Me he encontrado por ahí "Songs for Beginners" de Graham Nash. En ese disco está la canción "Chicago". Y entre la canción y la movida de los treinta años de las primeras elecciones, me dio por barruntar algunas cosas y por eso pensé en esta entrada.
Tuve suerte. Para la banda sonora no podía contar con GoEar, que anda algo lisiado en estas fechas, y me fui a You Tube, a ver qué encontraba. Y me encontré esto:
El vídeo es un trabajo realizado para una clase de historia. Entre el vídeo, la letra de la canción y la entrada de la wikipedia, se puede completar bastante bien la historia completa tras la canción. De hecho, el título completo de la canción es Chicago/We Can Change the World.
Lo que daría pie para pensar que el caso es que algo hemos debido hacer mal, porque a veces creo que es el mundo el que nos ha cambiado a nosotros. O no. A ver. Que me cuesta explicarlo.
Tanto pelear por nuestros derechos, por ese estado del derecho y del bienestar ¿lo hemos conseguido y nos ha abotargado?. Estoy pensando en tanto nostálgico del "..contra Franco vivíamos mejor". O, como decía un paisano, "... e con Franco, a lo menos, ¡cantábamos!". No falla. Es el típico tema en el que siempre te sale alguien comentando lo marchosos que fueron los años setenta (bueno, unos años más en España... pongamos del 74 al 84) y que en aquellos tiempos sí había ideales y se peleaba por ellos, no como ahora que todo el mundo está apalancado, y no digamos ya los jóvenes que... No sigo, que todos sabemos la cantinela.
Sí, qué movida en los setenta. Qué lujo, la guerra de Vietnam para protestar. Y todos esos hippies en Wodstock para tomarlos como ejemplo, eh, qué pasada, quién hubiera estado allí. Y qué movidas aquí en España, corriendo delante de los grises, en la manifas antidictadura. Asociándote ilegalmente a los sindicatos y repartiendo libros prohibidos... Para que venga esta pandilla de niñatos y pasen de todo.
El párrafo os sonará, no es mío. Ese párrafo, u otro similar ¡qué más da!, me lo dedicaron años ha, los que tienen 10 años más que yo. Argumentos profundos y demoledores, que parten de los recuerdos románticos de cuando arreglaron personalmente el mundo y acaban siempre en la letanía cansina que si la juventud p'aquí, la juventud p'allá, que qué lástima.. argumentos todos tan sesudos que hasta alguno hubo que llegó a echarme en cara que el que yo me tomara la píldora, no tenía mérito. Había tenido mérito tomarla cuando estaba prohibida (por supuesto, en democracia tomarse la píldora anticonceptiva es un capricho baladí, ya que, como todo el mundo sabe, las demócratas no se quedan embarazadas). Argumentos que te dejan sin palabras, vaya. Y bostezando.
Sí, el mundo nos ha cambiado; seguramente, porque también hemos cambiado el mundo. Afortunadamente nadie corre delante de los grises. Afortunadamente hay democracia en este país, la píldora anticonceptiva es legal, los homosexuales pueden casarse, hay libertad de culto, el acceso a la cultura es más universal que nunca, y muchas bendiciones más. Como el dichoso, traído y llevado estado de derecho. Amén. Qué bien lo hicieron los que pelearon por esos derechos. Otra cosa es que eso dé derecho a criticar a los que no habían nacido entonces. Y a apalancarse. Y ya no digamos a salir del sindicato en cuánto fue legal para apuntarse al pelotazo. O a perseguir a los que llegan a este país buscando lo que buscaban mis vecinos en Alemania cuando yo era pequeña.
No sé. ¿Estamos más apalancados en nuestra burbuja de bienestar de lo que se estaba hace treinta años? Seguramente. Como me dijo alguien hace poco, es mucho más solapada la forma actual que tienen de recortar derechos, más cuando vivimos en una sociedad en la que, aparentemente, hay más libertades. Es difícil protestar cuando tienes tu vida hipotecada en algún banco, cuando hay tanta aparente variedad de medios de información hasta que descubres que por encima están siempre los mismos, cuando se permite de forma más o menos oficial que una misma empresa monopolice el acceso de los ciudadanos a los recursos informáticos, ocultando código e intenciones, cuando se potencia el recurso de la discusión grosera y no el de la argumentación o cuando se potencia el chismorreo rosáceo poniendo zancadillas al avance de la cultura de todos, mediante el establecimiento de cánones hasta en la bibliotecas públicas... Es dificil protestar y, al mismo tiempo, al tener cubiertos otros derechos básicos, surge una mezcla extraña entre el pasotismo y la desconfianza hacia lo que se pueda conseguir y a quién va a beneficiar realmente.
Pero yo, en el fondo, no me creo que esa máscara de pasotismo sea imperecedera. De vez en cuando, la gente despierta de su apalancamiento independientemente de su edad. Se deja el cinismo a un lado (o se lo lleva puesto ¿por qué no?) y enseña los dientes. Si yo pretendiera manipularnos, andaría con ojo.
3 comentarios:
Yo creo que todo prende si se le aplica la cantidad suficiente de presión y/o temperatura. Como decía Mao-Tse-Tung, cuanto más grande es el caos, más próxima está la solución.
Me has hecho venir a la mente a la gran Mafalda.
Aunque no sé si iban por ahí tus tiros.
Aunque no me guste la idea, creo que mars tiene razón: cuanto más cerca está el caos, más cerca está la solución. El problema es que siemtpre andamos igual: la solución llega, pero muchas veces tarde y siempre hay que montarla.
Saludos.
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