sábado, 28 de abril de 2007

Llover


Ser lo que pasar en primavera cuando servidora llevar las gafas puestas...



(Y aquí, tal y como la escuchaba de peque ;-))

miércoles, 25 de abril de 2007

Mamá, ¿cuál es tu época del año preferida?




Mi niña y nuestros diálogos de buena mañana cruzando el parque :-)

Me quedó claro que me lo preguntaba para que yo le preguntara a ella lo mismo. Me dijo que el otoño, porque es su cumple y falta poco para la Navidad.

Y yo me quedé colgada, pensando en mi primavera. En estos días que son cada vez más largos. Y en este cielo tan azul que te quedarías todo el día mirándolo, mirando... mirando a los vencejos y a su danza alrededor del patio para entrar en el nido que están arreglando, mirando a esas nubes que no están, mirando sin mirar y buscando esa mirada que echas de menos...

Me gusta ver a la naturaleza brotando, me gusta esquivar a estas malditas abejas que me asustan, me gusta respirar y notar el olor a hierba recién cortada. Me gusta notar el sol en la piel y dejar que me toque con esos dedos que no aprietan...

Me gusta pensar en comienzos, en historias que están empezando, en un érase que se era y fantasear sobre cómo se desarrollarán, cómo seguirán y cómo llegarán a su clímax. Igual también toca pensar en que acabarán y cómo y por qué. Pero ahora están empezando. Vamos a disfrutar de la narración... es primavera.

domingo, 22 de abril de 2007

El mar lo perdona todo





-"Ha cambiado la temperatura... hace más fresquito ¿no?"

Es sólo uno de los pequeños milagros del mar. Y uno de los que más me gustan.

Anteayer leía una entrada en Paleofreak (¡gracias, Algernon!) sobre cómo salimos del mar. Tuve que acabar riéndome porque de repente se me vino a la cabeza el inicio de los capítulos de "Érase una vez...", con el pececillo transformándose en anfibio, transformándose en reptil, transformándose en mamífero, transformándose en mono, transformándose en persona... De ahí venimos, y por eso será que necesito saber que tengo el mar cerca, para poder volver a él en cuanto lo echo de menos.

No quiero que me entendáis mal: no tengo extraños ritos con el mar como protagonista. Ni necesito bañarme cada día en el mar, ni he sometido a mi hija a ningún rito iniciático hundiéndole la cabeza bajo sus aguas, ni bebo de sus aguas para purificarme. Pero me pregunto si sabría vivir lejos de él. Creo que no.

Su ruido, su olor, su color... Hasta esta semana no sabía qué diantres es el efecto Fresnel, pero qué tendrá eso que ver con perderse en todos y cada uno de los colores y matices que regala. Es energía en movimiento, con el mismo poder hipnótico que tiene el fuego, ¿quién puede resistirse al baile de las olas?. He pasado muchas horas mirando el ir y venir de las olas, caprichoso o no, pero con su propio mensaje y su propia coreografía... un relajante cuando necesitas respirar hondo, un murmullo amigo con una canción eterna. Tus propios pensamientos pueden sincronizarse con él, hasta que notas bailar pensamientos y olas en sintonía. La cabeza, en paz por unos instantes... y qué contradicción, que tanto más me calme cuanto mayor es el oleaje. Cuánto daría a veces para que este Mediterráneo junto al que vivo, sacara pecho de vez en cuando y me bailara como lo hace el Atlántico. Pero no me puedo quejar: este Mediterráneo me cuida y me ofrece otros colores...

Gracias por llevarme el otro día junto al mar... ya sabes, todo lo perdona :-)




viernes, 20 de abril de 2007

jueves, 19 de abril de 2007

...melting in light


La mancha azul se extendía perezosa, derritiéndose, empapándolo todo y cubriendo aquello que alcanzaban a ver.

Cada beso hizo estallar una pequeña flor amarilla, como botones de oro. Las caricias se abrían en pequeños tulipanes malvas que parecían bailar al compás de la mano.

¡Y las risas! Las risas conseguían que grandes hojas verdes les cobijaran y les protegieran, al abrigo de todo lo que estaba fuera, atenazándoles.

También hubo pequeños suspiros. Con cada uno se desprendían pequeñas burbujas irisadas, que ascendían y se iban perdiendo por el azul, azul... azul que se derretía, lo empapaba y lo cubría todo. Azul acogedor y confortable.

No había tantos colores como en Goab, pero tampoco era Fantasía. Eran ellos dos, un pequeño rincón del mundo real y el poder mágico de la luz...

martes, 17 de abril de 2007

Sonreír


Hizo como que seguía leyendo, pero la verdad es que desde que había entrado en la habitación había estado siguiendo con el rabillo del ojo todos sus movimientos.

Hizo como que se movía despreocupadamente por la habitación, pero la verdad es que desde que había entrado en la habitación había estado siguiendo el juego, dejándole que leyera en sus movimientos. Al final, tuvo que girarse y sonreír.

Sólo entonces levantó la mirada del libro y sonrió también.

Mientras salía de la habitación, surgió la complicidad y la picardía. "Ya caerás..."



domingo, 15 de abril de 2007

It was a rainy day


Fue una tarde después de comer. Creo que estaba leyendo, pero puede ser que simplemente estuviera perdida en el sofá. Sé que fui consciente de que te echaba de menos.

Qué extraño. Qué dolor tan extraño. No te conocía. Cómo se puede echar de menos lo que no conoces. Pero era así: te echaba de menos.

Y te he echado de menos tanto tiempo, tantas veces...

Va a ser todavía peor. Sé que va a ser peor, que te echaré todavía más de menos. Y que es sólo el principio, porque cada vez estarás más lejos.

Buen viaje y buena suerte. ¿Volverás de vez en cuando?... aunque sólo sea para que pueda seguir echándote de menos...

martes, 10 de abril de 2007

Los saltadores siempre pierden


Si lo pensáis bien, en el salto de altura ganar significa perder: en el resto de especialidades te mides en relación con tus compañeros, compites con ellos y el que lo hace mejor gana. Pero cuando practicas salto, tu rival es un listón que, a la larga, siempre acaba ganándote: ganas cuando el listón te hace perder. Es la única especialidad, además, en la que puedes seguir compitiendo sólo, a la espera de que llegue esa altura que no puedes superar al cabo de tres intentos. Y en el momento en el que pierdes, ganas.

¿O era al revés?

No era una cuestión como para perder el sueño, hasta que, no sé por qué, el hilo de mis pensamientos me llevó a la cuestión de "¿Qué hay más paralizante que el miedo al fracaso?" y me descubrí respondiendo que el miedo al éxito. Es casi humano escudarte en el miedo a un posible no que te cubra de ridículo para dejar de hacer algo... lo que no está tan claro es cómo asumir ese miedo al , salvo que sepas que te obligará a seguir adelante y a tomar decisiones, en lugar de dar vueltas.

Así, me he pasado casi la mitad de la noche en blanco, sintiéndome como una saltadora, compitiendo sola contra un listón. Perdiendo por miedo a ganar. Y sabiendo que si gano, pierdo.

jueves, 5 de abril de 2007

Tu sei un attimo senza fine



Senza fine
Tu trascini la nostra vita
Senza un attimo di respiro
Per sognare
Per potere ricordare
Ciò che abbiamo già vissuto
Senza fine, tu sei un attimo senza fine
Non hai ieri
Non hai domani
Tutto è ormai nelle tue mani
Mani grandi
Mani senza fine
Non m'importa della luna
Non m'importa delle stelle
Tu per me sei luna e stelle
Tu per me sei sole e cielo
Tu per me sei tutto quanto
Tutto quanto io voglio avere
Senza fine...



Senza fine. Sans fin. Without end.

Infinito.

Bucles sin fin, bucles extraños, paradojas. Tenía que encontrarte así, para cerrar un círculo. Para completar un ciclo, para permanecer en él.

Infinito.

Pero sin ayer y sin mañana. Siquiera sin hoy.

lunes, 2 de abril de 2007

Telarañas


Hace tiempo leí una historia en la que una araña le salvaba la vida a una persona que estaba huyendo: tejió una telaraña por el hueco del pasadizo usado para huir y nadie buscó por ese camino.

Es como una paradoja, pensar que una frágil telaraña puede cerrar así una puerta, aunque lo cierto es que nunca sabes lo que te puedes encontrar dentro de una caja olvidada en el trastero y sellada con telarañas. Y, a pesar de su fragilidad, tampoco sabes si serás capaz de romper ese sello. Porque para romperlo, basta simplemente con querer hacerlo.

Y dentro te puedes encontrar una encrucijada rota, rota cuando tuviste que tomar una decisión y, o no tuviste paciencia o te faltó coraje y acabaste tirando por la calle del medio. Te puedes encontrar tu corazón congelado, tu respiración suspendida y tu cabeza palpitando. Te puedes encontrar el hueco de una mano, el abrigo de un abrazo, el consuelo de una caricia. Te puedes encontrar olor a caramelo, el estallido del pan recién cocido, la frescura de la sandía en verano. Te puedes encontrar un relámpago, la naúsea del olor a asfalto, la monotonía cansina del tráfico que odias. La sonrisa que creías pérdida para siempre.

Claro que también te la puedes encontrar vacía.

¿Qué guardas en tu trastero, qué esconden tus telarañas, qué protegen las telarañas que sellan tus recuerdos?

Sin palabras



Visto en 20minutos.es