacerme sentir que quien cantaba era, por fuerza, una mujer dulce que, además, pedía ayuda?

It's a heartache, nothing but a heartache
Hits you when it's too late, hits you when you're down.
It's a fool's game, nothing but a fool's game
Standing in the cold rain, feeling like a clown.


Puede que la letra sea algo tonta. O puede que sea yo la que anda algo tonta... quién sabe...

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Oye, Luen, que cuando...



Cuando vi por primera vez Fame, por supuesto que disfruté de los bailecitos de Leroy, de los sintonizadores de Martelli y de los chorretes de glamour que Coco soñaba con derramar al mundo entero; me pareció muy tierna la historia de Doris y rabié con la niña pija rubia que quería ser una estrella del ballet... pero lo que me dejó KO fue una escena en la que Doris y Ralph se van a un cine a ver una película un tanto especial; había "protocolo", era preciso llevar atrezzo y saber qué hacer con él y en qué momento. Bueno, Doris no sabía de qué iba, pero -canuto mediante- en un momento dado -este-





salió corriendo al escenario del cine con veinte personas más a bailar el "Time Warp!". Me dije: "¡¡Mola!! Yo quiero... incluso sin canuto..."

Vamos, que la primera vez que vi Fama, me enamoré de otra película, porque así conocí RHPS.

The Rocky Horror Picture Show: no sé cuántas veces la he visto, y aún no he conseguido montar un pase con coreografía y atrezzo, pero lo conseguiré...



Oye, Luen, que cuándo montamos un pase de RHPS como mandan los cánones. Que ya se ha pasado dos veces en la universidad y aún no hemos conseguido mover a la peña. Que ya toca ¿no? :-D

domingo, 16 de noviembre de 2008

Mi marciano favorito

Jopé, cómo está internet: ni un vídeo friki de Star Wars, ni un solo vídeo de Jenna Jameson... Te vas a tener que conformar con esto como regalo de cumpleaños,





Y, ánimo, que dentro de nada ya podrás volver a contarlos en hexadecimal, como una servidora ;-)


miércoles, 12 de noviembre de 2008

Yo no estudio para saber más, sino para ignorar menos



Desde que tengo uso de razón, mi afición por el aprendizaje ha sido tan fuerte y violenta que ni siquiera las recriminaciones de otras personas… ni mis propios reproches… me impidieron que siguiera esta inclinación natural que Dios me dio. Sólo Él cono­ce el porqué, y también sabe que le he implorado que me quite la luz del discernimiento, que me deje únicamente la necesaria como para cumplir con su mandato ya que, según algunos, todo lo demás es excesivo para una mujer. Otros afirman que hasta es pernicioso.


Juana Inés de la Cruz. Réplica al Obispo de Puebla (1691), que había criticado su trabajo erudito por ser inapropiado para su sexo.



A la hora de comer, me encontré con esta noticia en el periódico:

"Atacan con ácido a quince niñas en Kandahar por ir al instituto".


Me desanimé... ¿cuántos años nos va a tocar seguir peleando? Recordé una anécdota que he procurado tomarme a risa durante muchos años, pero que no puedo sacar de mi cabeza. Debía de tener yo unos treinta años, creo; el caso es que ya llevaba como cuatro dando clases en la universidad, cuando mi madre me contó una discusión que acababa de tener con el vecino del tercero. En pocas palabras, el hombre vino a decirle: "Señora, su hija le ha estado engañando todos estos años. No es posible que sea profesora de informática en la universidad, ni que haya estudiado esa carrera, que la estudia mi nieto y ¡es demasiado difícil para que la estudie una mujer!"

Algún día, Juana. Algún día, Shamisa. Algún día, Atefa. Algún día, María. Algún día, Gloria. Algún día...


Era una muchacha bonita, de pelo oscuro y estatura mediana. Llegó a su período de orientación con una gran avidez por aprender de todo. Se propuso ampliar su educación e inscribirse en todos los cursos posibles aparte de los que constituían su interés central: matemáticas, física e ingeniería. Sin embargo, se le planteó el problema de lo difícil que resultaba hablar de física -y, mucho menos, discutir del tema- con sus compañeros de clase, en su mayoría varones. Al principio reaccionaban ante sus comentarios con una suerte de desatención selectiva. Se producía una mínima pausa, tras lo cual proseguían hablando como si ella no hubiese abierto la boca. Ocasionalmente se daban por enterados de algún comentario suyo, o incluso lo elogiaban, para luego proseguir como si nada hubiera pasado. Ellie estaba segura de que sus opiniones no eran del todo tontas y no quería que le hicieran desaires o la trataran con aire de superioridad.


Carl Sagan, Contact.




lunes, 10 de noviembre de 2008

¿Lunática?


Hoy la Luna ha salido temprano. A eso de las cinco y media iba cruzando el ágora, hacia el Rectorado y ya estaba allí. Aún no está llena, pero ¡cómo brilla la condenada!. Además, estaba rodeada de nubes de atardecer, de nubes pintadas entre ese naranja y ese rosa que quisieras ser capaz de reproducir con palabras, cuando sabes que apenas sí podrías ser capaz de reproducirlo con colores... una Luna preciosa, brillante, casi llena, a punto de ser engullida en un océano de nubes de color de despedida del Sol... me quedé mirando, mucho rato... mucho, mucho...

María dice que estoy embobada con la Luna, que soy una lunática.

Y, al volver a casa, ya oscuro y con la Luna brillando mucho más, pensé en lo que me dice María, y me eché a reír... No, María, no... no soy lunática. Soy tan tremendamente terrícola que me sorprende que no esté sacando la cabeza por la ventana, aullando a esa Luna. Soy tan tremendamente terrícola que, a veces, hasta sueño que me atrevo a hacerlo y que la Luna me responde...

Soy tan tremendamente terrícola que puedo disfrutar sin tapujos de la Luna.

De esa enorme bola de luz robada que acompaña a mi hermosa roca azul... a mi hermoso y grande pequeño punto azul pálido...

sábado, 8 de noviembre de 2008

El milagro termodinámico



"Vamos... Sécate las lágrimas porque eres vida, más rara que un quark y más improbable que los sueños de Heisenberg; el barro en el que las fuerzas que dan forma a las cosas dejan su huella de forma más clara.

Sécate las lágrimas... y vámonos a casa."

Alan Moore, Dave Gibbons. Watchmen (La oscuridad del simple ser)


domingo, 2 de noviembre de 2008

Tarta de chocolate


Como tengo amigas que saben cocinar, me da mucha rabia poner recetas en el blog. Pero llevo una temporadita en la que, entre hablar metafóricamente de helados de chocolate y chivarme del desayuno de cumpleaños de mi hija, pues no resulta nada de extrañar que acabe publicando esto... Además, es que me lo han pedido.

La receta de la tarta del desayuno de María, como tantas otras cosas de mi vida, salió de la varita mágica de Merxe. Cuando compró su microondas, ¡oh, maravilla de las maravillas!, descubrió que venía con un librillo de recetas. Y entre esas recetas estaba esta tarta. He perdido la fotocopia maravillosa que me dio en su día... y bien que lo lamento, porque era muy completa y traía indicaciones según la potencia máxima del microondas que se fuera a utilizar. La que yo os voy a contar es para el mío, en el que la potencia máxima es de 850 W. Si usáis uno de 700, lo normal es que tengáis que añadir algo de tiempo (del orden de un minuto cada cinco) y si es de 900, que tengáis que restar muy poquito (del orden de 20 segundos cada cinco minutos). De todas formas, con hacer un par de pruebas seguro que lo podéis adaptar a vuestro horno... y sale tan buena que yo creo que es realmente difícil que no salga comestible.

La lista de ingredientes es esta:

  • 125 gramos de chocolate de tableta, cuanto más puro mejor. Yo suelo pillar una tableta de chocolate de repostería o, incluso, del de hacer a la taza.

  • 125 gramos de mantequilla, y una poquita más para untar el molde.

  • 125 gramos de azúcar.

  • 3 cucharadas de leche.

  • 3 huevos.

  • 80 gramos de harina.

  • Medio sobre (o una cucharadita) de levadura.

  • Opcional: si os gustan, podéis añadir nueces picaditas (unos 50 gramos).



Elegid un molde válido para microondas (plástico, vidrio o porcelana) y untadlo con mantequilla y, después, espolvoreadlo de harina. Cortar los 125 gramos de chocolate en trocitos, ponedlos en un bol con una cucharada de agua (importante: si no, puede quemarse) a máxima potencia durante un minuto y veinte segundos. Una vez que ya tengáis el chocolate derretido, poned también la mantequilla, que habréis cortado en trocitos, en otro bol y metedla en el microondas durante veinte segundos a máxima potencia (ojo, que la mantequilla al ser grasa pura enseguida se cuece dentro de estos hornos). Mezclad bien el chocolate y la mantequilla; y resistid a la tentación de meter el dedo en la mezcla, no olvidéis que están calentitos...

En otro recipiente poned los huevos y batidlos con el azúcar hasta que quede todo blanquito y espumoso. Después se añade la leche y la harina junto con la levadura. Mezclad (con la harina cuesta un pelín más, ¡ánimo!) y añadid a continuación la mezcla del chocolate y la mantequilla. Y las nueces, si es que optáis por echarle. Mezcladlo de nuevo todo muy bien y vertedlo en ese molde que habéis untado y enharinado al empezar.

Entonces, se mete en el horno durante seis minutos a máxima potencia. No sé si estáis muy acostumbrados a cocinar en el microondas. Yo tengo que reconocer que, durante mucho tiempo, apenas lo usé para otra cosa que para calentarme el desayuno. Y, la primera vez que hice esta tarta, me quedé flipada mirando. Le cuesta un poco, pero a partir del minuto tres (o así) el bizcocho empieza a crecer. Y una, que sólo había hecho bizcochos en el horno tradicional, se quedó embobada, como si estuviera viendo un vídeo en time-lapse: ver cómo iba subiendo me dejó hechizada. Si os pasa lo mismo, resistid la tentación de abrir el microondas nada más sonar el timbre, que hay que dejarlo reposar dentro del horno cinco minutos más.

Cuando se saca del microondas, se puede desmoldar. Y, entonces, no sé que os pasará a vosotros, pero a mí se me suele estropear... siempre me queda un mogolloncito pegado al fondo del molde. Pero la solución a este problema viene a ser la parte más estupenda de la receta: ¿lo bañamos en chocolate? ;-)

El baño es opcional, pero altamente recomendable. Además, es que las tabletas de chocolate suelen ser de 200 gramos... y como sólo hemos usado 125... pues ¡¡a la carga!!. Para el baño necesitamos la misma cantidad de chocolate que de mantequilla. Os recomiendo 50 gramos. Los derretís como antes, en trocitos, cada uno en su bol, un minuto y veinte segundos el chocolate (con una cucharada de agua, no lo olvidéis) y veinte segundos la mantequilla. Los mezcláis y lo vertéis encima del bizcocho (¡¡eh, os he visto!! poned el trozo que se había pegado al molde en su sitio, sobre la tarta y no hagáis trampa, no lo comáis... aún) y, si eso, con un cuchillo plano ayudáis a que quede bien repartido, extendiéndolo. El toque maestro, según mi santa hija, es decorar todo con Lacasitos o con fídeos de chocolate de colorines...

A la nevera. Mañana estará perfecto para comer. Hasta que llegue ese momento siempre podéis consolaros "limpiando" los boles que hayáis ido usando para las mezclas... ¡¡Buen provecho!!

martes, 28 de octubre de 2008

He vuelto a ver Little Miss Sunshine...






Hoy es el cumpleaños de María. No quiero ser la mejor madre del mundo, pero quiero estar dispuesta siempre a bailar con ella en el escenario. Y a no dejarle dormirse...





Dwayne: Sometimes... I wish I could just sleep until I was eighteen and skip all this crap -high school and everything- just skip it.
Frank: Do you know who Marcel Proust is?
Dwayne: He's the guy you teach.
Frank: Yeah. French writer. Total loser. Never had a real job. Unrequited love affairs. Gay. Spent 20 years writing a book almost no one reads. But he's also probably the greatest writer since Shakespeare. Anyway, he, uh, he gets down to the end of his life, and he looks back and decides that all those years he suffered, those were the best years of his life, 'cause they made him who he was. All those years he was happy? You know, total waste. Didn't learn a thing. So, if you sleep until you're 18 -ah, think of the suffering you're gonna miss. I mean high school? High school-those are your prime suffering years. You don't get better suffering than that.

Dwayne: You know what? Fuck beauty contests. Life is one fucking beauty contest after another. School, then college, then work... Fuck that. And fuck the Air Force Academy. If I want to fly, I'll find a way to fly. You do what you love, and fuck the rest.


Actualización (29/10/08): Se me olvidaba... una de las cosas (otra de las muchas cosas) que hacen especial esta película es su banda sonora,




domingo, 26 de octubre de 2008

Tú lo puedes decidir



El acceso de tos le obligó a incorporarse súbitamente; se sentó, quedando al borde de la cama, intentando contener con las manos esas explosiones que parecían que iban a vaciarle el pecho... expectoraciones que sonaban demasiado rudas, demasiado cavernosas, como si todo por dentro estuviera demasiado seco, demasiado hueco, como si se hubiera vaciado. Al mismo tiempo, creando un contrapunto monótono y exasperante, podía oír un murmullo gangoso, ronroneando dentro del tórax, como si un pequeño gato se hubiera empeñado en crecer dentro de sus pulmones... Y en cada arranque de tos su cabeza estallaba con fuerza, sintiendo como si su cerebro fuera una masa esponjosa, lanzada con fuerza hacia las paredes de su cráneo.

Paró, por fin; la tos le dio una tregua y cayó sobre el colchón, cediendo a un agotamiento súbito. Aún no se atrevía a separar las manos, pero no sabía si era tanto por contener nuevos ataques, si para protegerse dentro de esa ilusión de estar recibiendo un abrazo. Se sentía bien sintiendo ese abrigo, aunque fuera falso, aunque fuera una ilusión, un paraguas contra la soledad. Contra la soledad que le había acompañado durante la noche y que seguía allí cuando había abierto los ojos, unos minutos antes, sin poder evitar un escalofrío en todo su cuerpo a pesar de la tibieza del lecho. Notaba la cama vacía, incluso a pesar de su propia presencia.

No había dormido bien; primero le echó la culpa al ruido que subía de la calle. Por algún motivo -¿realmente lo necesitaban en aquella ciudad?- a medianoche habían decidido celebrar algo con una ráfaga de cohetes. Ese ruido le había despertado. La insolencia de la farola, tan amarilla, y las conversaciones que subían enredadas en su luz, habían servido de excusa para mantener sus ojos abiertos de par en par. El malestar del pecho, esa piedra que parecía oprimirle el abdomen contra el estómago, ese estómago que parecía estar comprimido hasta desaparecer, las tripas que parecían estar entretejidas como en una urdimbre orgánica... todo su cuerpo tratando de expulsarle; y no podía dormir, y las conversaciones parecían meterse hasta la almohada y la luz se estaba haciendo casi sólida en los pequeños resquicios de la persiana. Y tampoco podía llorar. Y no sabía muy bien cuánto tiempo estuvo así, notando todos y cada uno de sus síntomas y pensando si debía arrepentirse de la decisión tomada... Había perdido la cuenta de las campanadas que el reloj de la sala había cantado mientras permanecía inmóvil e insomne.

Pero eso había sido anoche. No podía demorarse más. No quería demorarse más. Debía decidirse.

Imaginó que era fuerte, que estaba fuerte. Quizá, durante el ataque de tos había expulsado algo más que aire, babas y regusto de mocos. Puede que, incluso, su cerebro se hubiese reacomodado en uno de aquellos lanzamientos.

Ocurrió. No habría vuelta atrás, no habría otro más. Se disfrazó de falsa serenidad, se sentó de nuevo al borde de la cama y lanzó un pie inspeccionando el suelo, a la caza de unas zapatillas que nunca estaban en su sitio; se las calzó y se levantó. Fue a la ventana y abrió la ventana. Por fin había amanecido un día azul...


Final alternativo (a):

... y no lo dudó más: del bolsillo de la chaqueta cogió el móvil, lo conectó con un gesto algo dramático y se dispuso a marcar aquel número por última vez.


Final alternativo (b):

... y no lo dudó más: del bolsillo de la chaqueta cogió el paquete de tabaco, lo arrugó con un gesto algo dramático y lo tiró a la basura.


lunes, 20 de octubre de 2008

Helado de chocolate



Saborear un helado de chocolate. Sentir el terciopelo en la boca, fundiéndose despacio mientras relames el pequeño pliegue junto a los labios -no quieres desperdiciar nada-. Pegar un chillidito de alegría cuando encuentras la veta de chocolate fundido entre la crema helada. Ir notando como se satisface la gula, como poco a poco se calma el hambre, el hambre egoísta, el que no está provocado por la necesidad, sino por las ganas de disfrutar, de sentir una caricia dulce en la boca. Hambre egoísta, que se satisface sin grandes cargos de conciencia. Hambre egoísta, que se satisface con avaricia, cuando decides tapar la tarrina y dejar otra ración para disfrutar en otra ocasión, igual de dulce, igual de breve, igual de intensa, igual de grata.

Hambre egoísta, que se empeña en dar vueltas con la cuchara rascando en una tarrina vacía...


Gracias por descubrirme esta canción, Alicia.



miércoles, 15 de octubre de 2008

Sync your mind for the planet


Vía un foro de 3dpoder, me entero de la existencia de este vídeo, Bush's Neuron, realizado por Caronte (Nicolás Morena),


Bush´s Neuron- Desert's version from Darren Gigs on Vimeo.

Lo podéis descargar en alta resolución aquí.


Este vídeo (y este otro, Bush's Neuron vs. 5th symphony, que tampoco tiene pérdida), forman parte de una campaña de Greenpeace, Sync your mind for the planet.

Ya sabéis, los efectos beneficiosos de la música... pero esta pandilla de líderes del mundo ¿habrá conseguido inmunizarse ante la inteligencia?

Fuera de lugar


Nos empeñamos en plantar árboles en medio de las aceras; y luego nos quejamos cuando esas mismas aceras aparecen llenas de hojas caídas.

viernes, 10 de octubre de 2008

TeX y LaTeX en español (corto y pego...)


Lo dicho, corto y pego lo que he leído en Cambalache 3,14 porque me parece importante (y creo que es lo mejor para que los enlaces buenos se vayan "aireando").


CervanTeX, spanish para babel y el ladrón armenio

¡Vaya racha que llevamos con los dominios en el mundillo de TeX en español! Primero, se perdió cervantex.org, que ahora está utilizado por un especulador de dominios y hubo que trasladar las páginas de CervanTeX, el grupo de usuarios de TeX hispanohablantes a cervantex.es.

Pero lo que le ha pasado a Javier Bezos, uno de los mejores programadores de TeX/LaTeX del mundo, mantenedor de los paquetes del idioma español para TeX, expresidente de CervanTeX y bellísima persona, es peor.

No sólo le han robado el dominio (texytipografia.com) sino que el actual "propietario" (al parecer, un armenio especializado en este tipo de actividades) mantiene una copia pirata de las páginas originales con los enlaces cambiados, apareciendo popups, spyware y troyanos. Javier se ha visto obligado a comprar un nuevo dominio (www.tex-tipografia.com) que reemplaza al anterior, por lo que las páginas de spanish para babel pasan a ser:

Spanish para babel (principal)
Decisiones en spanish para babel
Opciones de paquete de spanish

Javier nos ha pedido en la lista de TeX en español lo siguiente:
Por favor, si tienes un enlace al anterior dominio, corrígelo para dar el nuevo. Si ves un sitio con el enlace incorrecto, díselo al webmáster. Y si puedes, haz correr la voz por foros y blogs para contrarrestar los efectos del pirateo del contenido. Estaré realmente muy agradecido.

Es más, el sitio pirateado sigue teniendo el pagerank correspondiente al obtenido anteriormente por Javier, con lo cual ¡aparece antes en las búsquedad de Google!. Una buena idea sería que pusierais un enlace en todos los sitios posibles al nuevo sitio (repito: www.tex-tipografia.com) para conseguir volver a poner las cosas en su sitio.

Aprovecho para comentaros (y así enlazo de nuevo) que en el sitio (el actual, claro) hay unos foros recién abiertos donde se pueden hacer comentarios o sugerencias, dar opiniones... sobre el estilo spanish (entre otros paquetes).

jueves, 9 de octubre de 2008

... so nice to know there are Jackalopes around





"Pink? Pink? Well, what's wrong with pink? Seems like you got a pink kink in your think!"

"Now sometimes you're up and sometimes you're down. When you find that you're down, well, just look around. You still got a body, good legs and fine feet, get your head in the right place and hey you're complete!"


Boundin' (Saltando). Gracias a María por enseñármelo.
Y gracias a los Jackalopes que rondan por ahí.

martes, 7 de octubre de 2008

Patinar




Ayer hice algo que tenía ganas de hacer desde pequeña; ha tenido que llegar mi hija y picarme para que me atreviera. Y ha sido grandioso.

Me he subido a unos patines. Buf, es tremendo, qué sensación de inseguridad y qué susto ver al instructor diciendo "Ahora, tienes que levantarte..." y tú ahí, con una pierna con la rodilla en el suelo y con la otra apoyando el pie (¿apoyando? ¡¡si hay ruedas debajo!!), preguntándote cómo lo haces... y el profe que te tiende una mano, te cuenta el truco de plegar las rodillas, llevar las manos a ellas y mantener tu cuerpo hacia delante. Y, de repente, ¡¡zas!!, estás ahí, encima de tus patines y una sonrisa así de grande en la cara y te atreves a dar los primeros pasitos... Qué sensación de volver a aprender a andar; antes de acabar la primera vuelta me había caído de culo ("¡¡No, mal!! Hay que caer hacia delante...") y me estaba partiendo en el suelo porque recordé los primeros pasos de María. Aunque ella llevaba el dodotis y supongo que algo le amortiguaría...

Poco a poco. Esas palabras me iban llevando. Poco a poco. Pero ¡es que es tan agradable y tan divertido! Sin apenas esfuerzo avanzas, de una forma ingrávida, como sólo he notado en el agua... Eso sí, mis piernas tienen una ligera tendencia a ir solas, sin hacerme mucho caso; la izquierda, sobre todo, tiene la extraña costumbre de abandonar a la derecha a su suerte. Y, entonces, la pierna derecha se me hace la interesante y no quiere seguir a la izquierda. Y ya me veis a mí, intentando poner paz entre mis piernas para que dejen de separarse y yo no me caig... ¡ays! Casi. ¡¡Ays!! Ahora no. Otra culada.

Y fueron cinco. Lo mejor de todo, que a la tercera ya fui capaz de levantarme sola. Sudé. Me reí. Disfruté. Caí. Me levanté. Once vueltas al circuito. Cinco culadas. Mucho sudor. Muchas risas. Mucha concentración. "¿Cómo se hace la marcha atrás?" Más risas.

Ya os iré contando... :-)

viernes, 3 de octubre de 2008

Let's go fly a kite



Let's go fly a kite
Up to the highest height
Let's go fly a kite
And send it soaring
Up through the atmosphere
Up where the air is clear
Oh, let's go fly a kite!


"¡Vaya, qué casualidad! Hace viento y llevo la cometa en este bolsillo..." Y tenías tal cara de pilla que me eché a reír y seguí creyendo en las casualidades. Hicimos un par de chistes sobre la posibilidad de combinar los patines -hoy toca patinaje- con la cometa -siempre y cuando, eso tan raro que te regalaron el otro día sea una cometa- e inventar un nuevo medio de transporte. Y así llegamos a la esquina del semáforo, te di la bolsa de los patines y me quedé esperando, como hago todos estos días, a que cruzaras las dos calles... Sólo que hoy te grité "¡Hasta mañana!" mientras ibas cruzando, y me sonó raro y lejano y se me congeló la sonrisa mientras te ibas alejando...

Me quedé pensando en cometas. Y es que, es curioso, te voy soltando cuerda poco a poco. Quien me vea parada en esa esquina, mirando hasta que te pierdo de vista, no sé qué pensará. Yo hoy me quedé pensando que voy soltando cuerda poco a poco... Hasta que salgas volando, mi reina...




martes, 30 de septiembre de 2008

Un corazón de tiza


Dejar de vivir en Ferrol e irme a San Valentín fue equivalente a ganar todo un reino. De no poder salir de casa a jugar -salvo cuando mi madre, o alguna vecina, podía llevarme hasta la Plaza de Sevilla-, pasé a disfrutar de toda la libertad del mundo y de toda la calle para mí, para jugar a mis anchas con mis nuevos vecinos. Y de entre todos los escenarios, hay uno que era especial, aunque sólo fuera por la cantidad de horas que pasábamos en él. No era nada del otro mundo, salvo si tienes siete años, claro, y toda tu imaginación y la de tus amigos para recrearlo. Era "el bajo del bloque".

San Valentín, originalmente, era un barrio de doce bloques en la Avenida del Mar y cuatro en la Avenida de la Cooperación. Ambas se cruzan a la altura del bloque 4 de la Avenida del Mar. Y un bloque es un edificio rectangular, de cuatro pisos de altura, más la azotea. Tiene tres portales y en cada portal ocho viviendas (dos por piso). Los "bajos" eran el hueco vacío bajo el bloque. Igual os ayuda si os digo que imaginéis un palafito, porque algo así parecía el conjunto, ya que el bajo era el esqueleto de columnas del edificio, flanqueando de forma triste el portal.

Bueno ¿triste? No, rotundamente no. Porque los bajos eran nuestro reino.

En Galicia llueve mucho. Salir de casa, tener un sitio al que poder bajar a jugar, esté cayendo la que esté cayendo, es una bendición. Allí podíamos hasta montar en bicicleta, pero lo habitual eran los partidos de fútbol, jugar a la chapa (el sambori), o a la cuerda, o a la goma o a las casitas. Esto último, dependiendo del día, a cualquier escala, ya que lo mismo nos bajábamos las cocinillas de casa (y el resto de los trastos, por supuesto) como nos podíamos inspirar, repentinamente, al ver un montón de ladrillos en alguna obra próxima y transformar un montón de ellos en cocinas, mesas, sillas, sofás... con la ventaja de disponer, además, del extra de los montones de arena y/o cemento para ir mejorando el menaje que improvisábamos sobre la marcha.

Fueron muchas horas las que pasamos jugando en esos bajos. Muchos años, más bien. Y es que a mi bloque tardó en llegar la oleada de "robos". Robos. Robada. Así me sentía cada vez que un trozo de bajo desaparecía detrás de paredes porque alguien lo había comprado. Vale, sí: así llegaron al barrio supermercados, papelerías, fruterías y otras tiendas... pero desaparecía nuestro reino poco a poco. Y yo tuve suerte porque soy del bloque doce, del último. Fue de los últimos en ser robado y en nuestro pequeño trozo de reino las cosas funcionaron bien durante bastantes años. Al menos durante los suficientes para mí.

Y hay una actividad que hoy he recordado. Dale a un niño un trozo de tiza y una pared y dime qué obtienes. Y, ¡diantres si teníamos tizas! Cuando a nuestros padres se les dio por empezar a empapelar paredes y decorar los techos con molduras (en el barrio todo iba por oleadas, como si viniera una moda virulenta y repentina), éramos los reyes de la tiza, disponíamos de toneladas de yeso para dibujar; había montones y montones de restos de trozos de moldura desechados por todo el barrio. Para dibujar en el suelo circuitos de sambori, o campos de fútbol (de tamaño olímpico o de chapillas), o campos de brilé (balón-tiro) o simplemente rutas locas que seguir con una bici. Para dibujar en la pared la decoración de la salita que habías montado con los ladrillos de la obra del vecino. Para dibujar corazones de tiza en la pared y fastidiar a tu hermano mayor, o a tu vecino el borde, o a la vecinilla tonta que te caía mal, con un "Fulanito x Menganita"; que lo poníamos así, el "por" con su símbolo matemático y dentro de un corazón de tiza,




Y hoy iba cruzando el ágora de la UJI con María y en una de estas nos pusimos las dos a cantar esta canción a pleno pulmón. Y lo que me he reído recordando historietas de cuando yo tenía diez años... ¡la de veces que tuve que escapar con la tiza en la mano!

Ya no queda ni un bajo libre en San Valentín. Hace años, muchos años, que robaron todos los bajos, todos los huecos, todo nuestro reino de juegos. Pero no tenéis ni idea de la cantidad de corazones de tiza que hay ocultos bajo el enlucido de las paredes de tiendas, supermercados, papelerías y garajes de mi barrio...

sábado, 27 de septiembre de 2008

Sueños de tarde de otoño



El capitán Howlett echó hacia atrás su sombrero. Todavía jadeaba por el esfuerzo de subir las escaleras; pero si estaba en lo cierto, tenía que aparecer la marca que había dejado en la pared la última vez que había recorrido aquel mismo pasillo. Enfocó con la linterna la pared izquierda y la buscó con la vista. Efectivamente, allí estaba. Se permitió una sonrisa al ver que parecía confirmarse el plano de la biblioteca que había ido dibujando en su cabeza, mientras recorría pasillo tras pasillo y subía y bajaba interminables tramos de escalera... tamborileó ligeramente con los dedos en la pared, como si estuviera comprobando que la marca no era una ilusión. Podía tomarse un respiro. Se dejó caer en el suelo y allí, sentado y algo más relajado, procuró fijar mentalmente el esquema del edificio.

La planta principal tenía forma de X. Pero le había parecido mucho más complicado al comenzar a recorrer los pasillos que surgían de los extremos del aspa y que unas veces llevaban a otro piso distinto y otras, le mantenían en el mismo. Ahora que había podido orientarse, reconoció que no era tan difícil de recorrer, pero también era cierto que le costó no caer en las mil pequeñas trampas que se escondían en recovecos y esquinas. Se había encontrado espejos curvos, puertas cegadas, y tramos aparentemente ascendentes que, al doblar una esquina, cambiaban bruscamente y le devolvían a pisos inferiores. En muchos tramos, a la oscuridad y el polvo se unía la sensación asfixiante de falta de aire, como si aquellos pasadizos no hubieran sido recorridos por el aire fresco en años. Pero una vez localizadas las escaleras de caracol en uno de los laterales, la sensación de estar perdido desapareció y fue capaz de orientarse sin equivocaciones. Fue cuando comenzó a dejar marcas e inició un último recorrido de reconocimiento, el que acaba de finalizar en ese momento.

Allí sentado en el suelo, bajo la marca que acababa de confirmarle que tenía razón, el capitán trazó mentalmente un itinerario que le permitiera recorrer de forma sistemática el edificio. En esa biblioteca tenía que estar el libro perdido del Dr. Jackson, y sin el libro no cabía esperanza... debía barrer todos los anaqueles sin dejar ni uno y procurar no pasar por alto ni una sola de las pequeñas salas que se abrían ocasionalmente en ángulos y que no siempre se distinguían en una primera ojeada. Ahora lamentaba no haber prestado crédito a aquel extraño individuo que se ofreció a venderle información sobre cómo encontrar el libro. Y de nada le sirvió arrepentirse; cuando volvió a buscarlo y pudo verle por última vez, no tenía muy buena cara... después de que alguien lo hubiera tomado como blanco al vaciar el cargador de su pistola.

Alguien quería que el libro no apareciera pero, ¿quién? Tenía un buen montón de preguntas, además de ésta. Ni siquiera sabía cómo era aquel libro, qué aspecto tenía; ni siquiera estaba muy seguro de qué haría con él cuando lo encontrara, quién podría interpretar la información que almacenaba y si ésta serviría realmente para construir la nave, pero si querían...



-"¡Niño! Baja, ya está la cena."

Hubo un movimiento muy lento bajo la ventana, al tiempo que se oía un pequeño bufido. La ventana dejaba pasar la luz amarilla de una farola y, bajo esa luz tenue y cálida, el libro dejó de ser la puerta interdimensional a un mundo paralelo y la página volvió a ser un rectángulo de papel blanco con pequeñas letras negras, entre las que el capitán Howlett podría estar tan perdido como lo había estado en aquella biblioteca. La llamada de la abuela volvió al niño a la realidad y abandonó el hueco bajo la ventana para bajar a la cocina. Su hueco bajo la ventana, el hueco iluminado por esa luz cómplice que le acompañaba como pasaporte a otros mundos, cuando desaparecía el Sol y no le permitían encender la bombilla. Y es que, en otoño, los días son más cortos. Pero una farola puede alargar los sueños.

jueves, 25 de septiembre de 2008

No te las des tú antes de salir de casa...


Ayer conocí a Toño. Me acordé de Amparo y de Ernest, pero sobre todo de Alfonso. Prefiero dejar que se presente él mismo:












(Si el reproductor flash os dice que no se pueden ver, ni caso, recargad la página, que sí que están disponibles :-))


Me recuerda a Alfonso; que comparten enfermedad es evidente. Pero, sobre todo, porque comparten sentido del humor, inteligencia y pico de oro. Hace tiempo que no le veo, a Alfonso... ni a él ni a Mar. Igual Mar ha terminado la carrera y es por eso que en el Vox UJI eché de menos, en el último número, la sección Amb cames que roden, en la que Mar colaboraba. Mar no tiene la facilidad de palabra de Alfonso, pero tiene las ideas muy claras y prestaba tener un sitio donde poder leerlas... aunque sólo fuera la cuarta parte de la penúltima página de nuestro periódico.

Pues sí, ayer conocí a Toño. Me llamó María para ver no sé qué en "El hormiguero" y le vi allí. Me reí con ganas, porque el tío tiene un humor demoledor. Ayer salió en una silla de ruedas especial que le permitía estar incorporado. Y el monólogo trataba sobre sus múltiples ventajas, especialmente a la hora de relacionarse socialmente (y de utilizar los urinarios de pared). La última reflexión era algo así como: "... y hay gente que me ve y me felicita porque dice que ahora se me ve mejor, que parezco una persona. Y yo les digo que sí, que desde aquí arriba distingo mucho mejor a los hijos de puta."

En fin, como decía Ernest, "No se ha fijado, no se ha fijado... vamos, ¡que el tío este tendrá muchos alumnos en primera fila inmovilizados en una silla de ruedas!". Por cierto, Ernest, meu, esta mañana en méneame encontré una colección de sillas que igual te hubieran gustado. Yo me he acordado especialmente de ti (y de Amparo, y de Alfonso, y de Mar y de Toño) al ver ésta:



Perfecta para conversar con los que inutilizan los vados de las aceras, o se olvidan de que las escaleras son cuadradas, como su cabeza. Estoy por hacérsela llegar a Toño...

martes, 23 de septiembre de 2008

"No tengas miedo de ser la persona en la que te has convertido"



"Mi médico siempre me decía que deseaba lo mejor para mí pero, a veces, lo que parecía mejor resultaba que no lo era. [...] me pedía sobre todo que confiara en él, y recalcaba: yo siempre he creído que si mi "yo" del pasado tomó esa decisión era porque creía en ella. Respeta a tu yo anterior.

[...] Cuando salí del hospital, reflexioné sobre esas palabras. Era un buen descubrimiento y no sólo para la vida médica sino para todo. Solemos creer que erramos decisiones; es como si pensáramos que ahora somos más listos que antes, como si tu yo del pasado no hubiera valorado todos los pros y todos los contras.

Desde que aquel médico me habló de ello, yo siempre he creído en mi yo del pasado. Hasta creo que es más inteligente que mi yo del futuro. Así que cuando a veces tomo una decisión equivocada no me enfado, pienso que la tomé yo mismo y que fue meditada y pensada (eso sí, intento siempre pensar y meditar las decisiones).

No hay que desanimarse por las decisiones equivocadas que uno toma. Debes confiar en tu yo antiguo. [...] ¿Por qué crees que ahora tienes derecho a juzgar lo que él (tu yo antiguo) decidió? Acepta quien eres, no tengas miedo de ser la persona en quien te has convertido con tus decisiones.

Las malas decisiones curten, las malas decisiones, dentro de un tiempo, serán buenas decisiones. Acepta eso y serás muy feliz en la vida y, sobre todo, contigo mismo.

[...]

En un 80% eres consecuencia de tus decisiones. Quiérete por el resultado de lo que eres. Quiérete porque en eso es en lo que te has convertido. Y sobre todo reconoce que a veces te equivocas. Y ese 20% de equivocaciones tienes que reconocerlas y aceptarlas.

Como me decía aquel médico: "Reconocer" es la palabra clave. Debes reconocerte a ti mismo, reconocer cómo eres y reconocer la culpa.

En el hospital nos enseñaron a aceptar que podíamos equivocarnos. Mi médico a veces se equivocaba y siempre aceptó la culpa. El mundo iría mejor si aceptáramos que nos equivocamos, que hemos errado, que no somos perfectos. Mucha gente intenta buscar una excusa a su equivocación, buscar otro culpable, quitarse el muerto de encima, lo que no conocen es el goce de aceptar la culpa. Un goce que tiene que ver con saber que has tomado una decisión equivocada y que lo admites.

Me encantaría ver juicios en los que la gente aceptara la culpa, conductores a quienes pararan y que reconocieran que iban a más velocidad de la permitida.

Es importante que reconozcamos que nos equivocamos para así tomar conciencia de dónde están los errores y no cometerlos nunca más. Quizá muchos tienen miedo al castigo que esto puede suponer, pero el castigo es lo de menos, lo único importante es dar a nuestro cerebro los items correctos."

El Mundo Amarillo, Albert Espinosa.


El lunes desperté viendo una entrevista de Buenafuente en la tele. En concreto, esta. Y estoy por creer en el amor a primera vista, porque este hombre me dejó a cuadros. Y feliz. Igual en eso consiste ser amarillo.

Es un libro lleno de palabras sencillas y de ideas sencillas, pero muy grandes. Y sólo tiene un objetivo: conseguir ser feliz... conociéndote a ti, conociendo a los que te rodean, aprendiendo a creer en los sueños y aceptando que la muerte no es eso que le ocurre a los demás. Y será por eso que volviendo a casa en el autobús y releyendo el libro me acordé de alguien que podría haber escrito alguna que otra frase de este libro (aunque pensándolo mejor, Natxo era amarillo. Puede que el más amarillo de todos los amarillos. Y pensándolo mejor aún, Natxo es el amarillo de todos los amarillos. Es curioso, fue un pacto de vida sin que supiéramos que lo era).

Y los párrafos que he reproducido... pues me vais a perdonar, pero los he incluido como una especie de autohomenaje. O no. Me ha prestado mucho encontrar ese capítulo: llevo años pensando eso mismo y ha sido bonito encontrarlo escrito y, además, expresado de una forma tan simple y directa. Igual no es más que una enorme casualidad. Al ver sobre papel esas ideas tuve la satisfacción de quien ve que le dan la razón, pero también advertí que aún tengo que trabajar algo más sobre ello. Ayer tuve una discusión con María sobre aceptar su culpa cuando hace algo mal; y hoy lo he encontrado en el libro... junto a otros capítulos en los que tengo que aplicarme mucho; como el que habla de que lo difícil no es aceptarse como es uno, sino aceptar al resto de la gente. O como el que cuenta que hay un truco para no enfadarse jamás. Mis culpas más notorias, falta de empatía, impaciencia y facilidad para dispararme. No está mal para empezar: tengo más argumentos para mi niña y la posibilidad de aplicarme mi propia medicina...

Leed el libro :-)

sábado, 20 de septiembre de 2008

Aún más estrellas de las que había adivinado...






La nebulosa M57, ayer el pequeño planeta y su gran estrella y hoy esto... Ojos en el cielo y es que igual sí que hay dioses vigilándonos.



Es posible que no estuviera tan mal imitar a Dave y acabar siendo un rayo cósmico recorriendo estrellas. Es la segunda vez que lo digo esta semana, creo, pero es la primera que tengo realmente envidia de ese final; o que desearía que no fuera el final de una película. Es posible que haya un momento para el cuerpo, para los cuerpos, para notar todos y cada uno de los sentidos. Y seguramente habrá toda una eternidad que podría llenarse sin más que percibiendo estallidos de energía, sin más que formar parte de ese universo y notándolo simplemente como una parte de ti. Sin piel, sin manos, sin oídos, sin vista... sólo viviéndolo, sin necesidad de sentirlo porque formas parte de él. Y qué tontería, si al fin y al cabo ya lo somos. Con nuestros sentidos limitados, con un cuerpo que puede que nos ate más de lo que lo que nos libera... con imágenes tan escasas que necesitamos conocer más, ver más...

Miro esas imágenes de las estrellas y me siento como una niña pequeña acurrucada en una esquina mientras espera el momento de despegar, de comenzar el viaje de la vida con sus propias piernas, con sus propias alas... O como la amante que espera la última caricia para romperse en ese orgasmo que le haga superar la barrera de su propio cuerpo... O como me podré sentir cuando llegue ese último momento, antes de despegar definitivamente y olvidar para siempre este cuerpo y lo que quiera que haya acumulado a lo largo de este viaje, corto e intenso, viaje loco para aprender lo que querré olvidar al partir...

Somos polvo de estrellas. Una vida lo que un sol vale...

jueves, 18 de septiembre de 2008

I am the eye in the sky looking at you







La imagen la vi hoy en APOD y os recomiendo que pinchéis para verla más grande.
Y no me llaméis loca por creer en la magia.
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lunes, 15 de septiembre de 2008

Con media cáscara de huevo en la cabeza


Supongo que va por días. Los hay que lo asumo y hasta me gusta. Pero los hay que se me cae todo encima y no sé salir a tiempo y me pilla la avalancha de pleno. Tengo que aprender a vivir sola, pero es que hay días que, simplemente, no puedo.

Y que por qué no llamo a nadie... y que por qué no materializo alguno de esos cafés que se quedan siempre en el aire y dejo de quejarme. Bueno, te he llamado a ti, te he dicho lo que sentía y tampoco estabas por la labor de quedar. Así que tampoco sé qué posibilidades podría tener con otras personas. Los de mi edad, pues tienen sus rollos y sus hijos y yo me siento un pegote... Y con los que son más jóvenes, me siento pegote y medio. Y no, no llamo a nadie. Tienes razón. No sé si soy una hipócrita o una cobarde. Supongo que es que me asustan los rechazos, más que los silencios, más que los vacíos. Y seguramente me los gano a pulso con mi puñetero carácter. Y que no sé aún lo que quiero, aún no he conseguido aclararme con que es lo qué quiero hacer. Ni siquiera sé si quiero hacer algo.

Y sí, ya sé, son las hormonas. O el no dormir. O yo que sé.

Pero ayer me sentí sola. Y hoy me siento sola. Igual en diez minutos se ha acabado el rollo, porque tengo revisión de exámenes. Y voy a llegar con esta cara de imbécil llorosa y les voy a cortar el rollo más que si fuera con cara de sargento chusco a meterles la paliza. Eso si viene alguien...

Necesito dormir. Y, de paso, perder este complejo de Calimero mal parido. ¿Podéis mentirme un poco y decirme que soy estupenda? (Gracias)





Actualización: Gracias de todo corazón. Espero que ésta no sea corrosiva... Es tan guapa como vosotros :-)





sábado, 13 de septiembre de 2008

Ojalá


Primero pensé en publicarlo; luego lo desestimé por demasiado japi, no sé si me entiendes. Más tarde recordé qué día es hoy y qué día es mañana. Y luego recordé otra vez el final de Luces de ciudad y a mi vagabundo preferido... y a mi niño preferido. Y luego he vuelto a admirar el sol de otoño y me puse a llorar otra vez, pero de guais, porque si se trata de ti hasta llorar puede ser de guais.

Así que, mira, lo cuelgo. Porque el mensaje es bonito y tengo día de mensajes bonitos. Pero, sobre todo, porque me recuerda a ti, que también eras demasiado japi para ser cierto. Otro beso, mariposón ;-)





Lo vi en menéame y se puede descargar de aquí
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viernes, 12 de septiembre de 2008

Let's all start the living


Don't you feel a change a coming
from another side of time?
breaking down the walls of silence
lifting shadows from your mind
Placing back the missing mirrors
that before you couldn't find
filling mysteries of emptiness
that yesterday left behind

And we all know it's better
yesterday has past
now let's all start the living
for the one that's going to last
Yes, we all know it's better
yesterday has past
now let's all start the living
for the one that's going to last

Don't you feel the day is coming
that will stay and remain?
when your children see the answers
that you saw the same
when the clouds have all gone
there will be no more rain
and the beauty of all things
is uncovered again

And we all know it's better
yesterday has past
now let's all start the living
for the one that's going to last
Yes, we all know it's better
yesterday has past
now let's all start the living
for the one that's going to last

Don't you feel the day is coming
and it won't be too soon
when the people of the world
can all live in one room?
when we shake off the ancient
shake off the ancient chains of our tomb
we will all be born again
of the eternal womb

And we all know it's better
yesterday has past
now let's all start the living
for the one that's going to last
Yes, we all know it's better
yesterday has past
now let's all start the living
for the one that's going to last

Let's all start living, let's all start living
living, living, living
for the one that's going to last






Dedicado a todos los que nos hemos ganado esta canción.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Sé que puedo hacerlo


No era la primera vez que la idea le pasaba por la cabeza. Y, además, intuía que no sólo le pasaba a ella. Tal vez no era muy lógico, pero allí estaban los hechos que parecían confirmar aquella extraña teoría. Y tenía que ver si era capaz de probarse a sí misma, para confirmarla o para rebatirla.

La sala estaba como en penumbra. Cerró los ojos, intentó ordenar aquellas pequeñas piezas, sin saber aún si estaban todas las que necesitaba para resolver el puzzle, y procuró despejarse. Permaneció así, callada, tranquila, ignorando hasta el ruido del tráfico que se colaba por la ventana entreabierta. Casi podía notar como una idea iba creciendo y dibujándose dentro de su cabeza. Y decidió no concederle el beneficio de la duda: se levantó, muy decidida. Estaba muy segura de hacia dónde dirigir sus movimientos y cómo hacerlo para evitar que sus pensamientos pudieran desordenarse en el traslado.

Primero subió ligeramente la persiana y, a continuación, fue a la mesa y encendió el pequeño ordenador. El saludo del startup animó la idea, como si fuera levadura en un soufflé. Tenía que comenzar ya a probarla, si no quería que se desinflara y se perdiera el efecto. Con la soltura que da la práctica, abrió el navegador y accedió a la página donde encontraría la prueba que habría de ayudarle a llegar a alguna conclusión. La prueba que abría, o cerraba, la puerta de su hipótesis. Y comenzó la búsqueda...

La búsqueda. La búsqueda más fascinante. La búsqueda de las palabras que sirvieran para hilvanar esos pensamientos, para expresar sus emociones, para desarrollar sus ideas. La búsqueda de las frases adecuadas con esas palabras, la búsqueda de la cadencia de esas frases, la búsqueda de los signos de puntuación que enmarcaran palabras, frases y cadencia, complementándolos y redondeando el proceso.

Un arranque, un desarrollo, un final. Sólo necesitaba eso y arroparlo con calor, con un trocito de su aliento, intentando que unos trazos más o menos caprichosos, abstractos y que sólo adquieren sentido en los ojos de quien sabe interpretarlos para vivirlos, para hacerlos suyos, formasen una historia.

Aunque eso sólo sirviera para rebatir su teoría. No necesitaba sentirse triste, también podía escribir pequeños relatos siendo feliz...