martes, 21 de febrero de 2006

Amores perros... (3)

Mi abuelo murió cuando yo tenía 10 años. Se acabaron nuestros fines de semana, recorriendo Fene con los bártulos de pintar o haciendo merendolas en las que competíamos por ver quien era más goloso.

No sé exactamente cómo fue la transición, pero del reinado de mi abuelo, pasé al protectorado de mis padrinos. El hecho es que a los 12 ó 13 años ya pasaba bastantes fines de semana en casa de Gloria y Daniel. La verdad es que estar en aquella casa, a mitad camino entre la casi civilización y el casi monte, en la que si madrugabas un poco podías ver una cola de raposo perdiéndose en el bosque de al lado, prestaba mucho. Y, además, por visitar tanto aquella casa, conocí a Colombo.

Colombo era un perrazo bóxer al que no había persona humana que se acercara cuando estaba trabajando. O sea, cuando estaba amarrado por la correa en la puerta de su "pisito", frente al garaje, en casa de Ramiro y Elena, los vecinos de mis tíos. Se ponía a ladrar como una fiera corrupia y tiraba de la cadena con toda la fuerza de aquel cuello de toro que metía miedo.

Yo ya estaba acostumbrada a tratar con Roni, y nunca se me ocurrió acercarme a Colombo cuando estaba de guardia. Pero un día me lo encontré en su paseíto matinal, cuando salía al camino a comprobar que todas sus marcas de territorio seguían en su sitio. Llegó a mi lado, le di a oler mi mano, me la estuvo husmeando un ratito, solto un medio estornudo-medio suspiro y siguió marcha. A partir de aquel día fue mi amigo y nunca más volvió a ladrarme. Más bien se acercaba para pegarme un lametazo XXL.

Y, claro: cuando Roni se llevó su desengaño amoroso con aquel galán que la dejó abandonada en la nave industrial, le hablé a Merce de Colombo. Para completar mi labor de Celestina le hablé a Ramiro de Roni. Y concertamos la cita. Aparecimos con Roni en casa de Colombo... ¡y aquello fue un flechazo! Se vieron, se olieron y empezaron a corretear juntos como cachorritos retozones monte arriba, monte abajo...

El caso es que a los dos meses estábamos de parto. Once cachorros. No daba crédito a mis ojos. Nació el primer cachorro y Roni sabía qué hacer, cómo romper la bolsa, cómo estimularlo a lametazos hasta conseguir que respirara... Te sentías una mirona inútil. Estaba tan ocupada, que se le juntó la faena y expulsó al segundo perrito mientras aún estaba atendiendo al primero. Merce, su madre y yo nos pusimos nerviosas porque no sabíamos muy bien qué podíamos hacer para ayudarla. Evidentemente el segundo cachorro lo estaba pasando mal y se empezaba a ahogar (aún estaba en la bolsa). Roni acabó por fin con el primer cachorro e hizo caso al segundo. Casi chillamos, lo metió en la boca... y habíamos leído que las perras a veces devoran a los cachorros que mueren en el parto. Pero, de repente, nos dimos cuenta de que le estaba haciendo el boca a boca. Creo que las tres mironas acabamos con los ojitos medio llorosos de la emoción. A partir de ese momento, nos quedamos calladitas, limitándonos a animar a la perra y a darle caricias de vez en cuando. Era ella la que estaba al mando y nosotras simplemente teníamos que estar agradecidas de que nos dejara compartir ese momento. Además, lo pienso ahora y me doy cuenta de cuánto nos quería aquella perra que nos dejó que la agobiáramos de aquella forma. En cuanto dejamos de darle la vara, todo fue mucho más fácil y los demás cachorros nacieron sin problemas.

Los días que siguieron a este son difíciles de contar. Quien no haya sido nunca testigo de cómo crece una camada de cachorros, no puede saber cómo alucinas viéndolos, primero arrastrándose por el nido, sin otro rumbo que encontrar una teta de su mami a la que agarrarse ¡y cuándo tienes 10 hermanitos más, tienes que espabilarte!. Como a las dos o tres semanas, ya tienen sus ojitos abiertos, y empiezan a andar y, por supuesto, comienza todo ese repertorio de tonterias que todos los cachorros (caninos, gatunos, humanos, ...) hacen y que obligan a los ejemplares adultos (humanos) a revelarse como auténticos imbéciles (¡di que sí!)

De esta camada, tres cachorros fueron especiales: Jacky (el segundón, el del susto), Tuno y Zorba. Los tres forman parte de mis amores perros.

Los cachorros nacieron a principios de Julio. Ese verano fue especial. Tenía 17 años. Fue mi último verano oficial como ente despreocupado y no sabía muy bien qué me esperaba el resto de ese año: me trasladé a Valencia para empezar la universidad... lo que me provocó un desarraigo más fuerte de lo que aún hoy en día quiero reconocer. Y, sobre todo, falleció mi padre. Aquello sí que supuso, definitivamente, dejar atrás la infancia.

Una de las amigas que más me costó perder fue Roni, precisamente. Al estar fuera, sólo podía verla en vacaciones. Además, este parto tan bonito no fue el único. Hubo otro, por desgracia bastante más triste, al cabo de tres años. Es posible que la buena de Roni ya estuviera muy mayor. Coincidió con las vacaciones de Pascua. Todos los cachorros nacieron muertos. Además, la perra no podía expulsarlos bien y había que ayudarla. Todos nos sentíamos fatal y nos íbamos turnando para ayudarla y no dejarla nunca sola. Estuvo 4 días pariendo y quedó nuy débil. Cuando volví a casa por las vacaciones de verano, me confirmaron lo que no se atrevieron a decirme por teléfono y que yo no me atreví a preguntar.

9 comentarios:

Natxo dijo...

una historia bonita, pero triste...

Mars Attacks dijo...

Ainses...

Bridget dijo...

Seré tonta, pero si estoy llorando...

Sparragol dijo...

Me recuerda mucho a una historia con una gata que tuve hace unos años, pobres bichillos :(

lazy bitch dijo...

hola!
puede ser que nos veamos todos los lunes, martes y jueves en la UJI?

creo que si...

felicidades por tu blog!

servidora dijo...

Ostras, casi que me da vergüenza...! Me habéis pillado de terapia cabalgante. Gracias por pasaros por aquí!

Y sí, lazy bitch, los lunes, los martes y los jueves tengo una cita en la UJI con unas personas humanas muy majas ;-) ¡a las que intento liar con la cinta de entrada! :-D ;-P

(otras, me ha tocado una palabra de verificación realmente bonita, "pazmd"... paz me de... ¿no?)

Anónimo dijo...

Ya me gustaría a mí que Menorca tuviera cachorritos, pero tengo a toda la familia en contra, excepto a mi madre...

Aniwiki dijo...

:_( tic plorant una mica
lindísima historia gloria
voy a por la última de amores perros

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.