viernes, 21 de septiembre de 2007

A un amigo desconocido...


El día que me fijé en él fue porque pensé que le conocía de algo. Primero, creí que era un alumno, luego que le confundía con un vecino, hasta que caí en la cuenta de que me sonaba a fuerza de cruzarnos con él. Con precisión casi matemática, a la misma hora -más menos un minuto-, y en la misma esquina -más menos diez metros. Cuando María y yo íbamos hacia la escuela, cruzábamos todos los días el parque, cruzábamos todos los días el paseo Ribalta y, entre ese paso de cebra y la puerta del garaje de ese edificio nuevo de la esquina, nos cruzábamos todos los días con él.

Ya no voy con María al cole. Ahora cojo el autobús en otro barrio. Pero todos los días -más menos un minuto-, me lo estoy encontrando en la parada. Pasa mientras yo espero el autobús. Me entran ganas de sonreírle para agradecerle que me haya hecho más familiar estas calles nuevas y el sentirme menos sola en la parada...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es curiososo cómo, en las ciudades pequeñas, aun moviéndote en barrios opuestos a los que solías, encuentras esas caras conocidas que te hacen preguntarte si ellos también se han mudado al hacerlo tú. Algunas personas es como si te siguieran. A mí esa situación me hace preguntarme qué les habrá movido a hacerlo. Como soy tímida para el acercamiento personal, simplemente me lo invento. Nunca sabré si he acertado, pero es un consuelo tropezar casi a diario con ese rostro que ya antes te era familiar.

¿Todo va bien? En cualquier caso, ya sabes que nunca te faltan mis abrazos. :)

servidora dijo...

Muhéeeeee!! Si todos los días me sirvo dos o tres abrazos tuyos con el desayuno :-) :-D

Claro que si, reina mora, claro que noto tus abrazos y me los estimo mucho :-) Y todo va bien. Pero a veces entra algo de carbonilla en el ojo ;-)

Carlos C. dijo...

Como yo no hago vida social en el pueblo donde vivo, mi amigo desconocido es el celador del aulario del CEU que tengo enfrente de casa (debe ser majo el tipo, pero que desconecte la alarma, que me toca los .... cada noche).

Ni qué decir que estamos aquí para lo que usted buenamente solicite (faltaría más!).

Besos y tal.