miércoles, 25 de febrero de 2009

El señor Joan


No sé si recordáis una entrada en la que yo sólo puse el blog: Merxe puso la historia, María puso los dibujos, un comentarista anónimo publicó la narración completa y, sobre todo, un buen hombre al que no tuve la suerte de conocer, puso la magia en una mañana de marzo de 2006, recorriendo los alrededores de Castellón con una pandilla de niños, mientras les mostraba el escenario de una congolla épica: la del héroe Tombatossals y sus compañeros.

Si vais a esa entrada, veréis que el último comentario es, precisamente, de Merxe:


Esta semana se ha muerto el señor Joan. Le he preguntado a Carlos si lo sabía, porque era el abuelo de uno de sus compañeros, y me ha dicho que no. El año pasado, cuando murió la madre de una niña de clase, tampoco se habló de ello en clase. Sigue siendo un tabú este tema ¿no os parece?

El día que pasamos tan a gusto con el abuelo de Alberto y todo lo que aprendimos, fue genial. He pensado que puede ser bonito hacerle un pequeño homenaje, así que he preparado una carta para que la puedan leer en clase, he hecho un vídeo con las fotos de aquel día y también les pasaré el documental de 60 minutos titulado "Pensant en els altres" ya que allí se ve una bonita forma de abordar el tema de la muerte cuando le pilla cerca a un niño de clase... bueno, eso y más cosas.


Hemos comentado entre nosotras más cosas desde que dejó este comentario; por ejemplo, el rechazo de algunos padres a hablar sobre este tema y el estupor que ello le provoca. Y es cierto, no sabemos enfrentarnos a este tema, no sabemos hacerlo con naturalidad. Y lo que es peor, transmitimos nuestros propios temores a nuestros hijos, sin enseñarles que, al fin y al cabo, no es más que parte de todo el proceso. Y que hay que aprender a aceptarlo, para poder disfrutar de verdad del regalo de estar vivos, con todos los problemas, alegrías, dolores, amores, amistades, música, luz, oscuridad, frío, calor, hambre, satisfacciones, orgullo, cariño... de todo ese repertorio de pequeños regalos diarios que no sabemos apreciar de verdad... bueno, sí, si realmente paramos un momento, respiramos y miramos con los ojos bien abiertos. Como los niños.

Los niños tienen curiosidad por la muerte. Me consta. También me consta que no es un interés morboso. Es, simplemente, parte de su curiosidad y su aprendizaje. Recuerdo cuando Carlos, el hijo de Merxe, le pidió ir a visitar el cementario para ver cómo era. O las preguntas de María sobre el tema, formuladas con total naturalidad. Hasta hace poco, vaya. Se va haciendo mayor y supongo que aumentan otras influencias externas (amiguetes en el cole, por ejemplo) y la veo dudar; y, a veces, me dice que le da miedo. Yo suelo contestarle lo que creo de corazón: que lo que le tiene que dar miedo es desperdiciar la vida y dejarla pasar sin hacer en ella todo lo mejor que pueda y sepa hacer.

Mi hermano vive en Madrid (ha intentado escapar varias veces, pero siempre le atrapan de nuevo). Ayer estábamos hablando sobre la locura de los centros comerciales y el aborregamiento al que parecen abocar a la gente. Yo me había encontrado una cita en microsiervos, Todos los blancos tienen reloj, pero ninguno tiene tiempo. Es un proverbio senegalés del que deberíamos tomar nota. En serio. Igual que el tema de aprender a querernos, de aprender a disfrutar más de la vida, de vivirla y no de apurarla, de no nadar contra ella como si fuera una enemiga que se escurre sin que nos dé tiempo a fichar...

Igual pensáis que estoy más sensibilizada por el tema, en mis circunstancias. Bueno, es muy posible, para que me voy a engañar. Pero tampoco; esto puede salir bien o puede salir mal. Me puede atropellar un camión cuando vaya a ponerme la próxima sesión de quimio, sin ir más lejos. Me puedo morir del proceso natural del cáncer. Me puedo curar, pero eso no va a ser más que una oportunidad preciosa de seguir alucinando con María y con la vida... hasta que muera.

He cumplido muchos sueños. Estos días me he dado cuenta de que con los demás parece que tampoco lo he hecho mal... me ha visitado gente a la que hacía años que no veía y se me caía la baba viendo cómo habían crecido, cómo hablaban de sus trabajos, de sus ilusiones, de sus novias y novios... y tenían el detalle de incluirme en su vida y decir lo que les había ayudado. Claro, delante de ellos disimulaba y me reía, pero luego me entraban unas ploreras de emoción por la noche que tenía que disimular para que los que estaban conmigo en el hospital no se pensaran que me encontraba mal. Jodios. Os quiero. No os imagináis lo bien que me hacéis sentir.

El señor Joan hizo magia una mañana de marzo de 2006. Estoy segura de que hizo magia muchas veces más. Seguro que Alberto lo va a guardar muy dentro de su corazón, igual que yo guardo a mi propio abuelo y a nuestras fabulosas complicidades. Siento no haber conocido a este hombre más que de oídas y siento que el homenaje que le puedo rendir desde aquí sea tan pobre. O no. Igual es una buena idea asociar su recuerdo a la vida, a crear momentos mágicos en la vida. Un saludo, señor Joan.

6 comentarios:

Merche dijo...

Gracias, me ha gustado mucho :)

Un besote!!

Señor R dijo...

La muerte es algo que está presente continuamente en nuestras vidas. No es algo que llega "al final" Es un proceso diario. O sea que todos en todo momento nos estamos muriendo. Desde nuestro primer día de vida, empezamos a morirnos, empezado a gastar la maquinaria de carne, tendones, y huesos que la vida ha puesto a nuestra disposición, y ese desgaste es precisamente lo que llamamos muerte. Es por tanto algo indisociable de la vida. Aceptarlo es la única salida sensata, aceptarlo y olvidarlo.

Según la filosofía Zen, el pasado ya no es, y el futuro tal vez no sea nunca, por tanto solo queda el momento presente. Es decir que debemos vivir el momento presente, sentirlo hasta sus últimas consecuencias, despreocupándonos del mañana o del ayer. Tal vez esa sea la solución para superar ese miedo que le tenemos a la muerte. Vivir el momento :)

Un abrazo desde las verdes y brumosas tierras del Norte :)

servidora dijo...

Un amigo me mandó ayer un comentario por mail; le parecía más discreto, que dice que luego la gente se emociona hablando del tema y eso. Me vas a perdonar, rey, pero es tan bonito, y tan cierto, que necesito publicarlo. Si eso, la próxima que nos veamos, las 10[*] primeras rondas de cerveza corren de mi cuenta, en compensación :-)

"Cuando me enteré de que estabas enferma y que podías morir a causa de ello, lógicamente me deprimí mucho. Luego pensé "oye, tú puedes morirte ahora en 10 minutos, sólo que no lo sabes ni lo imaginas...". Entonces pensé, que soberbia la mía, sentir pena adelantada, como si yo estuviera libre del fatal destino.

Pues sí, nos cuesta mucho lidiar con el pensamiento de la muerte. Y eso que lo hemos visto tanto en las películas... A mí lo que más me impresiona es que cuando alguien muere de verdad, no hay música que sube de volumen ni nada que "marque" el momento de forma especial en nuestra mente. Quizá hasta pase desapercibido el suceso durante un tiempo.

Estoy pensando en conectarme un MP3 con algo de ennio morricone que se dispare al momento que mi corazón deje de latir..."


¡Gracias! :-)

[*] No olvides que soy informática, eh, :-P XDDDD

Señor R dijo...

Lo del Mp3 parece una idea cojonuda. Seguro que alguien sacaría un buen negocio de ahí jajajajaja

Angie Prewett dijo...

Cuando pienso en la muerte siempre me acuerdo de un escrito de San Agustín y una reflexión que le acompañaba que decía: se muere cuando se olvida, cuando se deja de amar. Esta reflexión la descubrí por un amigo ya fallecido. 17 años y con problemas del corazón.

Pensaba dejartelo por aquí, pero me da miedo que no os guste =S.

Por cierto!, éste año he comenzado la carrera de informática, ¿algun consejito? o.o

Mars Attacks dijo...

Vaya ronda plañidera que me acabo de marcar leyéndome los últimos comentarios.

Por aportar algo al tema, siempre he pensado que hay que disfrutar de la vida y que, como la muerte es una parte más de la vida (la última, por lo general), pues sería de tontos no disfrutar también de esa interesante y misteriosa parte de la vida.

Lo del mp3... bueno, sería interesante ver qué se pondría la gente como "aviso" de su muerte. Seguro que podríamos hacer una rápida clasificación de cómo era una persona sólo por lo que se puso a sonar cuando estiró la pata.

Yo me pondría el "Always look on the bright side of life", creo.