...pero es que hoy me he levantado, me he mirado en el espejo y me he gustado.
Y me he aprestado a tomarme cumplida venganza de un ser diabólico que me estropeo mi adolescencia: cierto señor italiano (lo siento Fab, de Italia no sólo vienen cosas buenas como la nutella ;-) se empeñó en amargar mis 14 añitos con una cancioncilla hortera de estribillo pegadizo... tan pegadizo, que mira si han pasado lustros y aún hay algún insensato que la recuerda.
A lo que iba. No podía dejar la cosa así; necesitaba desquitarme de algún modo... o cambiar de nombre. Afortunadamente, un buen día, los chicos de U2 acudieron en mi ayuda y consiguieron exorcizar unos cuantos demonios. ¡Gracias! Era justo lo que necesitaba para levantar cabeza ;-)
Pero pasó el tiempo y conseguí hacerme un poco más sabia. Descubrí a Van Morrison y me reconcilió con el mundo. Resulta evidente que me sobran los motivos... ¿o no? ;-)
Pero fue una chica menudita y muy cañera, que consigue rehacer las canciones ajenas y convencernos de que son suyas, la que hizo que definitivamente dijera: ¡Albricias!.
Muchas gracias, madrina...
Hmmm... va a ser verdad que la megalomanía bien (o mal) entendida empieza (y acaba) por uno mismo :-D
Y me he aprestado a tomarme cumplida venganza de un ser diabólico que me estropeo mi adolescencia: cierto señor italiano (lo siento Fab, de Italia no sólo vienen cosas buenas como la nutella ;-) se empeñó en amargar mis 14 añitos con una cancioncilla hortera de estribillo pegadizo... tan pegadizo, que mira si han pasado lustros y aún hay algún insensato que la recuerda.
A lo que iba. No podía dejar la cosa así; necesitaba desquitarme de algún modo... o cambiar de nombre. Afortunadamente, un buen día, los chicos de U2 acudieron en mi ayuda y consiguieron exorcizar unos cuantos demonios. ¡Gracias! Era justo lo que necesitaba para levantar cabeza ;-)
Pero pasó el tiempo y conseguí hacerme un poco más sabia. Descubrí a Van Morrison y me reconcilió con el mundo. Resulta evidente que me sobran los motivos... ¿o no? ;-)
Pero fue una chica menudita y muy cañera, que consigue rehacer las canciones ajenas y convencernos de que son suyas, la que hizo que definitivamente dijera: ¡Albricias!.
Muchas gracias, madrina...
Hmmm... va a ser verdad que la megalomanía bien (o mal) entendida empieza (y acaba) por uno mismo :-D