jueves, 10 de mayo de 2007

Gritar


Lo podemos considerar incluso como un ejercicio terapéutico: llenar de aire los pulmones, abrir la boca (preferentemente con forma de letra A) y expulsar todo ese aire rápida y profundamente, tanto como se pueda. Y repetir esto hasta el jadeo. O hasta que se te hayan vaciado las ganas.

No creo que sea una casualidad que en inglés se use el mismo verbo para gritar y para llorar. Con los dos te puedes vaciar el alma, las vísceras y las ganas de pensar y de solucionar las cosas. Los dos representan esa salida que sabes que no debes tomar pero a la que no puedes, ni quieres, muchas veces, resistirte porque las salidas racionales o no valen o están muy caras.

Aunque lo malo de verdad viene cuando no quieres que se oiga lo que quieres gritar, cuando no quieres oirlo ni tú. Cuando piensas que si lo gritas dejará de estar en tu cabeza, dejará de estar ocupando un sitio que quieres llenar de otra forma, dejará de estar ocupando ese trozo de pecho que quieres embarcar en otro viaje. Pero la moral, el decoro y las buenas costumbres aconsejan usar regaderas de plástico verde para mantener falsas criaturas de plástico creciendo en falsos viveros de plástico... it wears her out. Sin gritos.

Es posible que me atreva a gritarlo debajo del agua, más tarde. El grito quedará ahí ahogándose, mientras yo salgo del agua. Amén.

2 comentarios:

PepeDante dijo...

Shout! Shout! Let it all out...
:-)

servidora dijo...

Pues no. Al final no fui a nadar.

Tampoco grité. Eso sí, me chupo el dedo pulgar de maravilla.