miércoles, 14 de marzo de 2007

Asco


Te olvidas de ellos, hasta que sale uno, de repente, como puede salir un grano. Y sí que son granos purulentos y asquerosillos. No se me ocurre mejor metáfora para describirlos.

¿Quiénes son? Depende. Las pintas son variadas. Está el señor bajito con pinta de inofensivo y de no tener mitja bofetá que se te pega al culo en el metro. Para este el mejor tratamiento es darte la vuelta y mirarle a los ojos. Comprobado: sale huyendo.

Otro espécimen suele ser un señor que va tan tranquilo en el autobús, sentadito y mirando por la ventanilla; pero en el momento en que te sientas a su lado, y sin mirarte siquiera, inicia un movimiento rítmico en su bolsillo sin cortarse un pelo. Con estos las más de las veces sólo me he levantado bastante asqueada... pero un par de ocasiones, hice algo más de ruido, levantándome de forma brusca mientras vocalizaba con voz potente lo "Vale, comprendo que necesite intimidad para hacerse la paja..."

Con todo el más típico es el imperturbable que te pone en el sitio recordándote que el papel de tus tetas en este mundo era estar ahí mismo esperando sin hacer nada hasta que ha venido él, en forma de Redentor de la Humanidad a calibrártelas, evaluártelas y, si hay suerte, a darles el Visto Bueno. Pero no hay que confiarse, porque no se ha pasado completamente la prueba hasta que no te encuentras a su compadre, el evaluador de culos, que te someterá a un análisis todavía más exigente.

El que me he cruzado hoy es también curioso: un señor muy serio, muy trajeado, muy encorbatado... que va tan tranquilo hasta que se pone a tu altura en el paso de cebra o hasta que se cruza contigo por la calle y te suelta una animalada tan grande que no sabes que decirle, ni que clase de enfermedad mental puede sufrir...

Y a una servidora, casi que a estas alturas le da lo mismo. Pero ayer me fijaba en María, que ya es un proyecto de persona y está en esa edad en que está a punto de dejar de ser una niña, pero aún está muy lejos de ser una mujer. La edad preferida por esa pandilla de abyectos que son capaces de ensuciar cualquier cosa que miran... esos señores tan serios que se quedan mirando a las niñas cuando juegan en el parque, esos que se aprovechan en cuanto pueden de la más mínima familiaridad para tocar a la niña (y la referencia a la familiaridad no es gratuita)... esos que tan discretamente te hacen sacar los colores sin que puedas expresar exactamente por qué y sin que puedas quejarte concretamente de algo. Lo malo es cuando te convencen de que la que está haciendo algo malo eres tú. Y es que son jodidamente buenos en su discreción para hacerte creer que la sucia eres tú.

Empecé llamándoles granos purulentos. No todo el mundo acepta igual a los granos, ni los trata de la misma forma. Dicen que si no les haces caso, acaban yéndose (claro que eso no quita para que te sientas sucia y molesta mientras el grano está ahí). Dicen que si te dejas llevar por la impaciencia y les haces caso e intentas quitarlos del medio por las bravas, acabas con una marca en donde tenías el grano.

Y claro, si amenazo con reventaros como os atreváis a hacerle algo a mi niña, la "mala" seré yo...

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Putos granos infectos.

Si necesitas ayuda avisa, se me da bien reventarlos y machacarlos :-]

Anónimo dijo...

¿En serio, Glo? Oye, si quieres ser mala, cuenta conmigo. Yo, para según qué cosas, y esa sería una de las principales, soy mala malísima.

Las niñas no se tocan.

servidora dijo...

No sé, algernon, tampoco es cuestión de machacarlos... te toca ser civilizada y aguantar las ganas de romper narices. Afortunadamente, hace tiempo que soy consciente de que la que tiene que tener vergüenza no soy yo, y no me corto a la hora de dejarlos en evidencia (huyen como ratas... :-(
Pero me toca enseñar autodefensa a la chiqui. Y para empezar, explicarle que hay gente así...

Y ya, amanda, las niñas no se tocan, pero las tocan. Y a nosotras nos tocaron, lo quieras o no, fuéramos conscientes o no,... que normalmente no lo eras... hasta que cuatro o cinco años más tarde sorprendías a tus primas, cuatro o cinco años más jóvenes, comentando comportamientos y "jueguecitos" que te suenan extrañamente familiares y te caes del guindo. Ponte al lado de tu María, y no la mires con cara rara si le coge manía a "alguien"...

Don Serafín dijo...

Para eliminar los granos lo mejor son las pomadas que hay en las farmacias. Es como si paralizasen al grano. Lo mantienen inmóvil en un pequeño espacio y secan toda la mierda que tienen dentro.
¿Eran pomadas o eran cárceles de granos?
Forza y ánimo. Afortunadamente, hay mucha más piel sana que granos (pero no hay que bajar la guardia).

Ferran FoMPi dijo...

Que duro, dios :S

Víctor Alós dijo...

Basura la hay en todos lados, desde luego.

Uno todavía confía algo en la sensatez humana, pero es mejor no bajar la guardia.

Y desde luego, leña a los boniatos.

Y sobre lo otro... menos los jueces, que viven en su mundo de fantasía y sinrazón, no creo que nadie culpara a quien reventara un par de granos que se acercaran demasiado a las peques.

Que a mi niña no la tocan, por la cuenta que les trae.

Un saludín

Anónimo dijo...

La inocencia no dura para siempre. De todos modos está bien eso de ponerla sobre alerta y darle confianza para hablar sobre el tema, y te pongo un ejemplo. Hace poco una amiga de mi edad me confesó que a los 14 años la habían dado una paliza y violado, y salvo a mí y a otra persona nunca se lo había dicho a nadie. Se estuvo un tiempo maquillando los moratones y punto. Y no lo contó porque se sentía terriblemente culpable por haber confiado en el que consideraba su amigo(mayor de edad), y pensaba que si lo contaba en casa le habrían reñido por haberse quedado a solas con él o algo por el estilo. A día de hoy arrastra aún problemas psicológicos por el tema. El caso es que con la edad la gente ya empieza a atreverse a contar estas cosas y no es el primer ni el segundo caso parecido que he oido en los últimos años de gente de mi entorno. Cosas que ni te las imaginabas, de gente de la que jamás te lo hubieras planteado. Y por supuesto, nadie confió nunca en sus padres para contarlo.

servidora dijo...

Ahí quería llegar, bonZo. Mi madre era una histérica en lo referente a mi "integridad física". ¿Te haces una idea de las comillas, verdad? Vale, esa misma mujer a la que le salía urticaria sólo de pensar que me pudiera echar un noviete que me metiera mano consentidamente, me dejó con toda confianza durante años en casa de mis tíos a pasar vacaciones, findes y demás, sin sospechar que su señor cuñado tenía debilidad por las niñas de 12, 13 años... una debilidad tan inocentona que no creo que ni yo ni ninguna de mis primas hayamos pensado nunca en que fuera algo malo hasta años más tarde. Ahora, estoy segura de que si le digo algo a esta madre mía que tanto me "preservó" me dice que estoy loca o similar.

A veces pienso que les contamos tantas mentiras a los niños que tendemos a pensar que ellos también mienten, sin prestarles más atención. O igual es que no les hacemos puñetero caso... en fin, igual eso sería tema para otra entrada :-/

servidora dijo...

Coñes, en lo de "debilidad inocentona" se me olvidó poner como 45 pares de comillas... vamos, que normalmente se conformaba con tocarnos el pecho mientras simulaba pelearse con nosotras... todo muy casual y de muy buen rollito.

Y, evidentemente, es una debilidad inocentona si se compara con lo de tu amiga :-(

¿Qué coño nos han hecho en la cabeza durante años para que pensemos que podemos tener la culpa de una violación? Vamos, y además para que lo piense una niña, recollons... :-(

Anónimo dijo...

Pero es que como va uno a imaginarse que su cuñado pueda hacer algo así...De todas formas cuando eres muy crio esas cosas como no las entiendes ni te afectan. En 5º o 6º de EGB teníamos un maestro que cada día elegía a una niña y se frotaba el paquete contra el respaldo de su silla mientras le acariciaba el pelo. Por aquel entonces nos limitábamos a reirnos del tema ("¡que viene, que viene! juaaaa!") y en todo caso a apostar a ver a quien le tocaba. Años después te acuerdas, y es que no le dabas casi importancia; te daba asco, pero no pensabas que fuera nada preocupante.
Sobre lo que dices de qué nos han hecho en la cabeza, pues mira, cuando te crían con la filosofía de que "si suspendes no es porque tengas problemas con la asignatura, es que eres un vago", "si no llegas a tanto como los hijos de mis amigos, es que no vales", "si el novio te ha dejado, es que algo habrás hecho", etcetcetc... pues creces intentando molestar/defraudar lo menos posible, y con la seguridad de que si no sigues los ideales de facto, es culpa tuya.
Otras veces se hace pensando en la familia, como le pasó a otra amiga con un amigo de su padre borracho: "Mi padre si se entera es que lo mata", y conociendo a su padre doy fe que hubiera ocurrido una desgracia.
Bueno, igual no podemos evitar que pasen estas cosas, pero sí podemos cambiar el modo de enfrentarnos a ellas.

servidora dijo...

¡Amén! Aunque sólo sea dejando claro que la culpa es de quien la hace, no de quien la sufre...

Yo tenía un profe en segundo de BUP que tenía que tener a una de nosotras en el encerado para dar la clase :-/... Te tenía allí de pie toda la hora mientras explicaba; de vez en cuando, te miraba y decía ¿ha entendido, señorita? :-(.

Aunque con este al final nos hartamos (ya teníamos 15, 16 años y no estábamos tan favas): el día de San Valentín aparecimos todas con minifaldas, escotes, medias y tacones... los pasillos de la clase parecían un bosque de piernas exhibicionistas... ¡Tuvo que salirse de clase! Hasta hubo alguna profesora que bajó a nuestra clase a enterarse de lo que había pasado ¡¡y nos felicitó!! (un angelito, el hombre :-/ )

No sé, cari... ¿hacemos una entrada conjunta sobre "todo lo que nunca quisistéis saber de nuestra pubertad y adolescencia: a los 13 años te puede agredir quien menos te lo esperas sin que mamá se lo crea" :-/ ?

Anónimo dijo...

¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Buenísima la estrategia de las minifaldas!

Pues la verdad es que el tema da de sí, porque si todo aquel que entrara (chicos o chicas, que ellos tampoco se salvan) se pusiera a contar lo que le ha pasado en persona o a sus conocidos, nos daba para un blog entero.

José Luis dijo...

Doy fe. Y el problema de todo eso no es que te suceda (que es grave, siempre), sino cuando sucede dentro de una edad en la que se está forjando el nucleo de lo que va a ser la personalidad adulta de uno mismo. Cosas que a los 4 o a los 24 pueden ser irrelevantes, a los 14 pueden ser un acontecimiento crucial en la maduración mental de uno. Posiblemente nunca de aprende tanto como en esa época, nunca se mete la pata tanto como en esa época (ojo, que eso forma parte del proceso de aprendizaje), y nunca se arrepiente uno de tantas cosas como en esa época. Por tanto, la persona que actua de "mala fé" con adolescentes es triplemente culpable.

Sin embargo, hoy parece haber una seria preocupación ante la aparente maduración prematura de los adolescentes, lo que puede llevar a casos extremos de sobreprotección. Yo sufrí algo así (por causas ajenas a mi voluntad, por supuesto), y puedo decir que es algo muy poco agradable de vivir, y que te asegura muchos problemas a la hora de relacionarte con los demás en el futuro, y que aún a día de hoy continúo arrastrando.

La virtud está en el término medio, dijo alguien. Ya sabía bien lo que decía, ya.

servidora dijo...

Pues claro!! Hombre, que tampoco es cuestión de que ahora traumatice yo a la niña... Sólo se trata de apoyarles y trasladar el beneficio del agresor a la víctima si se da el maldito caso. Y no al revés, que parece ser lo habitual...