Os empecé a contar la odisea del último ingreso y de cómo me pasé unos días bastante flojita... al final de puro hambre, más que de estar enferma :-) A ver si consigo rematar la tarea de forma inteligible.
La pesadilla de la "dieta líquida" acabó el martes con la dieta semilíquida y el miércoles ya fue el día que me dejaron levantarme de la cama y me pusieron a dieta normal. Bueno, pues ese día ¡¡empezó la fiebre!!
Si seré pupas... Estaba tan feliz por la tarde y, en estas, me toqué la frente y le dije a mi madre que parecía que tenía fiebre. Pues sí. Pasan a tomarme la temperatura y 38.5 que tenía una servidora. Venga, pues, marchando una ronda de antitérmicos, que invita esta buena gente.
No sé cómo explicaros lo que fueron esos días sin caer en la imagen de la montaña rusa :-) pero es que es lo único que se me ocurre: notaba que empezaba a cocérseme la frente, avísaba a mi madre, o a quien estuviera conmigo, para que fuera a buscar un termómetro, comprobábamos que marcaba entre 38.5 y 39.5, que venía a ser mi rango favorito, y ¡¡alehop!! me ganaba un bonito gotero con antitérmico. Nos poníamos a sudar juntos el bueno del goterillo y yo y, ¡¡tachán!!, a cambiar toda la camita que había quedado hecha una piscina (desde aquí todos mis besos y cariños para Juani, que fue la que más sufrió con estas coyunturas, ¡guapa!. Yo creo que asocia mi cara a una sábana, pero no por lo pálida que pueda estar ;-)). Y lo malo es que volvía a empezar el proceso, una y otra vez. Me hicieron cultivos para ver qué bicho me había cogido cariño, pero nada de nada...
Bueno, tampoco era algo que me fastidiara mucho, pero sí es verdad que estaba retrasando el tema de iniciar el tratamiento con la quimioterapia. Mientras tanto, la verdad, tampoco nos lo pasamos tan mal. Así a bote pronto, con recordar el día en que vino Rober a raparme pues ya me puedo partir la caja :-) Se me estaba cayendo mucho el pelo por culpa de la radioterapia y le pedí a mi amigo que viniera, podadora en mano. Pero es que, no sé cómo, nos juntamos ocho personas en la habitación y aquello era una rueda contemplativa, con Rober y servidora en medio, sintiéndonos observados... ¡¡por buitres carroñeros dispuestos a criticar cada movimiento en falso de Rober!! :-D
O el viernes. Fue día "camarote de los hermanos Marx" :-) No por toda la gente que pasó por el hospital (¡qué también! :-D), sino por todo el cúmulo de cosas urgentes por hacer que se juntaron esa tarde. Por la mañana, mi oncólogo había pedido una placa de tórax y un par de transfusiones de sangre. Pasó la mañana y se hizo la hora de comer. No hacía ni dos minutos que acababa de lanzarme en plancha a mi bandejita de comida, cuando apareció la persona que tenía que hacerme la transfusión. Lo normal, vamos. Ah, sí, por precaución, hay que tomar la temperatura. 38.7, "Uys, entonces no te puedo transfundir ahora, hay que bajar la temperatura..." En fin, como a esas alturas lo de mi desmadre térmico ni me inmutaba, yo le dije hasta luego y seguí comiendo. Al ratito tenía a mi antitérmico en gotero preferido a mi vera, a mi vera, siempre a la verita mía...
Y en hora y media estaba en 36.5 grados; pensaba que intentarían de nuevo lo de la transfusión, pero no: me bajaron a hacer la placa de tórax. Eso sí, fue un visto no visto, por si venían los de la sangre. Y vinieron casi enseguida. Una bolsa y luego otra. Y no hubiera pasado nada raro si no fuera porque en esta ocasión vino un chico bastante alto... pero bastante alto. Bueno, antes creo que debería comentaros que pillarme una vía en vena para conectar los goteros es bastante difícil; y la vía que llevaba ya tenía una semana y empezaba a hacer mala carita. Y la sangre es más espesa que el suero fisiológico salino, y el buen hombre no veía muy claro cómo iba a ir el proceso. Así que decidió aliarse con la fuerza de la gravedad y no se le ocurrió mejor idea, para intentar mejorar el tráfico, que elevar tanto como pudo la vara del gotero... dejó bien alto el listón, vaya que sí... sí, sí, la idea estuvo bien, las dos transfusiones fueron de maravilla. Anda, qué tontería... ese chico tan alto y tan majo... se dejó el gotero con los ganchos de sujección de las bolsas a más de dos metros del suelo de alto. Y ¿qué créeis? ¿qué se podía mover y recolocar en su sitio? Pues no. Por lo visto, además de alto era fuertote, también :-) El número de intentos que se hicieron para bajar aquello, se aproximó bastante al número de intentos de empuñar a Excalibur. Y no aparecía un rey Arturo por ninguna parte, oiga.
En fin. Las enfermeras de mi sala eran encantadoras. Pero salvo tres, casi todas medían menos del metro sesenta. Cada antitérmico, cada nolotil, cada protector de estómago... saltitos. Pero lo malo era la bolsa de dos litros de suero salino. Dos litros. Dos kilos. Elevarlo dos metros sobre tu cabeza y colgarlo en un gancho que está más bien cerradito para que la bolsa no escape. Recuerdo una noche, una chica especialmente menudita y su mirada de la bolsa al gancho y del gancho a la bolsa. Apuntó y lo intentó, pero me asustó hasta a mí, que me la vi de bruces en el suelo. Me levanté de cama, le quité la bolsa y la colgué. "Y échame la bronca porque no puedo hacer eso, pero..." Preferimos reírnos :-D
¿Y cómo acabó la cosa? Pues que el domingo, mientras hablaba con mi madrina por teléfono se oyo un ¡¡PLOFFF!! tremendo. Miré y el palo del gotero se había encajado en su lugar original misteriosamente y él solito. Curioso. Ni me había dado cuenta de que el rey Arturo había pasado por allí :-) Pero todas las enfermeras se lo agradecieron igual ;-)
El lunes, visto el éxito obtenido con el antibiótico que debía mitigar mis fiebres y siguiendo el protocolo médico habitual, me cambiaron el tratamiento y me sacaron más sangre para hacer nuevos cultivos. Hoy es el día en que aún no tengo ni idea de con qué bicho loco ligué en el hospital. Pero el nuevo antibiótico empezó a funcionar muy bien desde el principio y ya no volví a tener esas subidas de temperatura. Lo único que no emocionaba a mi oncólogo era mi bioquímica, con unos niveles de proteínas tan bajos que le llevaron a preguntarme si no comía o qué. Puse mi mejor cara de angelillo y le juré que no me dejaba ni las migas. Así que, aquí me tenéis, desde aquel día, tomando batidos de proteínas en estado puro. No, si cuando acabe esto igual me dedico al culturismo :-)
Y ya. Se acercaba el momento, ya me habían remendado completamente y eso quería decir que era la hora de iniciar la quimioterapia.
Empecé mi primer ciclo de quimioterapia el jueves. Es curioso el proceso, la sincronización entre las diferentes bolsas, hidratación, medicamento, hidratación, medicamento... me dijeron que en cuanto acabara, me podía ir a casa. Pero en cuanto vi llegar la última bolsa, no pude evitar reírme y decir "Sí, sí... pues lo mismo va a ser que duermo aquí..." Era mi querida bolsa de suero salino de dos litros que me acompañó fielmente durante los quince días que estuve ingresada. Y, señoras y señores, dos litros dan mucho de sí. Tanto, que eran las diez y media cuando dejé el hospital :-)
Mis ciclos de quimioterapia serán de veintiún días. Me sigue resultando raro pensar como todo esto me va a servir, a la fuerza, para calmar mi ritmo de vida. Cuando me hablaron de una baja de seis meses mínimo, un año como periodo normal e incluso más, no daba crédito; no es algo que pueda asimilar a otras enfermedades o, al menos, a enfermedades que yo haya pasado. Como este pensar en recuperarte entre un tratamiento y otro, pensar en que han de pasar veintiún días... Curioso, algo más que aprenderé de todo esto, a no forzar el tiempo, a no intentar forzarlo en vano...
En cuanto a los efectos secundarios. En este ciclo son muy llevaderos, por lo que estoy observando. Ni naúseas, ni mareos, ni esas cosas terribles que te cuentan; sí que he estado un par de días apática, planchada y sin ganas de hacer nada... me hubiera pasado el día en el sofá sin moverme. No hubiera comido por no moverme, por ejemplo. Afortunadamente, lo del autocollejeo me funciona de mil maravillas y vaya si me moví e hice alguna cosilla. Y, por supuesto, comí ;-)
No sé cómo será el próximo ciclo. Tampoco me preocupa, ya llegará. Habíamos quedado en que iba a aprender a no forzar el tiempo, ¿no? Pues de adelantar acontecimientos... ¡ni hablamos! ;-) Dejemos que llegue y peleemos entonces si debe hacerse... Ein, y que cuento con vosotros y vuestra ayuda, no lo olvidéis :-)