La mancha azul se extendía perezosa, derritiéndose, empapándolo todo y cubriendo aquello que alcanzaban a ver.
Cada beso hizo estallar una pequeña flor amarilla, como botones de oro. Las caricias se abrían en pequeños tulipanes malvas que parecían bailar al compás de la mano.
¡Y las risas! Las risas conseguían que grandes hojas verdes les cobijaran y les protegieran, al abrigo de todo lo que estaba fuera, atenazándoles.
También hubo pequeños suspiros. Con cada uno se desprendían pequeñas burbujas irisadas, que ascendían y se iban perdiendo por el azul, azul... azul que se derretía, lo empapaba y lo cubría todo. Azul acogedor y confortable.
No había tantos colores como en Goab, pero tampoco era Fantasía. Eran ellos dos, un pequeño rincón del mundo real y el poder mágico de la luz...
5 comentarios:
Yo no sé qué drogas tomas, pero dame dos.
Esto es un nuevo estilo: acid blogging
"Memorias de un daltónico en Benetton"
:-)
...falta torrija contando el chiste de "Azul..." ;-)
Ahora empiezo a entender tu comentario en mi beso. ;)
Había echado a volar la imaginación en otras direcciones.
Pues eso, que un beso.
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