jueves, 26 de febrero de 2009

Y una semanita de fiebre...


Os empecé a contar la odisea del último ingreso y de cómo me pasé unos días bastante flojita... al final de puro hambre, más que de estar enferma :-) A ver si consigo rematar la tarea de forma inteligible.

La pesadilla de la "dieta líquida" acabó el martes con la dieta semilíquida y el miércoles ya fue el día que me dejaron levantarme de la cama y me pusieron a dieta normal. Bueno, pues ese día ¡¡empezó la fiebre!!

Si seré pupas... Estaba tan feliz por la tarde y, en estas, me toqué la frente y le dije a mi madre que parecía que tenía fiebre. Pues sí. Pasan a tomarme la temperatura y 38.5 que tenía una servidora. Venga, pues, marchando una ronda de antitérmicos, que invita esta buena gente.

No sé cómo explicaros lo que fueron esos días sin caer en la imagen de la montaña rusa :-) pero es que es lo único que se me ocurre: notaba que empezaba a cocérseme la frente, avísaba a mi madre, o a quien estuviera conmigo, para que fuera a buscar un termómetro, comprobábamos que marcaba entre 38.5 y 39.5, que venía a ser mi rango favorito, y ¡¡alehop!! me ganaba un bonito gotero con antitérmico. Nos poníamos a sudar juntos el bueno del goterillo y yo y, ¡¡tachán!!, a cambiar toda la camita que había quedado hecha una piscina (desde aquí todos mis besos y cariños para Juani, que fue la que más sufrió con estas coyunturas, ¡guapa!. Yo creo que asocia mi cara a una sábana, pero no por lo pálida que pueda estar ;-)). Y lo malo es que volvía a empezar el proceso, una y otra vez. Me hicieron cultivos para ver qué bicho me había cogido cariño, pero nada de nada...

Bueno, tampoco era algo que me fastidiara mucho, pero sí es verdad que estaba retrasando el tema de iniciar el tratamiento con la quimioterapia. Mientras tanto, la verdad, tampoco nos lo pasamos tan mal. Así a bote pronto, con recordar el día en que vino Rober a raparme pues ya me puedo partir la caja :-) Se me estaba cayendo mucho el pelo por culpa de la radioterapia y le pedí a mi amigo que viniera, podadora en mano. Pero es que, no sé cómo, nos juntamos ocho personas en la habitación y aquello era una rueda contemplativa, con Rober y servidora en medio, sintiéndonos observados... ¡¡por buitres carroñeros dispuestos a criticar cada movimiento en falso de Rober!! :-D

O el viernes. Fue día "camarote de los hermanos Marx" :-) No por toda la gente que pasó por el hospital (¡qué también! :-D), sino por todo el cúmulo de cosas urgentes por hacer que se juntaron esa tarde. Por la mañana, mi oncólogo había pedido una placa de tórax y un par de transfusiones de sangre. Pasó la mañana y se hizo la hora de comer. No hacía ni dos minutos que acababa de lanzarme en plancha a mi bandejita de comida, cuando apareció la persona que tenía que hacerme la transfusión. Lo normal, vamos. Ah, sí, por precaución, hay que tomar la temperatura. 38.7, "Uys, entonces no te puedo transfundir ahora, hay que bajar la temperatura..." En fin, como a esas alturas lo de mi desmadre térmico ni me inmutaba, yo le dije hasta luego y seguí comiendo. Al ratito tenía a mi antitérmico en gotero preferido a mi vera, a mi vera, siempre a la verita mía...

Y en hora y media estaba en 36.5 grados; pensaba que intentarían de nuevo lo de la transfusión, pero no: me bajaron a hacer la placa de tórax. Eso sí, fue un visto no visto, por si venían los de la sangre. Y vinieron casi enseguida. Una bolsa y luego otra. Y no hubiera pasado nada raro si no fuera porque en esta ocasión vino un chico bastante alto... pero bastante alto. Bueno, antes creo que debería comentaros que pillarme una vía en vena para conectar los goteros es bastante difícil; y la vía que llevaba ya tenía una semana y empezaba a hacer mala carita. Y la sangre es más espesa que el suero fisiológico salino, y el buen hombre no veía muy claro cómo iba a ir el proceso. Así que decidió aliarse con la fuerza de la gravedad y no se le ocurrió mejor idea, para intentar mejorar el tráfico, que elevar tanto como pudo la vara del gotero... dejó bien alto el listón, vaya que sí... sí, sí, la idea estuvo bien, las dos transfusiones fueron de maravilla. Anda, qué tontería... ese chico tan alto y tan majo... se dejó el gotero con los ganchos de sujección de las bolsas a más de dos metros del suelo de alto. Y ¿qué créeis? ¿qué se podía mover y recolocar en su sitio? Pues no. Por lo visto, además de alto era fuertote, también :-) El número de intentos que se hicieron para bajar aquello, se aproximó bastante al número de intentos de empuñar a Excalibur. Y no aparecía un rey Arturo por ninguna parte, oiga.

En fin. Las enfermeras de mi sala eran encantadoras. Pero salvo tres, casi todas medían menos del metro sesenta. Cada antitérmico, cada nolotil, cada protector de estómago... saltitos. Pero lo malo era la bolsa de dos litros de suero salino. Dos litros. Dos kilos. Elevarlo dos metros sobre tu cabeza y colgarlo en un gancho que está más bien cerradito para que la bolsa no escape. Recuerdo una noche, una chica especialmente menudita y su mirada de la bolsa al gancho y del gancho a la bolsa. Apuntó y lo intentó, pero me asustó hasta a mí, que me la vi de bruces en el suelo. Me levanté de cama, le quité la bolsa y la colgué. "Y échame la bronca porque no puedo hacer eso, pero..." Preferimos reírnos :-D

¿Y cómo acabó la cosa? Pues que el domingo, mientras hablaba con mi madrina por teléfono se oyo un ¡¡PLOFFF!! tremendo. Miré y el palo del gotero se había encajado en su lugar original misteriosamente y él solito. Curioso. Ni me había dado cuenta de que el rey Arturo había pasado por allí :-) Pero todas las enfermeras se lo agradecieron igual ;-)

El lunes, visto el éxito obtenido con el antibiótico que debía mitigar mis fiebres y siguiendo el protocolo médico habitual, me cambiaron el tratamiento y me sacaron más sangre para hacer nuevos cultivos. Hoy es el día en que aún no tengo ni idea de con qué bicho loco ligué en el hospital. Pero el nuevo antibiótico empezó a funcionar muy bien desde el principio y ya no volví a tener esas subidas de temperatura. Lo único que no emocionaba a mi oncólogo era mi bioquímica, con unos niveles de proteínas tan bajos que le llevaron a preguntarme si no comía o qué. Puse mi mejor cara de angelillo y le juré que no me dejaba ni las migas. Así que, aquí me tenéis, desde aquel día, tomando batidos de proteínas en estado puro. No, si cuando acabe esto igual me dedico al culturismo :-)

Y ya. Se acercaba el momento, ya me habían remendado completamente y eso quería decir que era la hora de iniciar la quimioterapia.

Empecé mi primer ciclo de quimioterapia el jueves. Es curioso el proceso, la sincronización entre las diferentes bolsas, hidratación, medicamento, hidratación, medicamento... me dijeron que en cuanto acabara, me podía ir a casa. Pero en cuanto vi llegar la última bolsa, no pude evitar reírme y decir "Sí, sí... pues lo mismo va a ser que duermo aquí..." Era mi querida bolsa de suero salino de dos litros que me acompañó fielmente durante los quince días que estuve ingresada. Y, señoras y señores, dos litros dan mucho de sí. Tanto, que eran las diez y media cuando dejé el hospital :-)

Mis ciclos de quimioterapia serán de veintiún días. Me sigue resultando raro pensar como todo esto me va a servir, a la fuerza, para calmar mi ritmo de vida. Cuando me hablaron de una baja de seis meses mínimo, un año como periodo normal e incluso más, no daba crédito; no es algo que pueda asimilar a otras enfermedades o, al menos, a enfermedades que yo haya pasado. Como este pensar en recuperarte entre un tratamiento y otro, pensar en que han de pasar veintiún días... Curioso, algo más que aprenderé de todo esto, a no forzar el tiempo, a no intentar forzarlo en vano...

En cuanto a los efectos secundarios. En este ciclo son muy llevaderos, por lo que estoy observando. Ni naúseas, ni mareos, ni esas cosas terribles que te cuentan; sí que he estado un par de días apática, planchada y sin ganas de hacer nada... me hubiera pasado el día en el sofá sin moverme. No hubiera comido por no moverme, por ejemplo. Afortunadamente, lo del autocollejeo me funciona de mil maravillas y vaya si me moví e hice alguna cosilla. Y, por supuesto, comí ;-)

No sé cómo será el próximo ciclo. Tampoco me preocupa, ya llegará. Habíamos quedado en que iba a aprender a no forzar el tiempo, ¿no? Pues de adelantar acontecimientos... ¡ni hablamos! ;-) Dejemos que llegue y peleemos entonces si debe hacerse... Ein, y que cuento con vosotros y vuestra ayuda, no lo olvidéis :-)

03/06/09


No os despistéis: la fecha está en inglés y ya no falta nada, como decía ayer el compañero de Crónicas desde Sepelaci,



No estoy segura de que ese sea o no el trailer oficial. Pero sí sé cuál es mi preferido,




El primero, el que me dejó a cuadros y el que me enganchó completamente en una historia que no conocía y que me ha dejado absolutamente boquiabierta desde que me metí en ella.

Ya no falta nada para ver el resultado. ¿Nos gustará, nos pondremos a despotricar sobre si el tono azul de la piel del Dr. Manhattan es o no es el adecuado...? Pronto saldremos de dudas :-)

No quería abusar de trailers y spots en la entrada (por aquello del efecto spoiler), pero si alguien tiene interés en ver más, me he encontrado una buena colección en esta dirección. ¡Qué aprovechen :-)!

PD: Próxima parada, Promethea. Googlead un ratito ;-)

miércoles, 25 de febrero de 2009

El señor Joan


No sé si recordáis una entrada en la que yo sólo puse el blog: Merxe puso la historia, María puso los dibujos, un comentarista anónimo publicó la narración completa y, sobre todo, un buen hombre al que no tuve la suerte de conocer, puso la magia en una mañana de marzo de 2006, recorriendo los alrededores de Castellón con una pandilla de niños, mientras les mostraba el escenario de una congolla épica: la del héroe Tombatossals y sus compañeros.

Si vais a esa entrada, veréis que el último comentario es, precisamente, de Merxe:


Esta semana se ha muerto el señor Joan. Le he preguntado a Carlos si lo sabía, porque era el abuelo de uno de sus compañeros, y me ha dicho que no. El año pasado, cuando murió la madre de una niña de clase, tampoco se habló de ello en clase. Sigue siendo un tabú este tema ¿no os parece?

El día que pasamos tan a gusto con el abuelo de Alberto y todo lo que aprendimos, fue genial. He pensado que puede ser bonito hacerle un pequeño homenaje, así que he preparado una carta para que la puedan leer en clase, he hecho un vídeo con las fotos de aquel día y también les pasaré el documental de 60 minutos titulado "Pensant en els altres" ya que allí se ve una bonita forma de abordar el tema de la muerte cuando le pilla cerca a un niño de clase... bueno, eso y más cosas.


Hemos comentado entre nosotras más cosas desde que dejó este comentario; por ejemplo, el rechazo de algunos padres a hablar sobre este tema y el estupor que ello le provoca. Y es cierto, no sabemos enfrentarnos a este tema, no sabemos hacerlo con naturalidad. Y lo que es peor, transmitimos nuestros propios temores a nuestros hijos, sin enseñarles que, al fin y al cabo, no es más que parte de todo el proceso. Y que hay que aprender a aceptarlo, para poder disfrutar de verdad del regalo de estar vivos, con todos los problemas, alegrías, dolores, amores, amistades, música, luz, oscuridad, frío, calor, hambre, satisfacciones, orgullo, cariño... de todo ese repertorio de pequeños regalos diarios que no sabemos apreciar de verdad... bueno, sí, si realmente paramos un momento, respiramos y miramos con los ojos bien abiertos. Como los niños.

Los niños tienen curiosidad por la muerte. Me consta. También me consta que no es un interés morboso. Es, simplemente, parte de su curiosidad y su aprendizaje. Recuerdo cuando Carlos, el hijo de Merxe, le pidió ir a visitar el cementario para ver cómo era. O las preguntas de María sobre el tema, formuladas con total naturalidad. Hasta hace poco, vaya. Se va haciendo mayor y supongo que aumentan otras influencias externas (amiguetes en el cole, por ejemplo) y la veo dudar; y, a veces, me dice que le da miedo. Yo suelo contestarle lo que creo de corazón: que lo que le tiene que dar miedo es desperdiciar la vida y dejarla pasar sin hacer en ella todo lo mejor que pueda y sepa hacer.

Mi hermano vive en Madrid (ha intentado escapar varias veces, pero siempre le atrapan de nuevo). Ayer estábamos hablando sobre la locura de los centros comerciales y el aborregamiento al que parecen abocar a la gente. Yo me había encontrado una cita en microsiervos, Todos los blancos tienen reloj, pero ninguno tiene tiempo. Es un proverbio senegalés del que deberíamos tomar nota. En serio. Igual que el tema de aprender a querernos, de aprender a disfrutar más de la vida, de vivirla y no de apurarla, de no nadar contra ella como si fuera una enemiga que se escurre sin que nos dé tiempo a fichar...

Igual pensáis que estoy más sensibilizada por el tema, en mis circunstancias. Bueno, es muy posible, para que me voy a engañar. Pero tampoco; esto puede salir bien o puede salir mal. Me puede atropellar un camión cuando vaya a ponerme la próxima sesión de quimio, sin ir más lejos. Me puedo morir del proceso natural del cáncer. Me puedo curar, pero eso no va a ser más que una oportunidad preciosa de seguir alucinando con María y con la vida... hasta que muera.

He cumplido muchos sueños. Estos días me he dado cuenta de que con los demás parece que tampoco lo he hecho mal... me ha visitado gente a la que hacía años que no veía y se me caía la baba viendo cómo habían crecido, cómo hablaban de sus trabajos, de sus ilusiones, de sus novias y novios... y tenían el detalle de incluirme en su vida y decir lo que les había ayudado. Claro, delante de ellos disimulaba y me reía, pero luego me entraban unas ploreras de emoción por la noche que tenía que disimular para que los que estaban conmigo en el hospital no se pensaran que me encontraba mal. Jodios. Os quiero. No os imagináis lo bien que me hacéis sentir.

El señor Joan hizo magia una mañana de marzo de 2006. Estoy segura de que hizo magia muchas veces más. Seguro que Alberto lo va a guardar muy dentro de su corazón, igual que yo guardo a mi propio abuelo y a nuestras fabulosas complicidades. Siento no haber conocido a este hombre más que de oídas y siento que el homenaje que le puedo rendir desde aquí sea tan pobre. O no. Igual es una buena idea asociar su recuerdo a la vida, a crear momentos mágicos en la vida. Un saludo, señor Joan.

martes, 24 de febrero de 2009

Hospital food


Tópico número uno: Los enfermos pierden el apetito. Tópico número dos: la comida de hospital es incomestible. Pues no, ¡fuera tópicos! :-)

En esos días raros que os contaba antes, pasé dos días en ayunas... con el agravante de la sonda y la sensación de tener esa goma agobiante en la garganta. Cuando el sábado, por fin, me la retiraron, no pegué brincos de alegría por aquello de estar algo baja de forma, pero me pareció una maravilla poder beber agüita... y ya, cuando pronunciaron las palabras "Dieta líquida", me pareció estar tocando el cielo con mis manos. ¿En qué consiste? Bueno, digamos que en la bandeja de la comida apareció un zumito y un caldito. Felicidad absoluta. Por la tarde, pues una taza de leche con cacao. Y por la noche, volvieron a aparecer un zumito y un caldito :-)

El domingo, pues más de lo mismo: desayuno, un zumito y una lechita con malta; comida, un zumito y un caldito; merienda, una lechita con cacao y cena, un zumito y un caldito. Bien, bien, había que recuperarse de poquet a poquet, sin prisas y sin pausas, a recuperar mis procesos digestivos...

¿Os imagináis el menú del lunes :-D? Pues sí, eso mismo: desayuno, un zumito y una lechita con malta; comida, un zumito y un caldito; merienda, una lechita con cacao y cena, un zumito y un caldito. No sé por qué, pero el regimen ya empezaba a desesperarme un poco ;-) Bueno, qué diantres, ¡si soñé con que me comía un paquete de rosquilletas, era mi máxima ilusión en aquel momento! :-)

Lo peor llegó el martes. Vamos, que servidora estaba ya toda recuperada de sus achuchones del fin de semana y tenía alucinaciones por culpa del hambre. Cuando me entraron el desayuno, un zumito y una lechita con malta, os juro que tuve visiones con un panquemao que daba vueltas alrededor de la bandeja del desayuno y que no podía parar... allá iba yo, pegando manotazos e intentando pillarlo, pero no se dejaba el muy... luego, ya me di cuenta de que era un producto de mi imaginación :-)

Ostras, qué hambre tenía. Recuerdo que mi madre estaba hablando con la madre de Merxe sobre lo que harían a estos politicastros ladrones que se dedican a robar dinero... meterlos en un sitio sin darles ninguna opción, hasta que devolvieran todo... y, de repente, desde mi cama se oyó gritar: "¡¡Y con dieta líquida!!" :-) Había una chica limpiando el suelo de la habitación y creí que se caía de la risa que le dio; el grito debió de salirme del fondo del alma... o del fondo del estómago, vaya usted a saber.

El caso es que el día me reservaba una sorpresita y, a mediodía, me sorprendieron con la "Dieta semilíquida": un zumito, ¡¡un puré!! y ¡¡natillas!!. No me lo podía creer :-) Además, por la tarde, cuando ya no contaba con ello, a la taza habitual de leche se habían unido, mágicamente, ¡dos paquetes de galletas!. Las recibí con un "¡¡GALLETAS!!" digno del mismo Triki y que hizo pegar un brinco a la enfermera. "¿No te gustan?" "¿Que si no me gustan? No te estoy besando los pies porque no llego desde aquí..." Vaya, qué festín me di.

Por la noche, se repitió el menú de mediodía (qué buenos estaban los purés, diantres) y ya, el colmo llegó a la mañana siguiente, el miércoles: bandeja de desayuno completa y desbordada, hasta habían añadido tostadas con jamón york. Cuando lo vi, os juro que empecé a llorar y no es una exageración. A mediodía empecé con la dieta normal; además, ese día ya me dieron permiso para levantarme y moverme.

En fin, avisados quedáis. Si me oís mascullar entre dientes "A este ¡¡dieta líquida...!!", que sepáis que estoy usando mi nueva maldición en arameo ;-) destinadas a los hipermalignos de la galaxia :-)

(Dedicado a la gloriosa memoria del arroz al horno que me trajeron para comer ese bendito miércoles... )





lunes, 23 de febrero de 2009

Pastillas Valda


¿De verdad la farmacia de la calle Velázquez tenía una campanilla en la puerta, o es algo que mi imaginación ha añadido a la escena? Da lo mismo, en cualquier caso. Sí recuerdo el par de escaparates, el de la farmacia normal y el que exhibía piezas de ortopedía. Y en que mis ojos sólo se fijaban en el primero: siempre decorado con unos muñecos de plástico que, en mi fuero interno, miraba con la esperanza de que, algún día, lo conseguiría y mi madre accedería, al fin, a comprarme uno de ellos... algún día...

Pero, normalmente, el paso por la farmacia era breve y para comprar pastillas Valda. En su caja de cartón amarilla, con cantos blancos; un dibujo de un par de pastillas, verdes, muy verdes en el frente. Y letras negras con la fórmula y las propiedades medicinales en la parte trasera. La caja venía envuelta en papel celofán y, cuando la abrías, encontrabas las pastillas dentro de otra bolsa. Verdes, muy verdes, eran pastillas de menta, rebozadillas en azúcar y parecían gominolas.

Esa era la imagen que ofrecían en la farmacia, recién compradas. Pero la auténtica, la que de verdad asocio a mi infancia, era la imagen de esa misma caja, al cabo de unos días, dentro del bolso de mi madre. El celofán exterior roto, la cajita arrugada de un modo imposible, la bolsa interior semisolidificada, con las pastillas fundidas entre sí, dibujando lomos de menta increíbles... pedías una y había que "cortarlas" para poder separarlas...

De las pastillas Valda me acordé el otro día, al volver de darle a miniYo su beso de buenas noches en la cama. Mi madre no me daba beso de buenas noches, pero me daba "pastillas Valda de buenas noches" y me dejaba la boca, el sueño y los sueños llenos de olor y sabor a menta... noche tras noche, sin pastilla no se podía dormir... sueños de menta fresca. Mi madre envolvía mis sueños con menta fresca, cada noche.



-"Pues ya lo sabes, entonces, fumo y no tengo nada más que decir..."
No le estaba mirando y ella tampoco me miraba a mí.
-"¿Por qué?"
Ya estábamos...
-"Pues porque me da la gana, por fastidiar, porque no es algo que decidas tú, y porque me apetece..."
Bien por mí, si sigo así seguro que la convenzo de que soy una tía de lo más madura y seria... ¿por qué se lo tiene que tomar así?
-"¿No te he dado siempre información sobre el tema? ¿No he procurado explicarte siempre los peligros del tabaco?"
-"Sí, y tu marido bien que me ha fumado siempre encima..."
-"No hablo de tu padre, a mí no me habrás visto fumar nunca, ni en una boda, ni en ninguna circunstancia. En fin, allá tú, es tu vida..."



Del sentimiento trágico de la vida, o de como no es muy sano dormirse para la siesta las películas chungas de Antena 3 y Tele 5. Vale, me explico: cuando empecé a pensar en dejar de fumar y luego, cuando ya lo había dejado, en ocasiones me asaltaba la idea de que el día menos pensado me iba a encontrar una sorpresita como ésta... igual sólo una excusa más para demorar la decisión de dejarlo del tipo "Ya verás, lo dejarás pero ya estarás pillada y cuando estés más confiada saldrá el payasete de la caja resorte con una gran nariz roja, riéndose de ti..."¡¡SoooooooorpresaAAAA!!"

No deja de ser otra forma de engañarse para no dejarlo, claro, aunque a los tres días de haberlo hecho ya haya mejorado tu calidad de vida y ya haya merecido la pena (incluso a pesar del mono, eres capaz de reconocerlo). Pero la mente tiene extrañas formas de retorcerlo todo y de hacerte permanecer en decisiones erróneas, con las excusas más estúpidas. En mi caso, salí de ahí y es una de las cosas de las que me siento más orgullosa; a pesar del cáncer y salga como salga todo este lío. Me demostré que podía hacerlo y, sobre todo, gané siete años de calidad de vida, de volver a respirar, y poder hacer a gusto tantas pequeñas grandes cosas: nadar, correr... jugar tranquilamente con mi hija, lo mejor.

Cuestión aparte fue la tontería de empezar. La conversación anterior no contendrá los términos exactos que discutí con mi madre, pero sí fue muy parecida a lo que he escrito. Lamentable, ya lo veis. Lo tenía todo a mi favor y yo lo único que quería era una madre normal, que fumara un pitillo de vez en cuando y no me montara una tragedia al enterarse de que yo fumaba. No sabía apreciar a la madre que tenía, a la madre que tengo. Igual me venía grande y era demasiado generosa para mí. Me gustaría ser capaz de conseguir transmitir algo de todo esto a María; el otro día pensaba que merecería la pena si con esto conseguía no fumara, aunque tengo claro que es algo en lo que acabará decidiendo ella. Al fin y al cabo, yo tampoco supe aprovechar la experiencia de lo que le pasó a mi padre con el tabaco. Aunque creo que María es más sensata que yo.

Es una sensación rara. Por un lado, no me apetece colgarle mis alforjas, ya tendrá bastante con las suyas. Por otro, quiero prevenirla para que no llegue a sentirse tan imbécil y destripa ilusiones como yo me siento al pensar en mi madre, al pensar en todo lo que peleó para que yo no fumara. En todos los sueños de menta en los que me envolvió, aunque yo me empeñara en cambiarlos por nicotina y alquitrán.

Por ti me voy a pelear, mamá. No quiero desilusionarte.

domingo, 22 de febrero de 2009

Cuatro días raros



He estado mucho tiempo fuera; me ingresaron el día cinco de febrero y hasta el pasado jueves, el diecinueve, no me dieron el alta. Bueno, me dieron el alta y el primer ciclo de quimioterapia que, afortunadamente, estoy llevando bastante bien. Por ahora, no me están afectando ninguno de tantos y tantos efectos secundarios que asocian al tratamiento... toco madera y a ver si sigue la cosa así.

Lo que sigue es algo que escribí en el hospital. No tenía conexión a internet, pero sí tenía el portátil. Y hubo un momento en que me preocupaba olvidar ciertas cosas. No sé si son importantes o no, pero a mí me interesaba no olvidarlas. Espero que no resulten ser muy feotas :-)


El blog está parado desde el día cinco de febrero, lo siento; pero es que tuve que ingresar de urgencias. Sangre en heces y un susto bastante majo. Llamé a una ambulancia y allá que nos fuimos al hospital... con el agravante de que mi madre tenía un trancazo de mucho cuidado y yo no tenía muy claro si no acabaría necesitando ella que la atendieran también. Casi acabé teniendo razón. Hmmm, releo el párrafo y me ha quedado pelín seriote tirando a feo... pero es que fue mi tarde horribilus y, bueno, no se me ocurren muchas formas majas de contarlo.

Porque fue una tarde penosa. Llegué a urgencias sobre las tres y me dejaron en una camilla. Afortunadamente, enseguidita oí que alguien con la voz muy parecida a la de Merxe, intentaba que le hicieran caso en el mostrador. Le pedí a mi madre que fuera a traérsela y, al ratito, estaba a mi lado. Y Carlos, claro, no me voy a olvidar de mi chico favorito. Y es que la tarde prometía ser larga; y lo fue.

Llegó la médico de guardia y las preguntas habituales, esas que sigo sin saber contestar a veces, porque sigo sin saber observarme, aún no he aprendido. La primera valoración le llevó a pensar que la medicación que seguía en la rutina de medicamentos que me habían diseñado, me había causado o bien una gastritis o bien una pequeña úlcera, y que de ahí procedía la sangre. Para asegurarse, me iban a colocar una sonda nasogástrica para ver si había sangrado de estómago. Ays. Niños, no lo intentéis nunca en casa o, por lo menos, no lo hagáis todo del revés como lo hice yo, que en mi vida he pasado por pocas experiencias tan desagradables. Se suponía que debería llevar la barbilla al pecho y tragar el tubito de goma mientras respiraba tranquilamente... la realidad fue que mi cabeza se fue ella solita hacia la espalda mientras yo notaba como me estaba entrando un tubo más grande que mi nariz por ¿mi nariz? y mientras jadeaba casi agobiándome, se iba acercando a su ubicación en la garganta (si llegaba más abajo o no, es algo que ignoro, mi sensibilidad se acababa allí). Por no hablar de que se supone que mis manos deberían haber estado sujetas bajo mi culo y acabaron revoloteando por encima de todas las cabezas presentes en el evento; claro que eso ya no me molestó tanto, el objetivo al sujetarlas era evitar que agrediera al ATS... ¿y el derecho a la legítima defensa? :-)

Recapitulemos. Estaba en una camilla y, ahora, tenía trompa y una bonita bolsa a juego donde se empezaría a ver el contenido de mi estómago. Faltaba algo... una foto, claro, faltaba una placa de abdomen. Y en esas empezó la parte más horribilus del evento: el aparato estaba estropeado. Empezó una espera desesperada. Yo ya llevaba tres horas en esa camilla y apenas podía moverme; empezaron a dolerme las piernas. Merxe se había ido hacia un ratito, a atender a su hijo. Mi madre estaba completamente agotada, dormida en una silla del box, buena parte de la tarde. Por fortuna, en esas escuché la voz de Lledó en el mostrador. Isma y JuanMa tuvieron que quedarse fuera, pero mi chica pasó para dentro y estuvo un buen rato entreteniendo al dolor de la pierna y dándome a mí un respiro y el par de abrazos que estaba notando a faltar. Luego se fue y volvió Merxe y apareció Antonio que había dejado a María en casa. Aprovechamos para que mi madre fuera a casa también, con alguien que la acompañara. Y eran ya las ocho y no se sabía nada de mi placa. Bueno, miento: vinieron a buscarme en ese momento para hacerla.

Y justo cuando parecía que ya empezaba la cosa a tomar buen rumbo, empezaron a dolerme cada vez más y más las piernas. Y en esas que suena el teléfono y es María diciendo "Papá, ven a casa, ven a casa, abuelita está muy mal". Mi madre se había caído al suelo. Y tiene tela mi niña: llevó corriendo una silla de la sala a la cocina, y consiguió que mi madre se sentara en ella. Y así las encontró Antonio al llegar. Me encanta ese carácter resolutivo de mi hija y ese asustarse pero sólo después de que ya ha hecho lo que ha podido y lo ha hecho muy bien, además. ¡Bravo por ella! :-)

Como a las once ya era oficial mi ingreso en el hospital y ya tenía habitación. Para esas horas ya no sabía que hacer con mis piernas. Sólo era capaz de llorar, llorar mucho y sentirme completamente impotente y dolorida. Me habían puesto diversos tipos de calmantes... hubo uno que me engañó durante diez minutos, al cabo de los cuales volví a sentir la risa malévola del dolor diciéndome que no me iba a librar de él tan fácilmente. Porque estaba allí, otra vez.

Lo último que me hicieron en urgencias, tenía forma de inyección intramuscular y tardó en hacerme efecto lo que tardamos en llegar a la habitación 225 de Oncología Hospitalaria, reconocer el saludo cariñoso de Yolanda al llegar a la habitación y dejarles hacer mientras me trasladaban a la cama y me iban llenando de goteros y demás parafernalia hospitalaria. Creo que hasta cayeron dos bolsas de sangre transfundidas. Y dice Yolanda que yo seguía pidiendo "¡Drogas, drogas!", hasta que, por fin, empezó a hacer efecto el chute de urgencias y empecé a quedar dormida.

Para cuando desperté, era viernes y no había dolor :-)

***ooo***


Era viernes, no había dolor y tampoco había desayuno. Comer y llevar una sonda nasogástrica son actividades incompatibles. Adivinad cuál era la accesoria. Pues eso, sin comer :-D Ni beber, claro.

Recuerdo pocas cosas del viernes, se me pasó como el escenario de un (mal) sueño y las pocas imágenes que recuerdo, apenas tienen continuidad. Estaba casi obsesionada con no olvidar que tenía cita, a las cinco y media de la tarde, para hacer un TAC y lo repetía una y otra vez por si lo olvidaban. Y fue el día en el que el pelo empezó a caerse (cosas de la radioterapia). Je, no os imagináis la cantidad de pelo que tengo y eso de que, sin previo aviso, decidiera que quedaba mejor en las sábanas, en el suelo, en cualquier sitio que no fuera la propia cabeza, tuvo su gracia... hasta que todo el mundo empezó a darse cuenta de lo inútil que era intentar recogerlo :-)

Ya os digo que recuerdo pocas cosas. Mis ángeles guardianes, Merxe y Cristina, debieron de estar por aquí, velando por mi madre en casa y por mí, aquí. María no fue ese día al cole y estoy segura que también puso su grano de arena cuidando de mi madre. Pero el que se comió el gran marrón (y no glacé, claro) fue Germán. Pasó toda la tarde conmigo, bajadita al TAC incluida. Y lo malo es que la parte del dolor de piernas se iba a repetir casi idéntica a la de la tarde anterior. A las seis sentí los primeros dolorcillos que me hicieron intuir que se iba a repetir el proceso. Y cuando me disponía a bajar de la cama e intentar paliar el dolor andando, apareció una médico en la habitación que me dijo que a partir de ese momento, sintiéndolo mucho, tendría que estar inmovilizada. Me habían visto en el TAC un trombo en el pulmón. Una situación curiosa: aún estaban valorando y estudiando el porqué de la hemorragia que había motivado mi ingreso. Y se encuentran con un trombo que, de normal, se trataría sin problemas con anticoagulantes... si no fuera por el pequeño detalle de que no me los podían suministrar a causa de la hemorragia. Solución, no podía moverme de la cama hasta nueva orden ya que el trombo se me podría subir a la cabeza (¿sería de buena cosecha, al menos :-)?). En fin, acepté estoicamente mi nuevo destino.

En estas estábamos cuando llegaron Antonio y María, sobre las seis y media. Me pedí un ratito a mi niña, que hacía mucho que no la veía; mientras tanto, el dolor de piernas iba creciendo más y más. A las ocho le pedí por favor a Antonio que se la llevara a casa. Iba a empezar a llorar de un momento a otro y no quería que la niña me viera así. Y vaya si empecé a llorar. Y a jurar en arameo. El bueno de Germán, que es sagitario como una servidora, empezó a enfadarse a base de bien contra mis dolores. Igual los que no seáis sagitario no lo entendéis, pero enfadarse en un enemigo y focalizar en él nuestra rabia, nos ayuda a que no se nos note tanto el miedo y la rabia que nos puedan dar ciertos tipos de enemigos intangibles, contra los que es difícil luchar y que, además, estén haciendo daño a un amigo. También ayuda a intentar ser prácticos en estas situaciones. Germán me ofrecía sus manos para apretarlas y que pudiera espantar así el dolor. Bueno, consiguió algo más importante, porque el muy bestia está realmente cachas e intentar apretar sus manos era como intentar apretar rocas, misión imposible. Así que, por lo menos, pude reír al comprobar primero, su cariño y, luego, lo fuertote que está, caramba. Tengo que recordar no caer nunca en la tentación de intentar pelear un pulso con él ;-)

A eso de las nueve, volvieron al intento fallido de intentar conseguir que pasara el dolor con el Nolotil. Esta vez ni siquiera me hizo los diez minutos de efecto; y dice Yolanda que yo volví a mi letanía de "¡Drogas, drogas!" hasta que, por fin, se repitió también el "chute de urgencias" y cuando empezó a hacer efecto, empecé a quedarme dormida.

Y para cuando desperté, era sábado y mi oncólogo preferido estaba allí, salvándome la vida, que es lo suyo :-)

***ooo***


Porque eso, por fin, fue un rayito de sol: ese sábado estaba de guardia mi oncólogo preferido. Supongo que antes, en la mañana, pasaron más cosas, pero mi primer recuerdo de ese día fue verle a él, a los pies de la cama, indicando los tratamientos a seguir y sonriéndome; tuvo la virtud de tranquilizarme. En eso tuvo buena parte de culpa el hecho de constatar que pertenece al grupo A (lo entenderéis más adelante ;-)). No sé qué fue todo lo que estuvo disponiendo para intentar arreglar el desaguisadillo, pero en ese momento sólo fui consciente de que estaba indicando que me retirarán la sonda y que podría iniciar una dieta líquida. Las dos cosas me sonaron muy bien :-)

Retirar la sonda tampoco es moco de pavo, pero es bastante menos desagradable que colocarla y, además, al final del proceso respiras mucho más fácilmente y vuelves a ser dueña de tu garganta. Si, además, te puedes permitir un trago de agua después de dos días sin probarla, ya tiemblas de felicidad ;-) Y si al cabo de un rato te traen una bandeja de comida con un caldo y un zumo eres casi feliz... hmmm, bueno no adelantemos acontecimientos, que lo de la dieta líquida tuvo su tela en los días posteriores :-) pero os puedo asegurar que ese primer banquete me hizo muy feliz...

Del resto del sábado recuerdo que fue el "día del oxígeno". Gasometrías. No tenía ni idea de lo escondidas que están las arterias y lo difíciles que son de encontrar. Aunque con lo que realmente aluciné es con el aparatito que utilizan para medir la saturación de oxígeno en sangre. Yo estaba convencida de que me estaban poniendo pinzas para tomarme el pulso, hasta que de una conversación deduje lo que hacía esa pequeña funda plástica que pinzaba mi dedo. Ni podía imaginarme cómo lo hacía; pregunté al cabo de unos días y el médico me dijo que creía recordar que se basaba en fibra óptica. Me falta preguntar a google, pero llegamos a un principio de explicación de andar por casa, combinando, de alguna forma, la irradiación de luz con el color que adquiere la yema del dedo cuando la aprietas y recurriendo al análisis de la luz resultante para poder deducir cuánto oxígeno hay en la sangre. Me parece un invento de estos que me dan ganas de presumir de pertenecer a la especie humana.

El resultado de la gasometría y demás medidas, fue una bonita máscara de oxígeno, con regalo de gafas de nariz a usar como suplemento en las horas de las comidas. Todo ello en un tono verde muy fashion. Bueno, pues aún así, menudo susto se llevaron Sofía y Alicia cuando llegaron. Menos mal que les convencí de que estaba probando el disfraz de piloto de caza. Valeee, no coló pero nos reímos. Además, el tema pegaba con los planes de Ali de someterse a una maratón de todas las películas de Star Wars, para documentarse convenientemente antes del siguiente fin de semana, que se iba a Madrid a ver la Star Wars exhibition :-) Estuvieron las dos poniéndome los dientes pelín largos mientras me contaban sus planes de próximos viajes y, al cabo de un rato, me ayudaron a confirmar una teoría que llevaba elaborando desde la última vez que había estado ingresada: hay 10 tipos de personas en este mundo. Las del grupo A, no resisten a la tentación de acariciarme los dedos gordos de los pies mientras estoy encamada. Los del grupo B me demuestran su cariño con otras carantoñas y caricias, pero se resisten a esos deditos respingones que se adivinan descarados bajo las sábanas, provocando sin querer. Pues nada, que tenía delante de mí, a los pies de la cama, a dos genuinas representantas de cada grupo, cada una alegando motivos para acariciar mis deditos o dejarlos tranquilos. Sofía, a favor y Alicia, en contra y preguntándose que por qué. Hubo un par de momentos Epi-Blas realmente divertidos ;-)

Y ya se iba haciendo la hora de mi pánico particular. Sin embargo, esa noche no me dolieron las piernas. Eso sí, me dieron mi "chute de urgencias" para que durmiera tranquilita :-)

Y para cuando desperté, era domingo y estaba realmente tranquila :-)

***ooo***


Tranquila, pero con dolor de párpados. Vaya, si es que va a resultar que una es realmente sensible :-) Tuve las máscara de oxígeno a toda caña, durante toda la noche y, por lo visto, me afectó a los ojos. No, a los ojos no, a los párpados, que me dolían bastante si intentaba mantener los ojos abiertos. Así que pasé buena parte del día con los ojos cerrados... hasta que me echaron la bronca por no avisar y me dieron un Nolotil que cambió mucho el panorama. La verdad, no tengo palabras para describir lo bien que me trató todo el personal de la sala durante estos días, tengo la sensación de haber estado muy mimada.

Quizá por estar con los ojos cerrados o, seguramente, por ser un día bastante tranquilote, este domingo lo tengo muy, muy desdibujado, apenas recuerdo nada. Juraría que me dediqué, básicamente, a descansar y recuperarme. Tengo revoloteando por la cabeza las risas de Merxe y de María jugando con los móviles y pasándolo bien :-) Y, por supuesto, la visita de Minerva, que se llevó un buen susto, pobre. Ya imagino que verme con los ojos cerrados, medio dormida y con la máscara de oxígeno no debió de ser un espectáculo muy esperanzador. Por no hablar de Eva, Cristina, Manfran y David que no se atrevieron a entrar. Les tengo que mandar un montón de besos en compensación por el susto. De verdad que no estaba tan mal; eso sí, supongo que estaba bastante fatigada por el tema de la falta de oxígeno :-) Pero que tarde tan divertida me pasé recordando mis aventuras con esa promoción... ¡¡mira que nos renegamos mutuamente y que llegamos a divertirnos juntos!! Nunca me lo pasé tan bien peleando con toda una clase... y estoy segura de que fue recíproco ;-) :-P

En cualquier caso, al día siguiente ya estaba mucho más en forma; y el martes, ya me puse en [modo Críspulo ON] ;-) y empecé a hacer gamberradas. Ya os cuento en otra entrada ¿vale? Esta ya es muy larga... y muy quejicosa ;-)


miércoles, 4 de febrero de 2009

Regalos

Llegan muchos, muchísimos al mbox :-) Los besos y abrazos, con vuestro permiso, me los apalanco que estoy necesitada.

Pero hay muchos más regalos que compartir y agradecer :-)
¡¡Gracias!!










via videosift.com

(Fantasía y Fantasía 2000, ¡¡a que no puedes comer sólo una... !!)

martes, 3 de febrero de 2009

domingo, 1 de febrero de 2009

Y llevábamos un buen rato hablando...


... de nuestras tonterías de cada día, de las ocurrencias de nuestros retoños y de las cosas que son nuestras cosas más importantes aunque luego, a veces, disimulamos como si hubiera otras que lo fueran más. Podríamos haber estado en la playa, con los zapatos en la mano a la orilla del mar, mientras sacudíamos la arena de los pies... pero no, claro, estábamos en la habitación del hospital.

Y entonces empecé a mirarte a la cara, hacía tiempo que no estábamos las dos hablando de una forma tan directa y tan íntima; y reparé en tus pecas, que son como mis propias pecas y que conozco desde hace tanto tiempo... Pero lo que más me sorprendió fue descubrir esas pequeñas arruguillas en los ojos. Que son como las mías, que habrán florecido al mismo tiempo que las mías y en circunstancias y por motivos tan similares. Pero, al mismo tiempo, las miraba como hipnotizada por lo que me revelaban de tu carácter y de esa belleza que te he visto ir adquiriendo con los años. Te vi tan serena y tan tranquila que me quedé feliz mirándote. Muy feliz.

Tengo mucha suerte y tú eres fantástica.

ooOOOoo




Estoy segura de que acabará tocándola algún día, si sigue con el instrumento que le han dado en el cole; la canción es para tu niña, y también para ti... me está recordando la paz que sentí al hablar contigo...

Definición



"Lo que le pasa a mamá es que le están creciendo desaforadamente las células del pulmón y le ha llegado el pulmón a la cabeza... "


Aún no sé si es que se lo he contado muy bien, o que se lo he contado fatal. Pero adoro a mi niña :-D

Creo que esta canción ya la he publicado en alguna entrada, pero no puedo resistirme a ponerla... y si está repe, lo siento :-) pero es que estamos entre childhood y womanhood...




Pirates

Ojo con el sandwich de atún.