viernes, 10 de abril de 2009

-Actualización-


El lunes por la tarde ya estaba en casita; el martes, estuve tan feliz en mi casita y el miércoles por la tarde... tocó ingresar de nuevo.

En fin, pupas que es una. Parece que tengo una infección y aquí andamos, intentando pillarle las meninges al vuelo. Por de pronto, mi proveedor anónimo de wifi se está portando :-)

(... que paséis unas buenas Pascuas :-)

domingo, 5 de abril de 2009

Melenas


Melenas. No está mal comenzar aprendiendo algo de jerga y, además, las melenas fueron las reinas absolutas durante buena parte del juego.

Otra vez ingresada y otra vez ingresé por el mismo motivo: sangre en heces, melenas. Y parece que haya una pauta para estos ingresos, siguiendo siempre un mismo modelo; lo malo es que esta vez las etapas fueron más largas y algo más fuertes. Llevo tres semanas ingresada -desde la noche del 15 de marzo- y es posible que mañana pueda irme a casa. Bueno, ya veremos, no quiero lanzar las campanas al vuelo antes de tiempo.

Han sido unos días raros y difíciles. Los dos primeros días estaba muy enfadada. No había plaza en Oncología y me ingresaron en otra sala; la primera noche me hicieron una transfusión de sangre y quedé en espera de ver a algún médico. Al día siguiente, sí que apareció un médico, pero no me dio ninguna información; hasta tal punto que ese día me enteré de que no podía comer porque nadie apareció con la comida (sí me habían dado el desayuno) y a eso de las tres de la tarde mi madre preguntó en el control de enfermería qué pasaba. Me dolían las piernas y apenas me hacían caso. La verdad, la rabia me estaba haciendo más daño que cualquier otra cosa que pudiera estar pasando por mi cuerpo. Al día siguiente, por la mañana me hicieron una endoscopia (otra bonita experiencia que contar a los nietos, aunque más soportable que la sonda) y de nuevo, silencio. Bueno no, una doctora se presentó como hematóloga y me dijo que estaban valorando mi situación. No lo sé. Sólo sé que hasta que no me visitó -sin obligación, por cortesía- la médico que hace mi seguimiento domiciliario, no empecé a ver piezas del puzzle. Fue ella quien me dijo que la endoscopia no mostraba sangrado de estómago y me aclaró un poco el panorama; y me rogó que me calmara un poco porque yo seguía muy enfadada. Más tarde se presentó uno de los médicos de la sala de Oncología y aclaramos algo más; también quedó en que intentaríamos empezar dieta líquida y que en cuanto hubiera plaza me trasladaban de sala.

Así fue. Esa tarde me llevaron para Oncología. Y, la verdad, las sensaciones empezaron a ser muy distintas, me sentía en territorio amigo. La lástima es que, realmente, estaba mal. Y el intento de comenzar la dieta líquida fue un auténtico fiasco: me sentó fatal. Empezaron ahí tres días bastantes malos. Los días del mantra. Los días en que llegué a pensar que iba a morirme. Los recuerdo mal, como una sucesión de médicos contándome, por fin, qué pasaba (el dilema entre tratarme los trombos con anticoagulantes y la necesidad de suspender ese tratamiento por las hemorragias) y qué iban a hacer (interrumpir anticoagulantes y reposo completo); como una sucesión de transfusiones; como la sucesión del mantra una y otra vez... Lo peor llegó el jueves, a eso de las ocho de la tarde, cuando empecé a notar que se me descargaban las baterías y que me estaba yendo, me estaba yendo. Apenas tenía fuerza para hacer notar lo mal que me encontraba. Mi madre también debió notarlo porque no quiso ir a casa esa noche. Le pedí que me contara cosas de cuando yo era pequeña y me sorprendió con los recuerdos que le vinieron a la cabeza. Una transfusión consiguió que unas horas más tarde estuviera bastante recuperada, pero la experiencia de esa noche va a ser difícil de digerir (aún no lo he hecho completamente) y de olvidar.

El día siguiente fue el inicio de la recuperación; otra endoscopia y un ataque tonto de ansiedad, pensando en que se me estaba hinchando el brazo y que tenía otra trombosis en marcha. Me da hasta vergüenza pensar lo tonta que estuve. Afortunadamente, fueron expeditivos: me dieron un valium y me pusieron a dormir. Me desperté nueva, en más de un sentido. El fin de semana lo pasé tranquilo. Sin comer, pero tranquilo. Y con buenas sensaciones. Había concluido la primera semana.

Me encontraba tan bien que estaba convencida de que el lunes me pasarían de esa "dieta absoluta" (eufemismo para referirse a no poder ni beber agua) a la "dieta líquida". Pues no, y supongo que ahí fue cuando ya tuve un último momentito de rabia que duró poco. Preferí ser algo más ¿práctica?, no sé, igual va mejor "estoica", aunque creo que tampoco es la palabra que estoy buscando. Decidí que es mejor no adelantar acontecimientos y esperar, simplemente, a que las cosas ocurran. Por cierto, que ese día quedaron agotadas, definitivamente, las venas de mis brazos para buscarme dónde enganchar la vía del gotero. Así que primero me pusieron una aparatosa vía central y en la actualidad llevó un reservorio: tengo mi propio expendedor de sangre/receptor de goteros en el pecho; tan fácil como pinchar un alfiler en un acerico.

E iba pasando la semana. Y seguíamos con melenas y eso es que había hemorragia y que estábamos igual. Paciencia. Tenía que parar. Y sí, todo llega en esta vida y un día las heces ya aparecían negras y sin ser melenas. Y... tanto que renegué hace poco de la "dieta líquida" y el jueves me dejaban iniciarla por fin, después de haber pasado diez días en "dieta absoluta". Supongo que todo en esta vida es bastante relativo, depende de qué es lo que estás comparando con qué. Esta vez fueron cuatro días: lo que restaba de semana.

Y empezó la tercera semana. Los análisis, muy bien; las hemorragias habían parado y hay transición de líquida a dieta normal. Y, en cuanto se normaliza la dieta y me dan permiso para poder moverme, aparece la fiebre. Como la otra vez, en cuanto se empezaba a normalizar todo, un bisho viene a meter las narices. Bueno, pues en esto estamos ahora. Esta vez lo han identificado pronto y ya estoy con el tratamiento; la verdad es que he tenido fiebre sólo un par de días y me encuentro bastante bien. Pero el tratamiento completo es de una semana más. La idea es irme a casa y completarlo allí y entonces llegará el momento de volver a ingresar para el tercer ciclo de quimioterapia, que se ha retrasado.

Así pues, es posible que mañana me vaya a casa. Pero, hasta mañana, ¡no me creo nada! ;-) :-)