viernes, 22 de diciembre de 2006

Mamalú


Cuando yo era pequeña, mi tía Canucha estaba enganchada a una radionovela que se llamaba "Mamalú" y que, por lo visto, era la lacrimógena historia de una esclava envuelta en una apasionada aventura de amor prohibido. Bueno, para entendernos, una de esas de llorar mucho. No sé muy bien por qué, pero de resultas de esa radionovela quedó en mi familia la cosa de decir "¡Ay, Mamalú!" con ligero tonillo de recochineo cuando alguien está quejándose, con lloriqueo y repenique, de algo que no es para tanto.

No me preguntéis tampoco por qué un buen día decidí que nuestro coche era chica y se iba a llamar Mamalú. Supongo que fue una inspiración súbita por alguna tontería: estábamos camino de Gijón, con la música a todo volumen, sobrellevando con resignación la antigua carretera de la costa asturiana (con su curvas de "ceda el paso") y no sé si fue el momento "easyraider" o qué, pero se quedó en chica y en Mamalú. Y así, hasta el martes pasado.


Ahí la tenéis, pobre, descansando del sofoco que pilló este verano, resoplando mientras intentábamos subir el puerto del Cubillo. En esa curva tuvimos que parar porque el ventilador no daba abasto y se estaba poniendo eléctrica del calor. Y es que ya estaba viejita: viajaba con nosotros desde 1992. Empezamos a pagarla con lo que sobró de la boda... ¡y fueron tres años de letras!. Cada vez que llegaba una, íbamos sintiendo que un tornillito más formaba parte de la familia.

El caso es que ha pasado a mejor vida. La hemos sacrificado en aras de un plan prever de esos y nos hemos comprado otro coche. Muy posiblemente, lo de hoy sea para empezar a purgar nuestras culpas por abandonar a la pobre Mamalú: supuestamente teníamos que estar ya camino de Galicia, pero no hemos podido salir porque aún no nos han dado el coche nuevo. No sé qué de unos papeles... ¡espero que los dichosos papeles nos permitan volver a casa por Navidad como mandan los anuncios y las buenas costumbres!

De todas formas, María se ha puesto seria y dice que el coche nuevo también será chica. Claro que lo del nombre tenemos que discutirlo, porque creo que quiere ponerle Bimba o Pimbra o algo así...

jueves, 21 de diciembre de 2006

¡Hace frío!



- ¿Y ese abrigo..?
- ... del muerto...
- ¿¡Cómo!?
- ... nada, que lo iban a enterrar con el abrigo puesto y se lo quitaron.
- Pero ¿cómo es que lo tienes tú...?
- Mi tío Paco, que me lo ha regalado, que dice que tengo cara de frío...



Por cierto, este año lo he llevado al tinte, que ya le iba haciendo falta. Ha quedado como nuevo.

martes, 19 de diciembre de 2006

Forty-two!!


"I checked it very thoroughly," said the computer, "and that quite definitely is the answer. I think the problem, to be quite honest with you, is that you've never actually known what the question is."


Lo tenía fácil, la verdad. En fin, para los no iniciados: es mi cumpleaños. Y cumplo 42.

Y me he cruzado con una mariposa un 19 de Diciembre.


domingo, 17 de diciembre de 2006

Tengo una debilidad

-"Bernardo... ¿tú crees que algún día... ?"
-"Algún día, Mari Carmen... algún día... "

jueves, 14 de diciembre de 2006

Todavía es tarde


Me llegó tu mail y me quedé pensando. Ya sé que no es por cumplir años. Tenemos la misma edad que hace veinte años, cuando teníamos veinte años más de los que tenemos ahora.

A ti también te gustan Los Enemigos: ¿por qué estoy frío, si hoy hace calor? yo iba a ser un gran tío, todo un ganador ¿será que no es lo mío esta competición?... no, igual no es tan tremendo, pero es un sentimiento de... ¿cuánto me he desviado de lo que quería? ¿cuántos sueños quedan intactos? ¿estoy mejor de lo que pensaba? ¿es mucho peor? ¿qué decisión fue crítica? ¿por qué aquello que era tan importante... ? ¿por qué era aquello importante? ¿tanto he cambiado? ¿tanto ha cambiado mi escala? ¿qué hubiera opinado de mí mismo?

Cuál de toda esa pequeña cadena de palabras no dichas, de palabras no calladas, de portazos inútiles, de enfados prescindibles, de engaños premeditados y de mentiras sin mala intención, con sus correspondientes raciones de buenas intenciones abandonadas, evidencias ignoradas conscientemente y cariños despreciados me han ido llevando del sitio al quería llegar, hasta el sitio al que he llegado. Cuánto me he desgastado intentando que la trayectoria no se torciera demasiado, peleando siempre con ese movimiento que tiende a hacer desplazarse a mi centro de gravedad, y que me obliga a forzarme para devolverlo a su sitio original, intentando que la inercia no me haga derivar hacia ese camino que parece más fácil, pero que no es el que me gustaba.

Aunque la peor pregunta es la que te obliga a plantearte que si merece la pena. Qué si sigues peleando o qué si vas pasando. Y en esa duda, como decía alguien, hay días y, lo que es peor, hay noches. Que la moral y las buenas costumbres aún nos tienen muy capados y hay cosas de las que no se debe hablar. Y, si lo piensas, es peor...

Yo también estoy "algo extraño" y también voy a estar de cumpleaños. Pero no es por los años. Es porque todavía es tarde.

miércoles, 13 de diciembre de 2006

Sería una ilusa si...


... si de verdad me creyera que Pinochet se murió el Día de los Derechos Humanos por una especie de justicia poética. Y sí, tendrá que ser poética, ya que no de la otra.



Pero no se trata de ver qué tan alto caemos del guindo. Sí que hay cosas que se pueden hacer y hoy tenemos la oportunidad de ser testigos. A las 19 horas, en la Sala de Prensa del edificio de Rectorado y Servicios Centrales, estará Weja Chicampo un "caso resuelto" de Amnistía Internacional (por cierto, si no la han quitado, en el hall de la Facultad de Humanas hay una mesa de Amnistía en la que podréis firmar para intentar resolver otros 10 casos).

Y no, no es que me haya obsesionado últimamente con AI (aunque tampoco sería mala idea). Sólo os estoy deseando Feliz Navidad, de corazón y sin bombillitas..

martes, 12 de diciembre de 2006

50 años no es nada




Ayer me enteré de que el amor de mi vida ha cumplido ya los 50 años. Jo.. salir del cole, jugar al brilé, bocata de chorizo, Espacio 1999, los payasos de la tele... el Capitán Trueno...

¿Os habéis dado cuenta de que ya no hay tebeos como antes? Un día le quise comprar a María un Mortadelo y tuve que comprarle un especial de esos... Aquellos cinco duretes que te daban de peque y que salías disparada a comprar el Mortadelo o el Zipi y Zape.. o el Lily, ya un pelín más mayorceta y enganchada a Purita Campos con Esther y su mundo.

Pero mi primer amor, el que me tenía encandilada y el que tenía las aventuras más chulis era el Capitán Trueno,





Había otros que imitaban la idea del trío héroe/amigo_gordote/amigo_ delgadín (El Jabato o el Corsario de Hierro), pero el Capitán Trueno era especial. O igual es que fue el primero :-)

Yo sólo sé que de pequeña quería ser rubia y reina... de Thule, of course :-)

sábado, 9 de diciembre de 2006

The Snow Fairies




De blog en blog y tiro porque me toca, me encontré un buen día con The Snow Fairies, ideales para escuchar el día que el cuerpo te pide musiquilla agradable y no comerte mucho el tarro... dicho sea sin ningún ánimo de menospreciarlos. Tal y como vamos, esto puede ser todo un lujo.

Pero parece que se separan, Y, para celebrarlo, regalan su último disco, Voilà!. ¡Aprovechadlo!

Monstruos de papel


Yo reconozco que, a veces, se me cuela una entrada que sólo entiendo yo. De hecho, me las escribo para mí. Y no pienso pedir disculpas por ello: es mi blog. La última se supone que era de esas. Y no es que quiera explicar la entrada. Es que al releerla me han sacudido varias cosas...

Ayer se cumplieron 24 años desde que murió mi padre. Y se me acaba de pasar por la cabeza una sucesión de gente con algo en común, que llegaron a importarme mucho sin que llegara a tener apenas tiempo para disfrutar de ellos (vaya, y ahora que lo pienso, eran todos hombres).

Puede resultar chocante que incluya a mi padre en esta categoría, pero lo triste es que es así. Durante mucho tiempo simplemente no nos llevamos (yo era una peque, él hacía muchas horas extras...). Luego nos llevamos realmente mal (yo era una adolescente bastante impaciente en todo, él era pelín chapado a la antigua y tenía una tendencia demasiado exagerada a disimular su timidez con gritos autoritarios, mala leche y alguna bofetada que otra). Y, en una de estas, se produjo el milagro: mi madre nos dejó solos unos cuantos días y ahí no nos quedó más remedio que convivir. Y funcionó.

Lo malo es que eso fue allá en Julio y por Septiembre me fui a Valencia a estudiar. No volví a verle vivo. Me he enfadado muchas veces con él por haberse muerto. Por no cuidarse y no hacer caso a los médicos, por dejarnos antes de tiempo sin consultarnos ni pedirnos permiso. Sí, ya sé, el muerto es él. Pero qué queréis...

Algo raro pasa cuando se muere un padre. Es como quedarte sin ninguna protección en medio de una estampida. Todo te da más miedo, aunque intentas hacerte la fuerte porque de alguna forma notas que te han pasado un testigo. Que pesa mucho. Y que no quieres, tu preferirías quedarte cómodamente instalado en la protección que, de repente, te niegan. Pones cara seria, de persona convencida pero tienes miedo en cada paso que das, no sabes que terreno pisas, ni si se va a hundir. En mi caso, además, me pilló demasiado pronto, 10 días antes de cumplir 18 años. Feliz mayoría de edad...

Será por eso por lo que elegí esa canción, porque "en un mundo descomunal siento mi fragilidad". Me vino demasiado grande, como supongo que le ocurre a todo el mundo. Sentir ese paso de la niñeza a la edad adulta, sin casi tiempo para asimilarlo, era como entrar en ese mundo descomunal del que habla la canción. Y puede que de ahí me haya quedado cierta tendencia a darle más importancia de la toca a los monstruos de papel. Sobre todo, a los que yo me invento: son mis criaturas, sé todos sus secretos... pero ellos también saben los míos. Nos conocemos los puntos flacos. Y yo, tengo muchos. ¿Miedo? Mucho y a muchas cosas. Especialmente al daño que puedo hacerle a los demás si mis monstruos me asustan y no me dejan ver claro...

Vaya pesadilla
corriendo,
con una bestia detrás
dime que es mentira todo,
un sueño tonto y no más.
Me da miedo la enormidad
donde nadie oye mi voz.


Pero, eso sí: papá, si te echo de menos no es por eso. Te echo de menos por eso tan bonito que dejamos a medias. Aunque a veces me entran sudores fríos ¿te imaginas que esos dos últimos meses no hubieran sido así y que te hubieras ido sin que te hubiera conocido?

Algo me dice que esa última pregunta amenaza con convertirse en una respuesta en otra lucha de gigantes...

viernes, 8 de diciembre de 2006

¿Cómo estás, papá?



No, aún no me he hecho mayor. Y, sí, todavía te echo de menos.


miércoles, 6 de diciembre de 2006

Queridos Reyes Magos:



(Lo cogí prestado aquí, claro...)

Y si tienes claro lo bonito es compartir vida con una mascota, mejor pásate por aquí...

domingo, 3 de diciembre de 2006

Un vestido anticuado


Era un vestido de entretiempo, de viscosa color marrón. La falda era fruncida; tenía una franja de franela roja de la que salía un volante estampado de marrón, rojo y varios tonos de ocre a juego. La parte de arriba tenía un cuello mao, tan de moda en aquella época, y vivos a juego con el volante.

Se lo había regalado su madrina; bueno, más bien se lo había ganado con su trabajo en la boutique. Se lo pidió en Febrero, ¿o fue en Marzo?. Las rebajas habían acabado sin que se hubiera conseguido vender el vestido, que era ya de la temporada anterior. No le fue difícil convencer a la madrina. Nunca lo era.

El caso es que el vestido era suyo y sabía cuando estrenarlo. Primero dudó sobre si debía ponerlo el viernes por la tarde o el domingo; mejor el domingo. El viernes era un rollo, tendría que ir con el vestido ya puesto al instituto y seguro que alguien soltaría alguna suspicacia sobre el "modelito" (anda, la empollona se nos ha puesto guapa ¿querrá ligar con el de Historia?). No, mejor los vaqueros de siempre. El vestido para el domingo.

Los domingos eran de ellos solos. Nunca agradecería bastante a sus padres esa bendita costumbre de ir a comer a Covas y dejarla solita en casa. Bueno, en casa...

Desde que él se había ido a León, a estudiar veterinaria, los viernes por la tarde eran el principio de la semana. Ese día no tenía clases y bien temprano cogía el coche, un ocho y medio que aún tiraba bastante y que había sido patrimonio familiar hasta la llegada del GS nuevo. Llegaba a mediodía, a tiempo para comer en casa y salir a buscarla a la salida del instituto, a las cinco. Tenían toda la tarde para ellos, aunque apenas llegaba el tiempo para comentar la semana, comparar sus respectivas crónicas, reir, enfurruñarse a veces, hablar, hablar y hablar y, por supuesto, para todos los besos y caricias que aprendían poco a poco.

El sábado era un agujero en el tiempo que había que sobrellevar de la mejor forma posible. Pero ninguno de los dos se atrevía a romper rutinas que hubieran sembrado preguntas incómodas en casa y esperaban, esperaban hasta su momento, el domingo.

Él decía que volvía a León y ella se quedaba sola a las once de la mañana. Iba con su madre a la iglesia y, a la vuelta, sus padres se iban. ¿Seguro que no vienes?, No, mañana tengo evaluación, prefiero preparar las mates... Las benditas mates que aquel año le costaban y le estaban dando la excusa perfecta. En cuanto salían, llamaba. Solían coger el coche e ir hasta Pontedeume o Ares (y aún así, había que andar con ojo, nunca se sabía con quién podía encontrarse uno) y pasaban la mañana juntos; de nuevo, hablaban, fantaseaban, montaban planes absurdos y se aprendían con los ojos, las manos y la boca allá hasta donde la moral y las buenas costumbres lo permitían en los lugares públicos.

Sí, el vestido quedaría para el próximo domingo.

Pero nunca llegó a ponerlo. Él no estuvo el viernes a la salida del instituto. En algún sitio de la nacional VI se había salido de la carretera.

Habían pasado 25 años. Buscaban retales para completar una falda, cuando abrió la caja y su hija descubrió el vestido, aún sin estrenar, y bastante anticuado. Cerró la caja y la metió de nuevo en el armario. En sus recuerdos, ese domingo habían paseado juntos, ella había estrenado el vestido, él le había dicho qué guapa estaba y ella se había sonrojado de felicidad.

sábado, 2 de diciembre de 2006

Te la robo

Llevaba días pasando por encima de esa entrada por falta de tiempo. Te robo la canción, con tu permiso.