viernes, 10 de abril de 2009

-Actualización-


El lunes por la tarde ya estaba en casita; el martes, estuve tan feliz en mi casita y el miércoles por la tarde... tocó ingresar de nuevo.

En fin, pupas que es una. Parece que tengo una infección y aquí andamos, intentando pillarle las meninges al vuelo. Por de pronto, mi proveedor anónimo de wifi se está portando :-)

(... que paséis unas buenas Pascuas :-)

domingo, 5 de abril de 2009

Melenas


Melenas. No está mal comenzar aprendiendo algo de jerga y, además, las melenas fueron las reinas absolutas durante buena parte del juego.

Otra vez ingresada y otra vez ingresé por el mismo motivo: sangre en heces, melenas. Y parece que haya una pauta para estos ingresos, siguiendo siempre un mismo modelo; lo malo es que esta vez las etapas fueron más largas y algo más fuertes. Llevo tres semanas ingresada -desde la noche del 15 de marzo- y es posible que mañana pueda irme a casa. Bueno, ya veremos, no quiero lanzar las campanas al vuelo antes de tiempo.

Han sido unos días raros y difíciles. Los dos primeros días estaba muy enfadada. No había plaza en Oncología y me ingresaron en otra sala; la primera noche me hicieron una transfusión de sangre y quedé en espera de ver a algún médico. Al día siguiente, sí que apareció un médico, pero no me dio ninguna información; hasta tal punto que ese día me enteré de que no podía comer porque nadie apareció con la comida (sí me habían dado el desayuno) y a eso de las tres de la tarde mi madre preguntó en el control de enfermería qué pasaba. Me dolían las piernas y apenas me hacían caso. La verdad, la rabia me estaba haciendo más daño que cualquier otra cosa que pudiera estar pasando por mi cuerpo. Al día siguiente, por la mañana me hicieron una endoscopia (otra bonita experiencia que contar a los nietos, aunque más soportable que la sonda) y de nuevo, silencio. Bueno no, una doctora se presentó como hematóloga y me dijo que estaban valorando mi situación. No lo sé. Sólo sé que hasta que no me visitó -sin obligación, por cortesía- la médico que hace mi seguimiento domiciliario, no empecé a ver piezas del puzzle. Fue ella quien me dijo que la endoscopia no mostraba sangrado de estómago y me aclaró un poco el panorama; y me rogó que me calmara un poco porque yo seguía muy enfadada. Más tarde se presentó uno de los médicos de la sala de Oncología y aclaramos algo más; también quedó en que intentaríamos empezar dieta líquida y que en cuanto hubiera plaza me trasladaban de sala.

Así fue. Esa tarde me llevaron para Oncología. Y, la verdad, las sensaciones empezaron a ser muy distintas, me sentía en territorio amigo. La lástima es que, realmente, estaba mal. Y el intento de comenzar la dieta líquida fue un auténtico fiasco: me sentó fatal. Empezaron ahí tres días bastantes malos. Los días del mantra. Los días en que llegué a pensar que iba a morirme. Los recuerdo mal, como una sucesión de médicos contándome, por fin, qué pasaba (el dilema entre tratarme los trombos con anticoagulantes y la necesidad de suspender ese tratamiento por las hemorragias) y qué iban a hacer (interrumpir anticoagulantes y reposo completo); como una sucesión de transfusiones; como la sucesión del mantra una y otra vez... Lo peor llegó el jueves, a eso de las ocho de la tarde, cuando empecé a notar que se me descargaban las baterías y que me estaba yendo, me estaba yendo. Apenas tenía fuerza para hacer notar lo mal que me encontraba. Mi madre también debió notarlo porque no quiso ir a casa esa noche. Le pedí que me contara cosas de cuando yo era pequeña y me sorprendió con los recuerdos que le vinieron a la cabeza. Una transfusión consiguió que unas horas más tarde estuviera bastante recuperada, pero la experiencia de esa noche va a ser difícil de digerir (aún no lo he hecho completamente) y de olvidar.

El día siguiente fue el inicio de la recuperación; otra endoscopia y un ataque tonto de ansiedad, pensando en que se me estaba hinchando el brazo y que tenía otra trombosis en marcha. Me da hasta vergüenza pensar lo tonta que estuve. Afortunadamente, fueron expeditivos: me dieron un valium y me pusieron a dormir. Me desperté nueva, en más de un sentido. El fin de semana lo pasé tranquilo. Sin comer, pero tranquilo. Y con buenas sensaciones. Había concluido la primera semana.

Me encontraba tan bien que estaba convencida de que el lunes me pasarían de esa "dieta absoluta" (eufemismo para referirse a no poder ni beber agua) a la "dieta líquida". Pues no, y supongo que ahí fue cuando ya tuve un último momentito de rabia que duró poco. Preferí ser algo más ¿práctica?, no sé, igual va mejor "estoica", aunque creo que tampoco es la palabra que estoy buscando. Decidí que es mejor no adelantar acontecimientos y esperar, simplemente, a que las cosas ocurran. Por cierto, que ese día quedaron agotadas, definitivamente, las venas de mis brazos para buscarme dónde enganchar la vía del gotero. Así que primero me pusieron una aparatosa vía central y en la actualidad llevó un reservorio: tengo mi propio expendedor de sangre/receptor de goteros en el pecho; tan fácil como pinchar un alfiler en un acerico.

E iba pasando la semana. Y seguíamos con melenas y eso es que había hemorragia y que estábamos igual. Paciencia. Tenía que parar. Y sí, todo llega en esta vida y un día las heces ya aparecían negras y sin ser melenas. Y... tanto que renegué hace poco de la "dieta líquida" y el jueves me dejaban iniciarla por fin, después de haber pasado diez días en "dieta absoluta". Supongo que todo en esta vida es bastante relativo, depende de qué es lo que estás comparando con qué. Esta vez fueron cuatro días: lo que restaba de semana.

Y empezó la tercera semana. Los análisis, muy bien; las hemorragias habían parado y hay transición de líquida a dieta normal. Y, en cuanto se normaliza la dieta y me dan permiso para poder moverme, aparece la fiebre. Como la otra vez, en cuanto se empezaba a normalizar todo, un bisho viene a meter las narices. Bueno, pues en esto estamos ahora. Esta vez lo han identificado pronto y ya estoy con el tratamiento; la verdad es que he tenido fiebre sólo un par de días y me encuentro bastante bien. Pero el tratamiento completo es de una semana más. La idea es irme a casa y completarlo allí y entonces llegará el momento de volver a ingresar para el tercer ciclo de quimioterapia, que se ha retrasado.

Así pues, es posible que mañana me vaya a casa. Pero, hasta mañana, ¡no me creo nada! ;-) :-)


domingo, 22 de marzo de 2009

Mantra


Treinta y seis cuarenta y cinco setenta y dos
Treintayseiscuarentaycincostentaydos
364572
36 45 72
Tre in ta y se is cua ren ta y cin co se ten ta y dos
TREINTA Y SEIS CUARENTA Y CINCO SETENTA Y DOS
3 6 4 5 72
Treintayseis cuarentaycinco setentaydos
36
45
72
Treinta y seis
Cuarenta y cinco
Setenta y dos
36 treinta y seis 45 cuarenta y cinco 72 setenta y dos
Treinta y seis Cuarenta y cinco Setenta y dos
036 045 072
Treinta y seis, cuarenta y cinco, setenta y dos...


(Estoy ingresada desde el domingo 15. Y no sé por qué esos números no se me van de la cabeza, aparecen sin llamar...)

(Y, sí, he pillado una wifi de casualidad...)

viernes, 13 de marzo de 2009

Segundo ciclo


Pues sí señores: segundo ciclo de quimioterapia. El miércoles me fui tan feliz al hospital, contando con pasar allí el día. Nota mental: para el tercer ciclo tengo que ir con la maletita hecha... seguro que también toca ingresar :-)

Un par de días. Pero es que el proceso es largo. Se pasan un día hidratándome; y es el segundo día cuando ya me ponen la quimioterapia. Que tuvo su parte graciosa, con maratón final acuático incluido. El caso es que el proceso sigue un protocolo: gotero de limpieza, gotero con medicamento A, gotero de limpieza, gotero con medicamento B, gotero de limpieza y, de nuevo, hidratación (o sea, dos litros de suero fisiológico para dejar las cañerías bien limpias).

Empezamos. Y cuando llegó la hora del medicamento A ya me advirtieron: "Te puede provocar una reacción, congestionarte y notar los riñones como agarrotados, avisa si eso ocurre... Empezamos con una velocidad baja de goteo y dentro de diez minutos, la subiremos". Bien, cincuenta mililitros/hora de goteo... a los diez minutos me habían subido a cien mililitros/hora... y a los cinco minutos había presentado la reacción que me habían descrito. Buf, hubo que volver a ponerlo a cincuenta. Recuperé mi aspecto normal (me había vuelto una especie de cruce entre tomatito y pimiento morrón) y me dispuse a esperar. Las matemáticas es lo que tienen: si tienes un gotero de doscientos ochenta mililitros y te lo están inyectando a cincuenta mililitros/hora... pues salen como cinco horas ¿no? En fin, qué os voy a contar: me vi pasando otro día en el hospital. O saliendo a hurtadillas a las tantas de la madrugada, con nocturnidad, alevosía y esquivando a guardias de seguridad con mi pata chunga a la pata coja :-)

Pero las mismas matemáticas que me condenaban a estar cinco horas pendientes de ese gotero, daban también otras soluciones. A medida que se acercaba la hora, la enfermera que me estaba suministrando la quimio también echaba cuentas: "Hmmmm... a ver, este dura hasta las cinco de la tarde... luego un cuarto de hora, una hora para el segundo gotero de quimio, un cuarto de hora... y, bueno, claro, luego está la hidratación... hay que contar con tres o cuatro horas... aunque, ¿y cómo llevas lo de beber agua? me da lo mismo cómo te hidrates, mientras los riñones queden bien limpios".

¿Beber agua? ¿yo? ¿y me podré ir a casa? ¿cuántos litros? ¿dónde hay que firmar? :-)

A las cinco y media retiramos el dichoso gotero lento. A las siete y media, estaba fuera el gotero del segundo medicamento de la quimio y alguien dijo:"¡¡Empieza a beber, YA!!".

Y empecé a beber agua. Tres litros en menos de dos horas, para ser más exactos. Mi estómago iba adquiriendo el mismo aspecto que un globito y cuando me movía se oía un choclochot, choclochot... curiosísimo. Pero lo hicimos. Y volví a casita ;-)

Como anécdota, al llevar cuenta de cuánto líquido se introdujo en mi cuerpo estos dos días, así a bote pronto os puedo decir que por goteo entraron más de diez mil militros (se dio la vuelta del contador de líquido del aparato que controla los goteros), más los tres litros que bebí. Total, casi catorce litros, casi nada. Ahora que la velocidad de desalojo del líquido, tampoco estaba nada mal: nos obligaban a guardar la orina para hacer un recuento al final del día y creo que batí algún que otro récord en cuanto al número de botellas llenadas. Espero que mis riñones hayan quedado esplendorosos :-D

Cuestión aparte son mis venas, cada vez les cuesta más pillarme una vía en condiciones. Me pasé todo el día preocupada de que no aguantara, pero lo hicimos, lo hicimos...

Y cuando pongo "lo hicimos", es que lo hicimos entre todos. Me da algo de vergüenza, porque hay gente de la que no sé el nombre, pero toda la gente que trabaja en la sala de Oncología Hospitalaria es la caña. No sé quién eres (creo que no habíamos coincidido antes, además) pero mira que te preocupaste buscándome una buena vía y lo que sufriste hasta que me la encontraste (te juro que la cuidé mucho de tu parte, eh). Gracias también por el vendaje para la trombosis. Y Cinta echándome las cuentas para que me pudiera ir a casa y ofreciéndome la solución de empezar a beber agua. Y Juanma, siempre tan majo y tan correcto, y Dani que siempre que le preguntas aunque vaya escopetado encuentra el rato para parar y explicártelo todo más despacio, para salir luego corriendo de nuevo. Y, sobre todo, mis chicas que me cuidan, que se preocupan de que la merendola sea de mi agrado y velan porque en la cocina no se despisten con mis comidas (¡claro, con tanta indeterminación entre momento de alta y de poder irse! ;-)) y se preocupan de que tenga un pijama limpio y me cuidan con todo el cariño... y que tampoco sé todos sus nombres, diantres, y mira que ya nos hemos visto veces (jo, qué rabia me da...). Y no es que me olvide del jefe, pero es que esta vez toca hablar de quien toca. De verdad que todos son tremendos y hacen sentir muy bien a los pacientes (¿impacientes? :-)) que pasan por ahí. A mí, por lo menos, me lo parecen :-) No. Qué diantres, lo son.

Hasta el tercer ciclo.

Anteayer hubo Luna llena...


Vivo en el primer piso de un edificio de nueve plantas. Mi casa está completamente rodeada de otros edificios, así que cuando miro por las ventanas no puedo ver el cielo. Pero tengo la suerte de tener mi trocito de patio que me deja un atisbar mi cuadradito de cielo. Insuficiente, en el que apenas veo nada... miope por falta de visibilidad y sin poder distinguir en él apenas dos o tres estrellas... pero es mi trocito de cielo.

Y el pasado lunes salí al patio cuando acababa de anochecer y me encontré de bruces con una Luna grande, brillante, que casi estaba llena. Y me quedé quieta mirándola, mientras caía en que hacía más de dos meses que no la veía. Demasiado tiempo.

Acabo de pasar un par de días en el hospital. Me tocaba el segundo ciclo de quimioterapia y, en mi caso, el proceso es algo largo. Me resulta curioso. No sé si al estar en el hospital me calmo, pero me han venido bien este par de días para pensar. Llevaba una semana bastante inquieta, nerviosa, impaciente y hasta caprichosa. Supongo que no estoy llevando muy bien la trombosis. Pienso en que si no tuviera la pierna tan hinchada estaría casi bien, sin notar nada y llevando una vida casi normalita. Y eso me impacienta demasiado, no llevo bien la inmovilidad.

Y el fin de semana pasado me dejé llevar; o, mejor dicho, me regodeé en dejarme llevar y sentirme mal. Murió mi suegro. Pero si soy justa, tengo que reconocer que no fue eso lo que me afectó, era yo misma la que me estaba taladrando la cabeza. Me sentía sola. Muy sola. Soy consciente de que escribir esto es algo tremendamente injusto, porque si hay algo que es cierto es que no estoy sola para nada. Sigo asombrada de la cantidad de gente que me está apoyando, animando, preocupándose por mí y dejando de hacer cosas por estar conmigo, por acompañarme, por mimarme... es increíble. Y, sin embargo, tenía esa sensación, soledad. Si lo pienso, tengo que reconocer que, bueno, es posible que haya algo de "normal" en ese sentimiento. Tengo que encontrar una forma de enfrentarme a esto sola, porque cabe la posibilidad de que no salga bien y, si eso ocurre, pues ocurrirá algo que tendré que pasar yo y sólo yo. Pero lo de este fin de semana fue caer en el desánimo por caer en el desánimo. Hay gente que me dice que me merezco enfadarme y patalear de vez en cuando, pero no creo que sea una solución. Aún tengo que aprender a calmarme y a tener más paciencia. Simplemente, porque yo lo valgo. Dejarse caer, dejarse llevar es fácil, pero no es ni inteligente, ni efectivo. No ayuda.

Me han venido bien estos dos días de estar en el hospital, más calmada que en casa, vaya usted a saber por qué. Sé que voy a conseguirlo, que acabaré haciéndolo bien.

Y ¿sabéis qué? Cuando ayer volvía del hospital a casa, al girar una esquina me encontré, de repente, con una Luna hermosa, radiante y estupendísima... Y nos guiñamos un ojo :-)

lunes, 9 de marzo de 2009

Una historia robada...


Esta historia la escuché, como un regalo, al anochecer de una tarde de sábado, ingresada en el hospital. La robé con los ojos cerrados y muy calladita...


... Aún me acuerdo de aquella tarde, era cuando te tenían en la UCI, todo el día dormida, veintitres horas al día completamente dormida, para que te recuperaras del aneurisma. Cuando llegué, tú estabas sedada, él te estaba haciendo masajes, despacito, muy despacito. Paró un momentito y me pidió que controlase el medidor del pulso. "Voy a echarle algo de crema hidratante, le relajará las piernas... ¿te importa controlar que el pulso no pase de cien? Si lo hace hay que avisar...". Le dije que sí, me senté frente a vosotros y busqué el móvil en el bolso para apagarlo. Él empezó a extender la crema por tus piernas, haciendo pequeños círculos, primero por los tobillos, luego por las pantorrillas y seguía con su masaje y... cuando quise darme cuenta, casi ni pude reaccionar ¡tenías el pulso a ciento diez y seguía subiendo, tuve que decirle que parara!


Seguramente soy una cotilla y no tendría que contar historias que no me pertenecen. Pero esta necesitaba compartirla, necesitaba contar como el amor y el cariño pueden trascender un coma inducido en una UCI de un hospital...

sábado, 7 de marzo de 2009

Windy shade of winter


Anteanoche oía soplar el viento en la cama, a eso de las cinco de la mañana y me hacía estremecer. No me gusta ese ruido, no me gusta la sensación de frialdad que transmite, ni la sensación de cosas rompiéndose y destrozándose que me produce...

Y cosas rompiéndose. Me cuenta un amigo que les desmontan la empresa, que despiden a seis personas y se quedan sólo cinco en plantilla. Y cosas destrozándose. María no durmió ayer con su padre, porque el hombre tuvo que salir urgentemente hacia Galicia, el abuelo de mi niña está muriendo...

Hoy ya no hacía viento, cambió el tiempo y hacía hasta recalmón. Qué curioso contraste de días, el viernes y hoy. ¿Reconforta ese cambio? No estoy segura. Pero empuja hacia delante.

Por cierto, tirando de enlaces de acceso al blog desde mi medidor de estadísticas, me entero de que en un foro médico me han dado por muerta hace un mes.

Y, como diría Mark Twain, puede que sea una afirmación un tanto exagerada ¿no?





miércoles, 4 de marzo de 2009

Oferta





;-) :-D

martes, 3 de marzo de 2009






Tomates verdes fritos. Me gusta esa película, su historia de amistad y sus guiños a referentes casi mágicos. Está la bonita historia del lago que desapareció cuando los patos que se habían posado echaron a volar tras una repentina helada. Pero como una tiene su aquel con ciertos bichitos, la historia que me hace contener el aliento es la historia de la encantadora de abejas...

Pues, por lo que parece, a una servidora le va a tocar convertirse en encantadora de trombos. Llevo tres días con una pierna completamente desfigurada a causa de una trombosis.

El viernes, por fin, salí a la calle y estaba tan feliz. Bueno, parecía que me apretaba un poco la pierna izquierda del pantalón, que el vaquero tiraba algo... tampoco nada importante. Pero el sábado ya estaba importantísima. Y el domingo se me puso tremenda. Casi todo el día en urgencias, placas, reconocimientos, ecografías, analíticas... y yo, por mi parte, aburrida, cansada, cabreada... estallé. Me he prometido tener paciencia, me he prometido no dejarme llevar por una arroutada. Pero a eso de las siete de la tarde estallé: llevaba tres horas en una camilla sin saber qué iba a pasar, si me tocaba ingresar otra vez, si podría salir, qué me iban a hacer o a qué diantres estaban esperando para hacerme algo. Y, no podía evitarlo: me pasé toda la tarde pensando en Pepe Rubianes. Me caía bien. Y ni siquiera sabía que estaba enfermo...

Trombos. Un bonito trombo de cinco a diez centímetros en la pierna. Eso sacamos en claro, al final. Pude volver a dormir a casa, pero la sensación de cabreo duró hasta el lunes por la mañana...

Pero ya. Ni cabreos, ni agobios, ni cansancios. Hay que comérselos con patatas. O, al menos intentar hacer morcillicas de arroz con ellos. Que no, que no podrán... y, con vuestro permiso, me voy a permitir el toque épico del evento ;-) Necesito reírme un poco de mí misma :-)




¡¡Towanda!!

Arroz...


Hacer limpieza en el disco duro tiene su recompensa. Encuentras trocitos de ti misma que te hacen sentir bien, sobre todo si se refieren a recuerdos que compartes con más gente sabiendo, además, que esas personas los van a compartir con el mismo cariño que tú; como estos:







Fue el 15 de noviembre; hacía un sol precioso. También hacía frío, pero no importaba porque estábamos allí tantos y tantos arropándoles, arropándonos... Es una de las bodas en las que mejor me lo he pasado en mi vida y la primera a la que fue María, que salió encantada. Pero lo realmente hermoso fue la ilusión que me hizo estar allí, con eso novios tan guapos, formando parte de un grupo de amigos increíbles.

La boda de Emilio y de Cristina sirvió para que muchos nos volviéramos a ver después de mucho tiempo. Supongo que no puedo evitar ponerme en modo madre abadesa en estas ocasiones y recordar cómo eran cuando les conocí. Y emocionarme viendo cómo se han ido construyendo. Y enorgullecerme de ello.

Es un honor formar parte de vuestras vidas :-)

jueves, 26 de febrero de 2009

Y una semanita de fiebre...


Os empecé a contar la odisea del último ingreso y de cómo me pasé unos días bastante flojita... al final de puro hambre, más que de estar enferma :-) A ver si consigo rematar la tarea de forma inteligible.

La pesadilla de la "dieta líquida" acabó el martes con la dieta semilíquida y el miércoles ya fue el día que me dejaron levantarme de la cama y me pusieron a dieta normal. Bueno, pues ese día ¡¡empezó la fiebre!!

Si seré pupas... Estaba tan feliz por la tarde y, en estas, me toqué la frente y le dije a mi madre que parecía que tenía fiebre. Pues sí. Pasan a tomarme la temperatura y 38.5 que tenía una servidora. Venga, pues, marchando una ronda de antitérmicos, que invita esta buena gente.

No sé cómo explicaros lo que fueron esos días sin caer en la imagen de la montaña rusa :-) pero es que es lo único que se me ocurre: notaba que empezaba a cocérseme la frente, avísaba a mi madre, o a quien estuviera conmigo, para que fuera a buscar un termómetro, comprobábamos que marcaba entre 38.5 y 39.5, que venía a ser mi rango favorito, y ¡¡alehop!! me ganaba un bonito gotero con antitérmico. Nos poníamos a sudar juntos el bueno del goterillo y yo y, ¡¡tachán!!, a cambiar toda la camita que había quedado hecha una piscina (desde aquí todos mis besos y cariños para Juani, que fue la que más sufrió con estas coyunturas, ¡guapa!. Yo creo que asocia mi cara a una sábana, pero no por lo pálida que pueda estar ;-)). Y lo malo es que volvía a empezar el proceso, una y otra vez. Me hicieron cultivos para ver qué bicho me había cogido cariño, pero nada de nada...

Bueno, tampoco era algo que me fastidiara mucho, pero sí es verdad que estaba retrasando el tema de iniciar el tratamiento con la quimioterapia. Mientras tanto, la verdad, tampoco nos lo pasamos tan mal. Así a bote pronto, con recordar el día en que vino Rober a raparme pues ya me puedo partir la caja :-) Se me estaba cayendo mucho el pelo por culpa de la radioterapia y le pedí a mi amigo que viniera, podadora en mano. Pero es que, no sé cómo, nos juntamos ocho personas en la habitación y aquello era una rueda contemplativa, con Rober y servidora en medio, sintiéndonos observados... ¡¡por buitres carroñeros dispuestos a criticar cada movimiento en falso de Rober!! :-D

O el viernes. Fue día "camarote de los hermanos Marx" :-) No por toda la gente que pasó por el hospital (¡qué también! :-D), sino por todo el cúmulo de cosas urgentes por hacer que se juntaron esa tarde. Por la mañana, mi oncólogo había pedido una placa de tórax y un par de transfusiones de sangre. Pasó la mañana y se hizo la hora de comer. No hacía ni dos minutos que acababa de lanzarme en plancha a mi bandejita de comida, cuando apareció la persona que tenía que hacerme la transfusión. Lo normal, vamos. Ah, sí, por precaución, hay que tomar la temperatura. 38.7, "Uys, entonces no te puedo transfundir ahora, hay que bajar la temperatura..." En fin, como a esas alturas lo de mi desmadre térmico ni me inmutaba, yo le dije hasta luego y seguí comiendo. Al ratito tenía a mi antitérmico en gotero preferido a mi vera, a mi vera, siempre a la verita mía...

Y en hora y media estaba en 36.5 grados; pensaba que intentarían de nuevo lo de la transfusión, pero no: me bajaron a hacer la placa de tórax. Eso sí, fue un visto no visto, por si venían los de la sangre. Y vinieron casi enseguida. Una bolsa y luego otra. Y no hubiera pasado nada raro si no fuera porque en esta ocasión vino un chico bastante alto... pero bastante alto. Bueno, antes creo que debería comentaros que pillarme una vía en vena para conectar los goteros es bastante difícil; y la vía que llevaba ya tenía una semana y empezaba a hacer mala carita. Y la sangre es más espesa que el suero fisiológico salino, y el buen hombre no veía muy claro cómo iba a ir el proceso. Así que decidió aliarse con la fuerza de la gravedad y no se le ocurrió mejor idea, para intentar mejorar el tráfico, que elevar tanto como pudo la vara del gotero... dejó bien alto el listón, vaya que sí... sí, sí, la idea estuvo bien, las dos transfusiones fueron de maravilla. Anda, qué tontería... ese chico tan alto y tan majo... se dejó el gotero con los ganchos de sujección de las bolsas a más de dos metros del suelo de alto. Y ¿qué créeis? ¿qué se podía mover y recolocar en su sitio? Pues no. Por lo visto, además de alto era fuertote, también :-) El número de intentos que se hicieron para bajar aquello, se aproximó bastante al número de intentos de empuñar a Excalibur. Y no aparecía un rey Arturo por ninguna parte, oiga.

En fin. Las enfermeras de mi sala eran encantadoras. Pero salvo tres, casi todas medían menos del metro sesenta. Cada antitérmico, cada nolotil, cada protector de estómago... saltitos. Pero lo malo era la bolsa de dos litros de suero salino. Dos litros. Dos kilos. Elevarlo dos metros sobre tu cabeza y colgarlo en un gancho que está más bien cerradito para que la bolsa no escape. Recuerdo una noche, una chica especialmente menudita y su mirada de la bolsa al gancho y del gancho a la bolsa. Apuntó y lo intentó, pero me asustó hasta a mí, que me la vi de bruces en el suelo. Me levanté de cama, le quité la bolsa y la colgué. "Y échame la bronca porque no puedo hacer eso, pero..." Preferimos reírnos :-D

¿Y cómo acabó la cosa? Pues que el domingo, mientras hablaba con mi madrina por teléfono se oyo un ¡¡PLOFFF!! tremendo. Miré y el palo del gotero se había encajado en su lugar original misteriosamente y él solito. Curioso. Ni me había dado cuenta de que el rey Arturo había pasado por allí :-) Pero todas las enfermeras se lo agradecieron igual ;-)

El lunes, visto el éxito obtenido con el antibiótico que debía mitigar mis fiebres y siguiendo el protocolo médico habitual, me cambiaron el tratamiento y me sacaron más sangre para hacer nuevos cultivos. Hoy es el día en que aún no tengo ni idea de con qué bicho loco ligué en el hospital. Pero el nuevo antibiótico empezó a funcionar muy bien desde el principio y ya no volví a tener esas subidas de temperatura. Lo único que no emocionaba a mi oncólogo era mi bioquímica, con unos niveles de proteínas tan bajos que le llevaron a preguntarme si no comía o qué. Puse mi mejor cara de angelillo y le juré que no me dejaba ni las migas. Así que, aquí me tenéis, desde aquel día, tomando batidos de proteínas en estado puro. No, si cuando acabe esto igual me dedico al culturismo :-)

Y ya. Se acercaba el momento, ya me habían remendado completamente y eso quería decir que era la hora de iniciar la quimioterapia.

Empecé mi primer ciclo de quimioterapia el jueves. Es curioso el proceso, la sincronización entre las diferentes bolsas, hidratación, medicamento, hidratación, medicamento... me dijeron que en cuanto acabara, me podía ir a casa. Pero en cuanto vi llegar la última bolsa, no pude evitar reírme y decir "Sí, sí... pues lo mismo va a ser que duermo aquí..." Era mi querida bolsa de suero salino de dos litros que me acompañó fielmente durante los quince días que estuve ingresada. Y, señoras y señores, dos litros dan mucho de sí. Tanto, que eran las diez y media cuando dejé el hospital :-)

Mis ciclos de quimioterapia serán de veintiún días. Me sigue resultando raro pensar como todo esto me va a servir, a la fuerza, para calmar mi ritmo de vida. Cuando me hablaron de una baja de seis meses mínimo, un año como periodo normal e incluso más, no daba crédito; no es algo que pueda asimilar a otras enfermedades o, al menos, a enfermedades que yo haya pasado. Como este pensar en recuperarte entre un tratamiento y otro, pensar en que han de pasar veintiún días... Curioso, algo más que aprenderé de todo esto, a no forzar el tiempo, a no intentar forzarlo en vano...

En cuanto a los efectos secundarios. En este ciclo son muy llevaderos, por lo que estoy observando. Ni naúseas, ni mareos, ni esas cosas terribles que te cuentan; sí que he estado un par de días apática, planchada y sin ganas de hacer nada... me hubiera pasado el día en el sofá sin moverme. No hubiera comido por no moverme, por ejemplo. Afortunadamente, lo del autocollejeo me funciona de mil maravillas y vaya si me moví e hice alguna cosilla. Y, por supuesto, comí ;-)

No sé cómo será el próximo ciclo. Tampoco me preocupa, ya llegará. Habíamos quedado en que iba a aprender a no forzar el tiempo, ¿no? Pues de adelantar acontecimientos... ¡ni hablamos! ;-) Dejemos que llegue y peleemos entonces si debe hacerse... Ein, y que cuento con vosotros y vuestra ayuda, no lo olvidéis :-)

03/06/09


No os despistéis: la fecha está en inglés y ya no falta nada, como decía ayer el compañero de Crónicas desde Sepelaci,



No estoy segura de que ese sea o no el trailer oficial. Pero sí sé cuál es mi preferido,




El primero, el que me dejó a cuadros y el que me enganchó completamente en una historia que no conocía y que me ha dejado absolutamente boquiabierta desde que me metí en ella.

Ya no falta nada para ver el resultado. ¿Nos gustará, nos pondremos a despotricar sobre si el tono azul de la piel del Dr. Manhattan es o no es el adecuado...? Pronto saldremos de dudas :-)

No quería abusar de trailers y spots en la entrada (por aquello del efecto spoiler), pero si alguien tiene interés en ver más, me he encontrado una buena colección en esta dirección. ¡Qué aprovechen :-)!

PD: Próxima parada, Promethea. Googlead un ratito ;-)

miércoles, 25 de febrero de 2009

El señor Joan


No sé si recordáis una entrada en la que yo sólo puse el blog: Merxe puso la historia, María puso los dibujos, un comentarista anónimo publicó la narración completa y, sobre todo, un buen hombre al que no tuve la suerte de conocer, puso la magia en una mañana de marzo de 2006, recorriendo los alrededores de Castellón con una pandilla de niños, mientras les mostraba el escenario de una congolla épica: la del héroe Tombatossals y sus compañeros.

Si vais a esa entrada, veréis que el último comentario es, precisamente, de Merxe:


Esta semana se ha muerto el señor Joan. Le he preguntado a Carlos si lo sabía, porque era el abuelo de uno de sus compañeros, y me ha dicho que no. El año pasado, cuando murió la madre de una niña de clase, tampoco se habló de ello en clase. Sigue siendo un tabú este tema ¿no os parece?

El día que pasamos tan a gusto con el abuelo de Alberto y todo lo que aprendimos, fue genial. He pensado que puede ser bonito hacerle un pequeño homenaje, así que he preparado una carta para que la puedan leer en clase, he hecho un vídeo con las fotos de aquel día y también les pasaré el documental de 60 minutos titulado "Pensant en els altres" ya que allí se ve una bonita forma de abordar el tema de la muerte cuando le pilla cerca a un niño de clase... bueno, eso y más cosas.


Hemos comentado entre nosotras más cosas desde que dejó este comentario; por ejemplo, el rechazo de algunos padres a hablar sobre este tema y el estupor que ello le provoca. Y es cierto, no sabemos enfrentarnos a este tema, no sabemos hacerlo con naturalidad. Y lo que es peor, transmitimos nuestros propios temores a nuestros hijos, sin enseñarles que, al fin y al cabo, no es más que parte de todo el proceso. Y que hay que aprender a aceptarlo, para poder disfrutar de verdad del regalo de estar vivos, con todos los problemas, alegrías, dolores, amores, amistades, música, luz, oscuridad, frío, calor, hambre, satisfacciones, orgullo, cariño... de todo ese repertorio de pequeños regalos diarios que no sabemos apreciar de verdad... bueno, sí, si realmente paramos un momento, respiramos y miramos con los ojos bien abiertos. Como los niños.

Los niños tienen curiosidad por la muerte. Me consta. También me consta que no es un interés morboso. Es, simplemente, parte de su curiosidad y su aprendizaje. Recuerdo cuando Carlos, el hijo de Merxe, le pidió ir a visitar el cementario para ver cómo era. O las preguntas de María sobre el tema, formuladas con total naturalidad. Hasta hace poco, vaya. Se va haciendo mayor y supongo que aumentan otras influencias externas (amiguetes en el cole, por ejemplo) y la veo dudar; y, a veces, me dice que le da miedo. Yo suelo contestarle lo que creo de corazón: que lo que le tiene que dar miedo es desperdiciar la vida y dejarla pasar sin hacer en ella todo lo mejor que pueda y sepa hacer.

Mi hermano vive en Madrid (ha intentado escapar varias veces, pero siempre le atrapan de nuevo). Ayer estábamos hablando sobre la locura de los centros comerciales y el aborregamiento al que parecen abocar a la gente. Yo me había encontrado una cita en microsiervos, Todos los blancos tienen reloj, pero ninguno tiene tiempo. Es un proverbio senegalés del que deberíamos tomar nota. En serio. Igual que el tema de aprender a querernos, de aprender a disfrutar más de la vida, de vivirla y no de apurarla, de no nadar contra ella como si fuera una enemiga que se escurre sin que nos dé tiempo a fichar...

Igual pensáis que estoy más sensibilizada por el tema, en mis circunstancias. Bueno, es muy posible, para que me voy a engañar. Pero tampoco; esto puede salir bien o puede salir mal. Me puede atropellar un camión cuando vaya a ponerme la próxima sesión de quimio, sin ir más lejos. Me puedo morir del proceso natural del cáncer. Me puedo curar, pero eso no va a ser más que una oportunidad preciosa de seguir alucinando con María y con la vida... hasta que muera.

He cumplido muchos sueños. Estos días me he dado cuenta de que con los demás parece que tampoco lo he hecho mal... me ha visitado gente a la que hacía años que no veía y se me caía la baba viendo cómo habían crecido, cómo hablaban de sus trabajos, de sus ilusiones, de sus novias y novios... y tenían el detalle de incluirme en su vida y decir lo que les había ayudado. Claro, delante de ellos disimulaba y me reía, pero luego me entraban unas ploreras de emoción por la noche que tenía que disimular para que los que estaban conmigo en el hospital no se pensaran que me encontraba mal. Jodios. Os quiero. No os imagináis lo bien que me hacéis sentir.

El señor Joan hizo magia una mañana de marzo de 2006. Estoy segura de que hizo magia muchas veces más. Seguro que Alberto lo va a guardar muy dentro de su corazón, igual que yo guardo a mi propio abuelo y a nuestras fabulosas complicidades. Siento no haber conocido a este hombre más que de oídas y siento que el homenaje que le puedo rendir desde aquí sea tan pobre. O no. Igual es una buena idea asociar su recuerdo a la vida, a crear momentos mágicos en la vida. Un saludo, señor Joan.

martes, 24 de febrero de 2009

Hospital food


Tópico número uno: Los enfermos pierden el apetito. Tópico número dos: la comida de hospital es incomestible. Pues no, ¡fuera tópicos! :-)

En esos días raros que os contaba antes, pasé dos días en ayunas... con el agravante de la sonda y la sensación de tener esa goma agobiante en la garganta. Cuando el sábado, por fin, me la retiraron, no pegué brincos de alegría por aquello de estar algo baja de forma, pero me pareció una maravilla poder beber agüita... y ya, cuando pronunciaron las palabras "Dieta líquida", me pareció estar tocando el cielo con mis manos. ¿En qué consiste? Bueno, digamos que en la bandeja de la comida apareció un zumito y un caldito. Felicidad absoluta. Por la tarde, pues una taza de leche con cacao. Y por la noche, volvieron a aparecer un zumito y un caldito :-)

El domingo, pues más de lo mismo: desayuno, un zumito y una lechita con malta; comida, un zumito y un caldito; merienda, una lechita con cacao y cena, un zumito y un caldito. Bien, bien, había que recuperarse de poquet a poquet, sin prisas y sin pausas, a recuperar mis procesos digestivos...

¿Os imagináis el menú del lunes :-D? Pues sí, eso mismo: desayuno, un zumito y una lechita con malta; comida, un zumito y un caldito; merienda, una lechita con cacao y cena, un zumito y un caldito. No sé por qué, pero el regimen ya empezaba a desesperarme un poco ;-) Bueno, qué diantres, ¡si soñé con que me comía un paquete de rosquilletas, era mi máxima ilusión en aquel momento! :-)

Lo peor llegó el martes. Vamos, que servidora estaba ya toda recuperada de sus achuchones del fin de semana y tenía alucinaciones por culpa del hambre. Cuando me entraron el desayuno, un zumito y una lechita con malta, os juro que tuve visiones con un panquemao que daba vueltas alrededor de la bandeja del desayuno y que no podía parar... allá iba yo, pegando manotazos e intentando pillarlo, pero no se dejaba el muy... luego, ya me di cuenta de que era un producto de mi imaginación :-)

Ostras, qué hambre tenía. Recuerdo que mi madre estaba hablando con la madre de Merxe sobre lo que harían a estos politicastros ladrones que se dedican a robar dinero... meterlos en un sitio sin darles ninguna opción, hasta que devolvieran todo... y, de repente, desde mi cama se oyó gritar: "¡¡Y con dieta líquida!!" :-) Había una chica limpiando el suelo de la habitación y creí que se caía de la risa que le dio; el grito debió de salirme del fondo del alma... o del fondo del estómago, vaya usted a saber.

El caso es que el día me reservaba una sorpresita y, a mediodía, me sorprendieron con la "Dieta semilíquida": un zumito, ¡¡un puré!! y ¡¡natillas!!. No me lo podía creer :-) Además, por la tarde, cuando ya no contaba con ello, a la taza habitual de leche se habían unido, mágicamente, ¡dos paquetes de galletas!. Las recibí con un "¡¡GALLETAS!!" digno del mismo Triki y que hizo pegar un brinco a la enfermera. "¿No te gustan?" "¿Que si no me gustan? No te estoy besando los pies porque no llego desde aquí..." Vaya, qué festín me di.

Por la noche, se repitió el menú de mediodía (qué buenos estaban los purés, diantres) y ya, el colmo llegó a la mañana siguiente, el miércoles: bandeja de desayuno completa y desbordada, hasta habían añadido tostadas con jamón york. Cuando lo vi, os juro que empecé a llorar y no es una exageración. A mediodía empecé con la dieta normal; además, ese día ya me dieron permiso para levantarme y moverme.

En fin, avisados quedáis. Si me oís mascullar entre dientes "A este ¡¡dieta líquida...!!", que sepáis que estoy usando mi nueva maldición en arameo ;-) destinadas a los hipermalignos de la galaxia :-)

(Dedicado a la gloriosa memoria del arroz al horno que me trajeron para comer ese bendito miércoles... )





lunes, 23 de febrero de 2009

Pastillas Valda


¿De verdad la farmacia de la calle Velázquez tenía una campanilla en la puerta, o es algo que mi imaginación ha añadido a la escena? Da lo mismo, en cualquier caso. Sí recuerdo el par de escaparates, el de la farmacia normal y el que exhibía piezas de ortopedía. Y en que mis ojos sólo se fijaban en el primero: siempre decorado con unos muñecos de plástico que, en mi fuero interno, miraba con la esperanza de que, algún día, lo conseguiría y mi madre accedería, al fin, a comprarme uno de ellos... algún día...

Pero, normalmente, el paso por la farmacia era breve y para comprar pastillas Valda. En su caja de cartón amarilla, con cantos blancos; un dibujo de un par de pastillas, verdes, muy verdes en el frente. Y letras negras con la fórmula y las propiedades medicinales en la parte trasera. La caja venía envuelta en papel celofán y, cuando la abrías, encontrabas las pastillas dentro de otra bolsa. Verdes, muy verdes, eran pastillas de menta, rebozadillas en azúcar y parecían gominolas.

Esa era la imagen que ofrecían en la farmacia, recién compradas. Pero la auténtica, la que de verdad asocio a mi infancia, era la imagen de esa misma caja, al cabo de unos días, dentro del bolso de mi madre. El celofán exterior roto, la cajita arrugada de un modo imposible, la bolsa interior semisolidificada, con las pastillas fundidas entre sí, dibujando lomos de menta increíbles... pedías una y había que "cortarlas" para poder separarlas...

De las pastillas Valda me acordé el otro día, al volver de darle a miniYo su beso de buenas noches en la cama. Mi madre no me daba beso de buenas noches, pero me daba "pastillas Valda de buenas noches" y me dejaba la boca, el sueño y los sueños llenos de olor y sabor a menta... noche tras noche, sin pastilla no se podía dormir... sueños de menta fresca. Mi madre envolvía mis sueños con menta fresca, cada noche.



-"Pues ya lo sabes, entonces, fumo y no tengo nada más que decir..."
No le estaba mirando y ella tampoco me miraba a mí.
-"¿Por qué?"
Ya estábamos...
-"Pues porque me da la gana, por fastidiar, porque no es algo que decidas tú, y porque me apetece..."
Bien por mí, si sigo así seguro que la convenzo de que soy una tía de lo más madura y seria... ¿por qué se lo tiene que tomar así?
-"¿No te he dado siempre información sobre el tema? ¿No he procurado explicarte siempre los peligros del tabaco?"
-"Sí, y tu marido bien que me ha fumado siempre encima..."
-"No hablo de tu padre, a mí no me habrás visto fumar nunca, ni en una boda, ni en ninguna circunstancia. En fin, allá tú, es tu vida..."



Del sentimiento trágico de la vida, o de como no es muy sano dormirse para la siesta las películas chungas de Antena 3 y Tele 5. Vale, me explico: cuando empecé a pensar en dejar de fumar y luego, cuando ya lo había dejado, en ocasiones me asaltaba la idea de que el día menos pensado me iba a encontrar una sorpresita como ésta... igual sólo una excusa más para demorar la decisión de dejarlo del tipo "Ya verás, lo dejarás pero ya estarás pillada y cuando estés más confiada saldrá el payasete de la caja resorte con una gran nariz roja, riéndose de ti..."¡¡SoooooooorpresaAAAA!!"

No deja de ser otra forma de engañarse para no dejarlo, claro, aunque a los tres días de haberlo hecho ya haya mejorado tu calidad de vida y ya haya merecido la pena (incluso a pesar del mono, eres capaz de reconocerlo). Pero la mente tiene extrañas formas de retorcerlo todo y de hacerte permanecer en decisiones erróneas, con las excusas más estúpidas. En mi caso, salí de ahí y es una de las cosas de las que me siento más orgullosa; a pesar del cáncer y salga como salga todo este lío. Me demostré que podía hacerlo y, sobre todo, gané siete años de calidad de vida, de volver a respirar, y poder hacer a gusto tantas pequeñas grandes cosas: nadar, correr... jugar tranquilamente con mi hija, lo mejor.

Cuestión aparte fue la tontería de empezar. La conversación anterior no contendrá los términos exactos que discutí con mi madre, pero sí fue muy parecida a lo que he escrito. Lamentable, ya lo veis. Lo tenía todo a mi favor y yo lo único que quería era una madre normal, que fumara un pitillo de vez en cuando y no me montara una tragedia al enterarse de que yo fumaba. No sabía apreciar a la madre que tenía, a la madre que tengo. Igual me venía grande y era demasiado generosa para mí. Me gustaría ser capaz de conseguir transmitir algo de todo esto a María; el otro día pensaba que merecería la pena si con esto conseguía no fumara, aunque tengo claro que es algo en lo que acabará decidiendo ella. Al fin y al cabo, yo tampoco supe aprovechar la experiencia de lo que le pasó a mi padre con el tabaco. Aunque creo que María es más sensata que yo.

Es una sensación rara. Por un lado, no me apetece colgarle mis alforjas, ya tendrá bastante con las suyas. Por otro, quiero prevenirla para que no llegue a sentirse tan imbécil y destripa ilusiones como yo me siento al pensar en mi madre, al pensar en todo lo que peleó para que yo no fumara. En todos los sueños de menta en los que me envolvió, aunque yo me empeñara en cambiarlos por nicotina y alquitrán.

Por ti me voy a pelear, mamá. No quiero desilusionarte.

domingo, 22 de febrero de 2009

Cuatro días raros



He estado mucho tiempo fuera; me ingresaron el día cinco de febrero y hasta el pasado jueves, el diecinueve, no me dieron el alta. Bueno, me dieron el alta y el primer ciclo de quimioterapia que, afortunadamente, estoy llevando bastante bien. Por ahora, no me están afectando ninguno de tantos y tantos efectos secundarios que asocian al tratamiento... toco madera y a ver si sigue la cosa así.

Lo que sigue es algo que escribí en el hospital. No tenía conexión a internet, pero sí tenía el portátil. Y hubo un momento en que me preocupaba olvidar ciertas cosas. No sé si son importantes o no, pero a mí me interesaba no olvidarlas. Espero que no resulten ser muy feotas :-)


El blog está parado desde el día cinco de febrero, lo siento; pero es que tuve que ingresar de urgencias. Sangre en heces y un susto bastante majo. Llamé a una ambulancia y allá que nos fuimos al hospital... con el agravante de que mi madre tenía un trancazo de mucho cuidado y yo no tenía muy claro si no acabaría necesitando ella que la atendieran también. Casi acabé teniendo razón. Hmmm, releo el párrafo y me ha quedado pelín seriote tirando a feo... pero es que fue mi tarde horribilus y, bueno, no se me ocurren muchas formas majas de contarlo.

Porque fue una tarde penosa. Llegué a urgencias sobre las tres y me dejaron en una camilla. Afortunadamente, enseguidita oí que alguien con la voz muy parecida a la de Merxe, intentaba que le hicieran caso en el mostrador. Le pedí a mi madre que fuera a traérsela y, al ratito, estaba a mi lado. Y Carlos, claro, no me voy a olvidar de mi chico favorito. Y es que la tarde prometía ser larga; y lo fue.

Llegó la médico de guardia y las preguntas habituales, esas que sigo sin saber contestar a veces, porque sigo sin saber observarme, aún no he aprendido. La primera valoración le llevó a pensar que la medicación que seguía en la rutina de medicamentos que me habían diseñado, me había causado o bien una gastritis o bien una pequeña úlcera, y que de ahí procedía la sangre. Para asegurarse, me iban a colocar una sonda nasogástrica para ver si había sangrado de estómago. Ays. Niños, no lo intentéis nunca en casa o, por lo menos, no lo hagáis todo del revés como lo hice yo, que en mi vida he pasado por pocas experiencias tan desagradables. Se suponía que debería llevar la barbilla al pecho y tragar el tubito de goma mientras respiraba tranquilamente... la realidad fue que mi cabeza se fue ella solita hacia la espalda mientras yo notaba como me estaba entrando un tubo más grande que mi nariz por ¿mi nariz? y mientras jadeaba casi agobiándome, se iba acercando a su ubicación en la garganta (si llegaba más abajo o no, es algo que ignoro, mi sensibilidad se acababa allí). Por no hablar de que se supone que mis manos deberían haber estado sujetas bajo mi culo y acabaron revoloteando por encima de todas las cabezas presentes en el evento; claro que eso ya no me molestó tanto, el objetivo al sujetarlas era evitar que agrediera al ATS... ¿y el derecho a la legítima defensa? :-)

Recapitulemos. Estaba en una camilla y, ahora, tenía trompa y una bonita bolsa a juego donde se empezaría a ver el contenido de mi estómago. Faltaba algo... una foto, claro, faltaba una placa de abdomen. Y en esas empezó la parte más horribilus del evento: el aparato estaba estropeado. Empezó una espera desesperada. Yo ya llevaba tres horas en esa camilla y apenas podía moverme; empezaron a dolerme las piernas. Merxe se había ido hacia un ratito, a atender a su hijo. Mi madre estaba completamente agotada, dormida en una silla del box, buena parte de la tarde. Por fortuna, en esas escuché la voz de Lledó en el mostrador. Isma y JuanMa tuvieron que quedarse fuera, pero mi chica pasó para dentro y estuvo un buen rato entreteniendo al dolor de la pierna y dándome a mí un respiro y el par de abrazos que estaba notando a faltar. Luego se fue y volvió Merxe y apareció Antonio que había dejado a María en casa. Aprovechamos para que mi madre fuera a casa también, con alguien que la acompañara. Y eran ya las ocho y no se sabía nada de mi placa. Bueno, miento: vinieron a buscarme en ese momento para hacerla.

Y justo cuando parecía que ya empezaba la cosa a tomar buen rumbo, empezaron a dolerme cada vez más y más las piernas. Y en esas que suena el teléfono y es María diciendo "Papá, ven a casa, ven a casa, abuelita está muy mal". Mi madre se había caído al suelo. Y tiene tela mi niña: llevó corriendo una silla de la sala a la cocina, y consiguió que mi madre se sentara en ella. Y así las encontró Antonio al llegar. Me encanta ese carácter resolutivo de mi hija y ese asustarse pero sólo después de que ya ha hecho lo que ha podido y lo ha hecho muy bien, además. ¡Bravo por ella! :-)

Como a las once ya era oficial mi ingreso en el hospital y ya tenía habitación. Para esas horas ya no sabía que hacer con mis piernas. Sólo era capaz de llorar, llorar mucho y sentirme completamente impotente y dolorida. Me habían puesto diversos tipos de calmantes... hubo uno que me engañó durante diez minutos, al cabo de los cuales volví a sentir la risa malévola del dolor diciéndome que no me iba a librar de él tan fácilmente. Porque estaba allí, otra vez.

Lo último que me hicieron en urgencias, tenía forma de inyección intramuscular y tardó en hacerme efecto lo que tardamos en llegar a la habitación 225 de Oncología Hospitalaria, reconocer el saludo cariñoso de Yolanda al llegar a la habitación y dejarles hacer mientras me trasladaban a la cama y me iban llenando de goteros y demás parafernalia hospitalaria. Creo que hasta cayeron dos bolsas de sangre transfundidas. Y dice Yolanda que yo seguía pidiendo "¡Drogas, drogas!", hasta que, por fin, empezó a hacer efecto el chute de urgencias y empecé a quedar dormida.

Para cuando desperté, era viernes y no había dolor :-)

***ooo***


Era viernes, no había dolor y tampoco había desayuno. Comer y llevar una sonda nasogástrica son actividades incompatibles. Adivinad cuál era la accesoria. Pues eso, sin comer :-D Ni beber, claro.

Recuerdo pocas cosas del viernes, se me pasó como el escenario de un (mal) sueño y las pocas imágenes que recuerdo, apenas tienen continuidad. Estaba casi obsesionada con no olvidar que tenía cita, a las cinco y media de la tarde, para hacer un TAC y lo repetía una y otra vez por si lo olvidaban. Y fue el día en el que el pelo empezó a caerse (cosas de la radioterapia). Je, no os imagináis la cantidad de pelo que tengo y eso de que, sin previo aviso, decidiera que quedaba mejor en las sábanas, en el suelo, en cualquier sitio que no fuera la propia cabeza, tuvo su gracia... hasta que todo el mundo empezó a darse cuenta de lo inútil que era intentar recogerlo :-)

Ya os digo que recuerdo pocas cosas. Mis ángeles guardianes, Merxe y Cristina, debieron de estar por aquí, velando por mi madre en casa y por mí, aquí. María no fue ese día al cole y estoy segura que también puso su grano de arena cuidando de mi madre. Pero el que se comió el gran marrón (y no glacé, claro) fue Germán. Pasó toda la tarde conmigo, bajadita al TAC incluida. Y lo malo es que la parte del dolor de piernas se iba a repetir casi idéntica a la de la tarde anterior. A las seis sentí los primeros dolorcillos que me hicieron intuir que se iba a repetir el proceso. Y cuando me disponía a bajar de la cama e intentar paliar el dolor andando, apareció una médico en la habitación que me dijo que a partir de ese momento, sintiéndolo mucho, tendría que estar inmovilizada. Me habían visto en el TAC un trombo en el pulmón. Una situación curiosa: aún estaban valorando y estudiando el porqué de la hemorragia que había motivado mi ingreso. Y se encuentran con un trombo que, de normal, se trataría sin problemas con anticoagulantes... si no fuera por el pequeño detalle de que no me los podían suministrar a causa de la hemorragia. Solución, no podía moverme de la cama hasta nueva orden ya que el trombo se me podría subir a la cabeza (¿sería de buena cosecha, al menos :-)?). En fin, acepté estoicamente mi nuevo destino.

En estas estábamos cuando llegaron Antonio y María, sobre las seis y media. Me pedí un ratito a mi niña, que hacía mucho que no la veía; mientras tanto, el dolor de piernas iba creciendo más y más. A las ocho le pedí por favor a Antonio que se la llevara a casa. Iba a empezar a llorar de un momento a otro y no quería que la niña me viera así. Y vaya si empecé a llorar. Y a jurar en arameo. El bueno de Germán, que es sagitario como una servidora, empezó a enfadarse a base de bien contra mis dolores. Igual los que no seáis sagitario no lo entendéis, pero enfadarse en un enemigo y focalizar en él nuestra rabia, nos ayuda a que no se nos note tanto el miedo y la rabia que nos puedan dar ciertos tipos de enemigos intangibles, contra los que es difícil luchar y que, además, estén haciendo daño a un amigo. También ayuda a intentar ser prácticos en estas situaciones. Germán me ofrecía sus manos para apretarlas y que pudiera espantar así el dolor. Bueno, consiguió algo más importante, porque el muy bestia está realmente cachas e intentar apretar sus manos era como intentar apretar rocas, misión imposible. Así que, por lo menos, pude reír al comprobar primero, su cariño y, luego, lo fuertote que está, caramba. Tengo que recordar no caer nunca en la tentación de intentar pelear un pulso con él ;-)

A eso de las nueve, volvieron al intento fallido de intentar conseguir que pasara el dolor con el Nolotil. Esta vez ni siquiera me hizo los diez minutos de efecto; y dice Yolanda que yo volví a mi letanía de "¡Drogas, drogas!" hasta que, por fin, se repitió también el "chute de urgencias" y cuando empezó a hacer efecto, empecé a quedarme dormida.

Y para cuando desperté, era sábado y mi oncólogo preferido estaba allí, salvándome la vida, que es lo suyo :-)

***ooo***


Porque eso, por fin, fue un rayito de sol: ese sábado estaba de guardia mi oncólogo preferido. Supongo que antes, en la mañana, pasaron más cosas, pero mi primer recuerdo de ese día fue verle a él, a los pies de la cama, indicando los tratamientos a seguir y sonriéndome; tuvo la virtud de tranquilizarme. En eso tuvo buena parte de culpa el hecho de constatar que pertenece al grupo A (lo entenderéis más adelante ;-)). No sé qué fue todo lo que estuvo disponiendo para intentar arreglar el desaguisadillo, pero en ese momento sólo fui consciente de que estaba indicando que me retirarán la sonda y que podría iniciar una dieta líquida. Las dos cosas me sonaron muy bien :-)

Retirar la sonda tampoco es moco de pavo, pero es bastante menos desagradable que colocarla y, además, al final del proceso respiras mucho más fácilmente y vuelves a ser dueña de tu garganta. Si, además, te puedes permitir un trago de agua después de dos días sin probarla, ya tiemblas de felicidad ;-) Y si al cabo de un rato te traen una bandeja de comida con un caldo y un zumo eres casi feliz... hmmm, bueno no adelantemos acontecimientos, que lo de la dieta líquida tuvo su tela en los días posteriores :-) pero os puedo asegurar que ese primer banquete me hizo muy feliz...

Del resto del sábado recuerdo que fue el "día del oxígeno". Gasometrías. No tenía ni idea de lo escondidas que están las arterias y lo difíciles que son de encontrar. Aunque con lo que realmente aluciné es con el aparatito que utilizan para medir la saturación de oxígeno en sangre. Yo estaba convencida de que me estaban poniendo pinzas para tomarme el pulso, hasta que de una conversación deduje lo que hacía esa pequeña funda plástica que pinzaba mi dedo. Ni podía imaginarme cómo lo hacía; pregunté al cabo de unos días y el médico me dijo que creía recordar que se basaba en fibra óptica. Me falta preguntar a google, pero llegamos a un principio de explicación de andar por casa, combinando, de alguna forma, la irradiación de luz con el color que adquiere la yema del dedo cuando la aprietas y recurriendo al análisis de la luz resultante para poder deducir cuánto oxígeno hay en la sangre. Me parece un invento de estos que me dan ganas de presumir de pertenecer a la especie humana.

El resultado de la gasometría y demás medidas, fue una bonita máscara de oxígeno, con regalo de gafas de nariz a usar como suplemento en las horas de las comidas. Todo ello en un tono verde muy fashion. Bueno, pues aún así, menudo susto se llevaron Sofía y Alicia cuando llegaron. Menos mal que les convencí de que estaba probando el disfraz de piloto de caza. Valeee, no coló pero nos reímos. Además, el tema pegaba con los planes de Ali de someterse a una maratón de todas las películas de Star Wars, para documentarse convenientemente antes del siguiente fin de semana, que se iba a Madrid a ver la Star Wars exhibition :-) Estuvieron las dos poniéndome los dientes pelín largos mientras me contaban sus planes de próximos viajes y, al cabo de un rato, me ayudaron a confirmar una teoría que llevaba elaborando desde la última vez que había estado ingresada: hay 10 tipos de personas en este mundo. Las del grupo A, no resisten a la tentación de acariciarme los dedos gordos de los pies mientras estoy encamada. Los del grupo B me demuestran su cariño con otras carantoñas y caricias, pero se resisten a esos deditos respingones que se adivinan descarados bajo las sábanas, provocando sin querer. Pues nada, que tenía delante de mí, a los pies de la cama, a dos genuinas representantas de cada grupo, cada una alegando motivos para acariciar mis deditos o dejarlos tranquilos. Sofía, a favor y Alicia, en contra y preguntándose que por qué. Hubo un par de momentos Epi-Blas realmente divertidos ;-)

Y ya se iba haciendo la hora de mi pánico particular. Sin embargo, esa noche no me dolieron las piernas. Eso sí, me dieron mi "chute de urgencias" para que durmiera tranquilita :-)

Y para cuando desperté, era domingo y estaba realmente tranquila :-)

***ooo***


Tranquila, pero con dolor de párpados. Vaya, si es que va a resultar que una es realmente sensible :-) Tuve las máscara de oxígeno a toda caña, durante toda la noche y, por lo visto, me afectó a los ojos. No, a los ojos no, a los párpados, que me dolían bastante si intentaba mantener los ojos abiertos. Así que pasé buena parte del día con los ojos cerrados... hasta que me echaron la bronca por no avisar y me dieron un Nolotil que cambió mucho el panorama. La verdad, no tengo palabras para describir lo bien que me trató todo el personal de la sala durante estos días, tengo la sensación de haber estado muy mimada.

Quizá por estar con los ojos cerrados o, seguramente, por ser un día bastante tranquilote, este domingo lo tengo muy, muy desdibujado, apenas recuerdo nada. Juraría que me dediqué, básicamente, a descansar y recuperarme. Tengo revoloteando por la cabeza las risas de Merxe y de María jugando con los móviles y pasándolo bien :-) Y, por supuesto, la visita de Minerva, que se llevó un buen susto, pobre. Ya imagino que verme con los ojos cerrados, medio dormida y con la máscara de oxígeno no debió de ser un espectáculo muy esperanzador. Por no hablar de Eva, Cristina, Manfran y David que no se atrevieron a entrar. Les tengo que mandar un montón de besos en compensación por el susto. De verdad que no estaba tan mal; eso sí, supongo que estaba bastante fatigada por el tema de la falta de oxígeno :-) Pero que tarde tan divertida me pasé recordando mis aventuras con esa promoción... ¡¡mira que nos renegamos mutuamente y que llegamos a divertirnos juntos!! Nunca me lo pasé tan bien peleando con toda una clase... y estoy segura de que fue recíproco ;-) :-P

En cualquier caso, al día siguiente ya estaba mucho más en forma; y el martes, ya me puse en [modo Críspulo ON] ;-) y empecé a hacer gamberradas. Ya os cuento en otra entrada ¿vale? Esta ya es muy larga... y muy quejicosa ;-)


miércoles, 4 de febrero de 2009

Regalos

Llegan muchos, muchísimos al mbox :-) Los besos y abrazos, con vuestro permiso, me los apalanco que estoy necesitada.

Pero hay muchos más regalos que compartir y agradecer :-)
¡¡Gracias!!










via videosift.com

(Fantasía y Fantasía 2000, ¡¡a que no puedes comer sólo una... !!)

martes, 3 de febrero de 2009

domingo, 1 de febrero de 2009

Y llevábamos un buen rato hablando...


... de nuestras tonterías de cada día, de las ocurrencias de nuestros retoños y de las cosas que son nuestras cosas más importantes aunque luego, a veces, disimulamos como si hubiera otras que lo fueran más. Podríamos haber estado en la playa, con los zapatos en la mano a la orilla del mar, mientras sacudíamos la arena de los pies... pero no, claro, estábamos en la habitación del hospital.

Y entonces empecé a mirarte a la cara, hacía tiempo que no estábamos las dos hablando de una forma tan directa y tan íntima; y reparé en tus pecas, que son como mis propias pecas y que conozco desde hace tanto tiempo... Pero lo que más me sorprendió fue descubrir esas pequeñas arruguillas en los ojos. Que son como las mías, que habrán florecido al mismo tiempo que las mías y en circunstancias y por motivos tan similares. Pero, al mismo tiempo, las miraba como hipnotizada por lo que me revelaban de tu carácter y de esa belleza que te he visto ir adquiriendo con los años. Te vi tan serena y tan tranquila que me quedé feliz mirándote. Muy feliz.

Tengo mucha suerte y tú eres fantástica.

ooOOOoo




Estoy segura de que acabará tocándola algún día, si sigue con el instrumento que le han dado en el cole; la canción es para tu niña, y también para ti... me está recordando la paz que sentí al hablar contigo...

Definición



"Lo que le pasa a mamá es que le están creciendo desaforadamente las células del pulmón y le ha llegado el pulmón a la cabeza... "


Aún no sé si es que se lo he contado muy bien, o que se lo he contado fatal. Pero adoro a mi niña :-D

Creo que esta canción ya la he publicado en alguna entrada, pero no puedo resistirme a ponerla... y si está repe, lo siento :-) pero es que estamos entre childhood y womanhood...




Pirates

Ojo con el sandwich de atún.








viernes, 30 de enero de 2009

Otra canción que lleva unos días dando vueltas por el entorno :-)






Més lluny, heu d'anar més lluny
dels arbres caiguts que ara us empresonen,
i quan els haureu guanyat
tingueu ben present no aturar-vos.
Més lluny, sempre aneu més lluny,
més lluny de l'avui que ara us encadena.
I quan sereu deslliurats
torneu a començar els nous passos.
Més lluny, sempre molt més lluny,
més lluny del demà que ara ja s'acosta.
I quan creieu que arribeu, sapigueu trobar noves sendes.




La letra entera la tenéis aquí :-)


jueves, 22 de enero de 2009

Cáncer de pulmón


Y vino el lobo. Niños, que sí, que es cierto: no fuméis, provoca cáncer y puede matar. En concreto, os podéis encontrar esto en un diagnóstico, Carcinoma Broncogénico en estadio IV, con metástasis cerebral.

Así que, con vuestro permiso, empiezo con música. Un amigo me ha pasado esta canción, dice que se la pone cuando sale a andar y no me extraña, a mí me inspira lo de andar, andar y tirar palante, así que va por mí :-)





Y, ahora, a por las cosas prácticas. Primero, vamos a ver si torramos el plastidecor con algo de radioterapia :-)



Luego toca descanso, y a por el bicho del pulmón con quimio.

Y ya os contaré. ¡¡Besos!!

ooOOOoo


Y me gustaría que esta otra canción tuviera una letra algo más cañera... pero lleva un par de días acompañando y se le agradece ;-) Ésta va por vosotros :-D






jueves, 15 de enero de 2009

Repetimos...


Estoy animada. Os quiero mucho y os cuento mis cosas porque me apetece y escribirlas me sienta bien, pero si "oigo/leo/meLanzáis... " otro "ánimo/¿estás malita?/etcEtc... ", empezaré a morderos en el ojo... ¡¡¡Aaaaahhhhhhhhhh... es eso...!!! ¿Echáis de menos a Hulk, ein? Bueno, cabe la posibilidad de que lo haya contado todo fatal y no me hayáis entendido cuando dije: "Ah, y que estoy animada, de verdad. Me vais a perdonar, sigo sin dejar comentar, pero es que no me apetece mucho. Creo que será la última en la que ocurra eso :-)"

:-)





PD: Comentarista, déjate de mandarme "animos" y -si me quieres animar de verdad y, de paso, quieres hacerme un favor de verdad- ¡¡¡DEJA de FUMAR, carallo!!!. Y deja de cambiar bs por vs, gs por js... y mete alguna que otra h, y no te dejes los acentos... me anima mucho más que lo otro :-) (además, como puedes comprobar estoy en forma :-P)

PD 2: Visto el éxito obtenido, seguimos sin comentarios :-)

PD 3: Luen, cúrrate los subtítulos, vaaaaaa... :-D Que dice Luen que los simbolicos en japonés no son versos satánicos, que son los subtítulos originales de la peli en japonés :-) (gracias, rei :-) es un lujo tenerte por ahí :-D)

PD 4: Tiene razón el que me dijo que en cualquier momento te esperas oír a C3PO gritando "¡¡Puños fuera!!" XDDDD

PD 5: ¡¡Ostras, los títulos de crédito!! Lo encontré aquí :-D

miércoles, 14 de enero de 2009

Año de maravillas

Iba a preparar una entrada sobre otro tema, pero me he puesto a hacer los deberes con mis APODs de esta semana y me he encontrado esta pasada de vídeo :-)






túrána hott kurdís by hasta la otra méxico! from Till Credner on Vimeo.


Es demasiado bonito para dejarlo pasar. Y es un buen momento para recordar que 2009 es el Año Internacional de la Astronomía. Y, mejor aún, para disfrutarlo :-)

Y pasaos también por aquí :-)

martes, 13 de enero de 2009

Metástasis


Perdón por un título tan dramático. A ver si en dos o tres párrafos consigo hacer entender por qué tengo que ponerlo. Vamos allá, que esto va de intentar aclararme con las cosas que he aprendido. O, mejor, de intentar aclararme con las cosas que creo que tengo que aprender.

Creo que pega un principio clásico. Contar un poco la batalla y situar al lector en el contexto. Veamos, fue hace un mes, sí. A eso de mediados de diciembre empecé a tener mareos y unos dolores de cabeza bastante curiosos. Ni siquiera sabía cómo describirlos hasta que una amiga me pilló el gesto de dolor y me preguntó si tenía resaca. No tenía resaca, era imposible (hacía como 5 meses que no probaba el alcohol y menos en las cantidades necesarias para producir resaca) pero era el mismo dolor de una resaca, multiplicada en mil en intensidad pero, afortunadamente, de una duración muy pequeña. Tenía la tensión muy baja y todo auguraba que necesitaba ya parar de trabajar y dedicarme a descansar y recuperarme. Ir con mi mami, que me cuidara y que me mimara. Y yo, a dejarme hacer.

Eso era el doce o trece de diciembre. Aguanté mecha hasta el veintidós, que salíamos miniyo y una servidora hacia Galicia. Viajecito de compadreo que ya os contaré otro día (especialmente, la paradita en Madrid para tomar algo con Darth Vader) con la aventura de irnos en coche cama y dormir en el tren. Sé de una que no podía esperar a que llegara la noche para ver esa camita dentro de un vagón. Y a fe que la vimos y que la dormimos :-)

Llegué a mi pueblo y seguía pocha. No era capaz de aguantar mucho más de una hora sin tumbarme de nuevo. Me costaba horrores levantarme de cama, tenía que concentrar todos mis esfuerzos en rellenar la cafetera para hacerme el desayuno, apenas conseguía mantenerme sentada el tiempo de desayunar y me volvía a tumbar. A la hora de comer, lo mismo. Apenas comía por no levantarme. Maxiyo y miniyo (¡¡ays, qué peligro que tienen juntas!!) conspiraban a mi alrededor para ver si conseguían picarme. Mi madre no hacía más que decirme que fuera al médico... yo me resistía porque sabía que el médico querría hacer lo mismo que el mío de Castellón había decidido dejar para enero: pruebas para ver qué diantres pasaba. Y, sin esas pruebas, ¿qué podría hacer?

En fin, el día veintinueve lo tuve claro. Un dolor más intenso que el habitual, y una sensación de desmayo mayor aún, me asustó hasta a mí. Drogas. Un médico podía darme drogas y hacer que no me doliera tanto la cabeza. El paracetamol no me ayudaba apenas. Hice de tripas corazón y me fui hasta el ambulatorio. Lejos, muy lejos. Frío, mucho frío. Menos mal que me llevó en coche un vecino :-) Del ambulatorio me mandaron a la residencia de la seguridad social; el hospital general en mi pueblo, para entendernos. Llegué a urgencias a las ocho de la tarde y a eso de las tres y media de la mañana conseguía ocupar un box y empezaron las pruebas: coordinación, análisis de sangre, electrocardiograma, placa de neumo-tórax... pero ni una droga, oiga, que iba yo con mi cabeza derretida por el pasillo y aquello dolía cada vez más... Un ratito más de observación y a las siete de la mañana pude volver a casa. No volví a salir en todas las vacaciones. Por lo que pudiera pasar. Ah, y en la mano, un sobre con los resultados, recomendando cita preferente con el neurólogo.

Mi chiqui y yo nos volvimos el día uno. Fue curioso. Iba con una maleta grande como el mundo en una mano, mi niña en la otra y haciendo eses por Atocha. Los trabajadores de Renfe de Atención al Viajero se ganaron su sueldo de treinta años esa mañana, sólo atendiéndome a mí :-) Y mi niña, también, qué valiente es la tía, me encanta :-) "María, ¿y si me caigo redonda, qué?" Y va, toda seria, y señala a un técnico de vías con chaleco verde fosfi y me dice "¡Aviso a ese!". Fue cuando decidí enseñarle a los chicos del chaleco moradoRenfeCorporativo fosfi :-) que tan bien nos cuidaron. Se lo aprendió y empezó a distinguirlos enseguida :-D

[Nota: me he pasado un buen ratillo buscando información sobre ese servicio para enlazarla; les debo la vida y se portaron de una forma asombrosa conmigo... ¿por qué no se promocionan un poco, diantres? Buscadlos en las estaciones, se lo curran y son muy majos :-) ... mejor que los hombres de Balay :-)]

Va, que ya me he pasado de dos o tres párrafos. Y aún no he llegado a Castellón... o sí, venga, ya hemos llegado a Castellón. Y me voy al médico a enseñarle mis pruebas de Ferrol y me manda a urgencias a ver si... En fin, vuelta a urgencias. Esta vez con miniyo, no con maxiyo. Las enfermeras pueden agradecerlo... ;-) es más compasiva con ellas :-)

Más pruebas de coordinación. Más preguntas sobre mis dolores y, de pronto, una sensación de pánico, de estar pasando un examen. De notar que me hacen preguntas que no puedo contestar sobre mí misma. Qué curioso. ¿Será ese el motivo de mi manía a ir al médico? ¿Tener que reconocer que hay cosas mías en las que apenas me fijo? Había preguntas que sabría contestar sobre mi hija, sobre amigos, sobre conocidos... pero me preguntaban sobre mi dolor, sobre su duración, desde cuándo estaba, cómo se manifestaba y dudaba... ¿es posible ignorarse tanto? Fue un motivo curioso de reflexión para el resto de la tarde... ¿tantos años de evolución para aprender a no querernos así? En estos momentos, más que preocupada por mi salud física, me encuentro cotilleándome a mí misma; que te pregunten los médicos algo y que te sorprendas sin respuesta para ello, sin saber cosas sobre mí... buf, me hizo bastante pupa. Curioso. O triste. O no sé, pero hay que trabajar en ello.

A eso de las seis de la tarde vinieron a confirmarme que me ingresaban. En un TAC craneal habían visto una "nubecilla" y me quedaba a la espera de una resonancia para contrastar mejor e intentar ver qué era. Anotad: he escrito mi primer "illa". Siguen más :-D

A María le encantó, eso sí. Su madre con una nubecilla en la cabeza, en el frontal derecho, en lugar de en el parietal izquierdo :-) Yo insistía en que me habían pillado algún teorema de Gödel galopando y cortando el viento pasando por el puerto por el medio del cábolo caminito de Jérez, pero no hubo caso. Y me ingresaron.

Más pruebas. Más TACs.

Me dan los papeles de la baja médica. Motivo de la baja: "L.O.E. cerebral". Ah. Que no, diantres que va en serio ¿motivo de la baja? (oye, que luego te toca explicarlo en la cola de los congelados del mercado y ¿qué haces?). Pues eso, "L.O.E. cerebral". ¿Me lo cuenta bien, porfi porfi plis? Googlead, googlead: Ley Orgánica de Educación, Ley de Ordenación de Edificación, Libro de Oportunidades de Estudio, y... todas estas más :-)

Falta la buena: lesión ocupando espacio. Ya ha salido la segunda "illa". Porque resulta que en los otros TACs no salieron "nubecillas", salieron dos o tres "lesioncillas" que había que estudiar con nuevas pruebas.

En fin, ¿sigo con el "illa" o les empiezo a llamar tumores? Pues eso, marchando una de festival del tumor. Porque a todo esto, me preguntan por bultos en el pecho, antecedentes familiares o asín y, claro, no me acordaba... pero a media mañana recordé un mioma detectado este verano en una revisión ginecológica... y en que mi tía se murió de cáncer de colón... Y, por lo visto, tengo unos ganglios linfáticos cantidad de sugerentes por el cuello. Menos mal que esa me la sabía cuando me preguntaron que desde cuando los tenía así de hermosos... como que me los conozco desde pequeñita, que me faltó poco para ponerle nombre a alguno :-) En fin, empezaba a juntar "nubecillas", con "lesioncillas", con miomas, ganglios y más piezas del rompecabezas :-)

Por eso he escrito "metástasis" al principio. Esta mañana me han dicho que los resultados de la biopsia de ayer no me los dan hasta el martes que viene y que me podía ir a casa hasta ese día a condición de volver con la maleta preparada por si las moscas el día 20. Y en el informe provisional he visto escrito lo de "L.O.E. pulmonar L.O.E. cerebral (metástasis)" y después de tanta palabrita necia acabada en illa, casi he pegado un salto de alegría. Como si despreciar al idioma y a los nombres de las cosas sirviera que las cosas sean más o menos letales por llamarles "piltrafilla" que tumor. O llamamos tumor a los tumores, cáncer al cáncer, gripe a la gripe y gilipollez a las tonterías, o nos volveremos aún más estúpidos de lo que ya lo estamos consiguiendo. El problema no son las palabras, el problema es que nos den miedo las cosas que vemos detrás de las palabras... antes siquiera de que nos confirmen si están o no están.

En resumen, que igual tengo una bonita colección de tumores. O igual no. Eso sí, que me voy a morir en cualquier caso. Pero no sé si será de esta o de otra o de otra más allá. Mientras tanto, un consejo: si os amenazan con una resonancia, corred. Qué cosa más aburrida, peñazo, pesada... buf :-) Todas para House ;-)

Ah, y que estoy animada, de verdad. Me vais a perdonar, sigo sin dejar comentar, pero es que no me apetece mucho. Creo que será la última en la que ocurra eso :-)

Nota mental: aprender a cotillearme, aprender qué necesito, aprender a vigilarme...
Nota mental 2: Sí, uno de los "L.O.E."s es pulmonar... adivina por qué :-/
Nota mental 3: Metástasis es esdrújula. Me encantan las palabras esdrújulas :-)

Aún no sé si he vuelto...

... pero parece un buen momento para cerrar el paréntesis musical.

Y no me preguntéis por qué esta canción ¡¡sólo sé que lleva tres días dentro de mi cabeza y que tengo que soltarla!! :-)





Y gracias de nuevo :-) Prometo hacer una crónica cutre un día de estos. Es más, ¡¡lo necesito para aclararme!! :-)