Zorba, Tuno y Jacky... Cada uno con su historia. Voy a empezar con mi cachorrín, Zorba. Imaginaos la perra bóxer más guapa del mundo (sí, Roni, lo siento, ¡incluso más guapa que tú!). Eso sí, imaginaos también el trasto más trasto del mundo... y saldrá Zorba.
Mi madre no quería perros, pero mi hermano sí y se pidió un cachorro de Roni. Y, como estaba temporalmente en Mallorca por cosas del trabajo, quedó el tema en que nosotros tendríamos el cachorro en casa hasta que él volviera y se lo llevara para su casa, en Vigo. Quería una perra. Y había que llamarle Zorba. Pues eso. Aún recuerdo el día que la recogí del nido de su mami y me la llevé a casa. No sé por qué, pero recuerdo que mis padres se fueron a dar una vuelta y ¡oooh! cachorrín sólo para mí, hmm, ven que te coja y te mime un rato y en esto ¡ding, dong! y una genuina pareja de mormones en la puerta, tratando de evangelizarme... ¡ay! ¡cómo lamenté en ese momento que Zorba sólo tuviera 6 semanas!
De las muchas trastadas que hizo, hay dos que las tengo imborrables. No sé si alguna vez habéis criado algún cachorro. Los de perro tienen la fea costumbre de morderlo todo, todo, todo. Pues, en una de estas, no sé que había hecho mi chiqui, que ya tenía 4 meses, pero había sido merecedora de enfado sumarísimo y encierro castigador en la galería de la cocina. Zorba estaba intentando convencerme de lo injusta que había sido (llorandito, llorandito...) cuando de repente, ¡zas! empieza a golpear como una loca contra las paredes. Pero ¡una auténtica lluvia de golpes!. Yo pensé "ya está, le ha dado, pero esta perra... ¿está loca o qué?". Me fui corriendo para la galería y me la encontrá pegándose contra las paredes... y, mientras me hacía cruces preguntándome qué le pasaba, me di cuenta de que le salía un trocito de cuerda por el culo. ¿Un trocito? La agarré por el collar y empecé a tirar del "trocito" de cuerda... ¡metro y medio que se había comido, la muy melona!. Por lo visto, a pesar de ser muy rica en fibra, a la pobre le estaba costando expulsarla... La otra es bastante menos escatológica. Pero también tiene su aquel. En casa se compraba el vino en bodega, a granel, en un garrafón de 5 litros. Un día mi padre fue a rellenar el garrafón; cuando volvió lo dejó en la cocina, y nos fuímos a dar una vuelta en plan familia feliz. Zorba se quedó cerrada en la cocina, como siempre cuando se quedaba sola. Estuvimos fuera unas tres horas y, al abrir la puerta de la cocina el espectáculo era ... un garrafón de cinco litros derramado por el suelo y una perra, completamente borracha, patinando entre charcos de vino mientras intentaba menear el rabo para demostrar lo contenta que estaba de vernos ¡cómo si lo de estar "contenta" no fuera evidente!. Uf, ¿tendrán resacas los perros? Porque la de mi chiqui tuvo que ser de impresión...
Mi hermano se llevó a Zorba a Vigo a principios de septiembre, y luego yo me fui para Valencia, empezaba la universidad. Volví a verla en navidades, aunque esas navidades, con lo de papá, ni hubo muchas fiestas, ni ganas de hacerlas. Y ya. Cuando tenía 8 meses la atropelló un coche. ¡Pobre trastiño! No le dio tiempo de asentar cabeza.
Tuno y Jacky era dos pedazo perros. Pero cada uno "hijo de su padre". Ya he comentado que Roni tuvo dos novios. Pues Tuno era "largo" como el primero y Jacky era "redondito" como Colombo. Y cada uno, en su estilo, visto de lejos metía miedo. Primero vivieron juntos Roni, Jacky y Tuno. Pero, en cuanto pasaron de los 9 meses hubo que pensar en separar a los machos. Los perros no entienden de lazos familiares y en esa casa había dos machos jóvenes y una hembra en la que no reconocían a su señora madre. Tuno pasó a la nave de San Marcos y Jacky quedó en casa.
Pasé mucho tiempo sin ver a Tuno (yo estaba en Valencia y él en medio del monte, no había muchas posibilidades de coincidir) pero un día me avisó Merce de que le subía la comida, que si iba con ella. Yo no lo había visto en dos años y me encontré un perrazo enorme, musculadísimo de tanto correr por la nave, que venía como una locomotora hacia mí... ¡para empezar a pegarme lametazos como un poseso!. Nada, seguía siendo el cachorrín al que tantas veces le había dado biberones, cuando ayudaba a su pobre madre a sacar adelante a sus 11 churumbeles. Con el tiempo, Roni le cogió tirria a Jacky (¡ay, qué familia!) y se fue a vivir con Tuno... De hecho, él fue el culpable del segundo preñe de su madre. Ya he contado como acabó este embarazo. El final de Tuno nos tememos que también fue trágico. A pesar de que con los conocidos era un auténtico cachorrín de peluche, para los extraños era un perro bóxer de más de 50 kilos y con una alzada bastante más considerable de la habitual. Y una actitud bastante intimidatoria. El caso es que desapareció sin dejar rastro. Por la tarde, al anochecer, solían dejarlo para que se fuera de paseo a su aire por los alrededores de la nave. Un día no volvió y no se encontró ni rastro. Nos tememos que tuvo un final bastante más trágico que sus hermanos: con su tamaño y su carácter, es más que probable que lo robaran para usarlo de sparring de perros de pelea. Cada vez que pienso en esa posibilidad se me pone sabor de hierro en la boca.
Al final, el más tranquilote de la familia fue Jacky, el "conachiño". Lo siento, conacho es un adjetivo ferrolano sin traducción al castellano. Pongamos que viene a decir algo así como "tonto, pero tonto grandísimo tonto con ganas y con esa tontería que te dan ganas de estrujarlo de lo tontísimo que es". Hum, no sé, ahora que lo pienso primero consiguió que Tuno se fuera al monte y con el tiempo también echó a Roni... ¡a ver si era más maquiavélico de lo que parecía!. No, es broma. Era conachiño y el resto fueron las circunstancias, señor juez. Con el tiempo se convirtió en el auténtico casanova del barrio. Nos dimos cuenta de sus "cualidades" una noche en que misteriosamente no vino a dormir... y, ¡mira por dónde!, la perra setter de los vecinos, tampocos. Y, ¡anda, qué casualidad!, a los dos meses nació una camada preciosa de perritos setter ¡con el morro chato de los bóxer! Buf, ni recuerdo el tiempo que ese morro chato fue una seña de identidad de los perros de mi barrio. Encontrabas un ejemplar de raza o de auténtico can de palleiro (apelativo que reciben los perros mil razas en Galicia) con morro chato en prácticamente cualquier esquina. Nada, conachiño y ligón. Menuda descripción para el bueno de Jacky.
Iba a poner "epitafio" en lugar de "descripción" y me he cortado. Más que nada, por parar un poco el dramón, y no acabar otra vez llorando. Jacky murió, claro ¡han pasado muchos años!, pero de viejito y tranquilamente. Y dejando muchos descendientes... Fue feliz y un buen amigo ¿quién no se apuntaría a ser recordado así?
Mi madre no quería perros, pero mi hermano sí y se pidió un cachorro de Roni. Y, como estaba temporalmente en Mallorca por cosas del trabajo, quedó el tema en que nosotros tendríamos el cachorro en casa hasta que él volviera y se lo llevara para su casa, en Vigo. Quería una perra. Y había que llamarle Zorba. Pues eso. Aún recuerdo el día que la recogí del nido de su mami y me la llevé a casa. No sé por qué, pero recuerdo que mis padres se fueron a dar una vuelta y ¡oooh! cachorrín sólo para mí, hmm, ven que te coja y te mime un rato y en esto ¡ding, dong! y una genuina pareja de mormones en la puerta, tratando de evangelizarme... ¡ay! ¡cómo lamenté en ese momento que Zorba sólo tuviera 6 semanas!
De las muchas trastadas que hizo, hay dos que las tengo imborrables. No sé si alguna vez habéis criado algún cachorro. Los de perro tienen la fea costumbre de morderlo todo, todo, todo. Pues, en una de estas, no sé que había hecho mi chiqui, que ya tenía 4 meses, pero había sido merecedora de enfado sumarísimo y encierro castigador en la galería de la cocina. Zorba estaba intentando convencerme de lo injusta que había sido (llorandito, llorandito...) cuando de repente, ¡zas! empieza a golpear como una loca contra las paredes. Pero ¡una auténtica lluvia de golpes!. Yo pensé "ya está, le ha dado, pero esta perra... ¿está loca o qué?". Me fui corriendo para la galería y me la encontrá pegándose contra las paredes... y, mientras me hacía cruces preguntándome qué le pasaba, me di cuenta de que le salía un trocito de cuerda por el culo. ¿Un trocito? La agarré por el collar y empecé a tirar del "trocito" de cuerda... ¡metro y medio que se había comido, la muy melona!. Por lo visto, a pesar de ser muy rica en fibra, a la pobre le estaba costando expulsarla... La otra es bastante menos escatológica. Pero también tiene su aquel. En casa se compraba el vino en bodega, a granel, en un garrafón de 5 litros. Un día mi padre fue a rellenar el garrafón; cuando volvió lo dejó en la cocina, y nos fuímos a dar una vuelta en plan familia feliz. Zorba se quedó cerrada en la cocina, como siempre cuando se quedaba sola. Estuvimos fuera unas tres horas y, al abrir la puerta de la cocina el espectáculo era ... un garrafón de cinco litros derramado por el suelo y una perra, completamente borracha, patinando entre charcos de vino mientras intentaba menear el rabo para demostrar lo contenta que estaba de vernos ¡cómo si lo de estar "contenta" no fuera evidente!. Uf, ¿tendrán resacas los perros? Porque la de mi chiqui tuvo que ser de impresión...
Mi hermano se llevó a Zorba a Vigo a principios de septiembre, y luego yo me fui para Valencia, empezaba la universidad. Volví a verla en navidades, aunque esas navidades, con lo de papá, ni hubo muchas fiestas, ni ganas de hacerlas. Y ya. Cuando tenía 8 meses la atropelló un coche. ¡Pobre trastiño! No le dio tiempo de asentar cabeza.
Tuno y Jacky era dos pedazo perros. Pero cada uno "hijo de su padre". Ya he comentado que Roni tuvo dos novios. Pues Tuno era "largo" como el primero y Jacky era "redondito" como Colombo. Y cada uno, en su estilo, visto de lejos metía miedo. Primero vivieron juntos Roni, Jacky y Tuno. Pero, en cuanto pasaron de los 9 meses hubo que pensar en separar a los machos. Los perros no entienden de lazos familiares y en esa casa había dos machos jóvenes y una hembra en la que no reconocían a su señora madre. Tuno pasó a la nave de San Marcos y Jacky quedó en casa.
Pasé mucho tiempo sin ver a Tuno (yo estaba en Valencia y él en medio del monte, no había muchas posibilidades de coincidir) pero un día me avisó Merce de que le subía la comida, que si iba con ella. Yo no lo había visto en dos años y me encontré un perrazo enorme, musculadísimo de tanto correr por la nave, que venía como una locomotora hacia mí... ¡para empezar a pegarme lametazos como un poseso!. Nada, seguía siendo el cachorrín al que tantas veces le había dado biberones, cuando ayudaba a su pobre madre a sacar adelante a sus 11 churumbeles. Con el tiempo, Roni le cogió tirria a Jacky (¡ay, qué familia!) y se fue a vivir con Tuno... De hecho, él fue el culpable del segundo preñe de su madre. Ya he contado como acabó este embarazo. El final de Tuno nos tememos que también fue trágico. A pesar de que con los conocidos era un auténtico cachorrín de peluche, para los extraños era un perro bóxer de más de 50 kilos y con una alzada bastante más considerable de la habitual. Y una actitud bastante intimidatoria. El caso es que desapareció sin dejar rastro. Por la tarde, al anochecer, solían dejarlo para que se fuera de paseo a su aire por los alrededores de la nave. Un día no volvió y no se encontró ni rastro. Nos tememos que tuvo un final bastante más trágico que sus hermanos: con su tamaño y su carácter, es más que probable que lo robaran para usarlo de sparring de perros de pelea. Cada vez que pienso en esa posibilidad se me pone sabor de hierro en la boca.
Al final, el más tranquilote de la familia fue Jacky, el "conachiño". Lo siento, conacho es un adjetivo ferrolano sin traducción al castellano. Pongamos que viene a decir algo así como "tonto, pero tonto grandísimo tonto con ganas y con esa tontería que te dan ganas de estrujarlo de lo tontísimo que es". Hum, no sé, ahora que lo pienso primero consiguió que Tuno se fuera al monte y con el tiempo también echó a Roni... ¡a ver si era más maquiavélico de lo que parecía!. No, es broma. Era conachiño y el resto fueron las circunstancias, señor juez. Con el tiempo se convirtió en el auténtico casanova del barrio. Nos dimos cuenta de sus "cualidades" una noche en que misteriosamente no vino a dormir... y, ¡mira por dónde!, la perra setter de los vecinos, tampocos. Y, ¡anda, qué casualidad!, a los dos meses nació una camada preciosa de perritos setter ¡con el morro chato de los bóxer! Buf, ni recuerdo el tiempo que ese morro chato fue una seña de identidad de los perros de mi barrio. Encontrabas un ejemplar de raza o de auténtico can de palleiro (apelativo que reciben los perros mil razas en Galicia) con morro chato en prácticamente cualquier esquina. Nada, conachiño y ligón. Menuda descripción para el bueno de Jacky.
Iba a poner "epitafio" en lugar de "descripción" y me he cortado. Más que nada, por parar un poco el dramón, y no acabar otra vez llorando. Jacky murió, claro ¡han pasado muchos años!, pero de viejito y tranquilamente. Y dejando muchos descendientes... Fue feliz y un buen amigo ¿quién no se apuntaría a ser recordado así?
3 comentarios:
Jo, todas estas entradas me pillan en mala época, con mi chucha tumbada sin poder andar bien ni querer comer, decaída, y el veterinario no le encuentra nada salvo una leve anemia :S Veremos qué le pasa, pero no pinta bien.
En fin, sigo atento a tus historias perras, ¡no tardes en poner la próxima!
:) me han gustado mucho las historias, y he aprendido un nuevo vocablo :P conacho, asies.
voy a despertar a la marmota :P
saluwikis y q acabéis de pasar buen finde a tod@s :)
sorry es q me salen siempre sin nariz :-o
(uno con nariz de regalo, por el buen rato q me has hecho pasar gloria :)
Falta el [continuará]... pero es que ahora toca hablar de mi Pepa y mi Moncho... ¡y aún los tengo más recientitos, sobre todo a mi pepiwil :-( !
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