jueves, 23 de agosto de 2007

La forma y el fondo



Las dos mayores causas de errores en las relaciones con otro ser: tener uno buen corazón, o bien amar al otro ser. Nos enamoramos por una sonrisa, por una mirada, por un hombro. Esto basta; entonces, en las largas horas de esperanza o de tristeza, fabricamos una persona, componemos un carácter. Y cuando después tratamos a la persona amada ya no podemos, por muy crueles que sean las realidades con que nos encontremos, quitar ese carácter bueno, esa naturaleza de mujer que nos ama, a ese ser que tiene esa mirada, ese hombro, como no podemos quitarle la juventud, cuando envejece, a una persona que conocemos desde que era joven.


El párrafo anterior es de Marcel Proust, en La fugitiva que es parte de En busca del tiempo perdido.

No sé cómo explicároslo. Normalmente, me engancho a los libros por el argumento, por la trama. Muchas veces me noto impaciente por poder avanzar y ver cómo avanza, cómo se hace grande, cómo se va deslizando hacia el final. Creo que por eso tengo que releer los libros, porque la primera vez casi no atiendo al libro por atender a la historia que cuenta.

Y en este me pasa justo lo contrario. Leí por ahí que Proust es un gran novelista y empecé el libro soñando con una gran historia. Pero no hay trama. O es tan pobre que es como si no estuviera. Un hombre pierde dos veces a su amada -primero le abandona y, después, muere- y... no hay más salvo un cierto repaso a su temor confirmado de que la mujer era homosexual. No sé si hay más, aún estoy leyendo, pero no parece haber mucho más. Cada día cojo el libro tentada de dejarlo por otro que tengo justo al lado, provocando. Y lo dejo fascinada, por párrafos como el anterior o más bellos aún. O más tristes aún.

Tanto decir que no me gusta la poesía, que necesito que ocurran cosas... y aquí estoy enganchada a una novela que no lo es y a unos párrafos que se van sucediendo sin dejarme respirar apenas entre uno y otro. Curioso.

Por supuesto, no tengo ni idea. Igual no debí empezar por el sexto volumen de la obra (el que rondaba por casa... ). Igual ser un gran novelista no es lo mismo que ser un gran cuentista. Y puede que lo realmente difícil sea enganchar al lector con la forma, sin sobornarlo con una gran historia que podría venderse sin ningún tipo de literatura.

5 comentarios:

Carlos C. dijo...

Después de leer ese párrafo, creo que ahora mismo sería incapaz de leer nada de Proust. Algunas verdades duelen...

servidora dijo...

Como decía Serrat, nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.

Tengo ese párrafo incrustado en la cabeza desde que lo leí.

Anónimo dijo...

Lamentablemente estoy muy de acuerdo con lo que dice Proust. Y no he de buscar ni muy atrás ni muy lejos. De todas formas es divertido ver cómo todo lo que analizas lógica y razonablemente se viene abajo con el más circunstancial de los recuerdos.

Vivir tiene esas cosas. Mejor disfrutarlas todas, ¿no?

servidora dijo...

Dicen que eso es lo divertido :-)

Dino Trajeado dijo...

Saludos, me ha gustado tu meditación, sobre todo la última frase: mucha antiliteratura en nuestros días. Saludos.