jueves, 17 de abril de 2008

Escribir es vivir


Me he puesto a escribir casi porque sí, porque tengo "mono" y lo necesito; lo malo es que llevo unos días tan cansada que no logro articular bien mis ideas (que con el cansancio, tampoco son tantas...). Últimamente, además, mis ideas son muy suyas y me asaltan en los sitios más inoportunos: en la ducha, fregando los platos, en cama justo cuando estoy empezando a quedarme dormida... siempre lejos de un teclado o de un papel y un bolígrafo al que echar mano. Para colmo, mi libreta de escribir notas se había perdido en la inmensidad del caos de mi mesa y no conseguía encontrarla, y también se han evaporado ideas que había ido hilando semidormida en el autobús durante unos cuantos días. Y bien, al menos la libreta ya ha aparecido.

En gran medida, este "mono" lo ha provocado el hecho de estar leyendo Escribir es vivir de José Luis Sampedro. No es una novela, sino la transcripción de un curso sobre el oficio de escritor que impartió en la Universidad Menéndez y Pelayo. Todavía lo estoy leyendo y en lo que llevo por ahora va contando su vida y como lo que iba viviendo le iba transformando en escritor. Me resulta especialmente graciosa su declaración de que aspiraba ser un "escritor de segunda". Cuenta que él sabía que quería escribir y era consciente de que los genios, los "escritores de primera", no se prodigan y que él se conformaba con aspirar a ser un escritor correcto, no genial, que con eso ya sería feliz, con que alguien le considerara un escritor.

El libro me está confirmando la imagen que tenía de Sampedro, como persona seria y honesta. Honesto. Ese adjetivo que es tan difícil asociar a las personas hoy en día. Y, sin conocerlo de nada, sólo por lo que escribe, se lo adjudico.

Tengo a José Luis Sampedro asociado a lo primero que leí de él, La sonrisa etrusca, que compré casi por casualidad, por probar, sin tener ni idea de la trama, sin saber de qué iban ni la obra ni el autor. No tenía ninguna pista sobre lo que iba a leer.

Y el libro me conquistó desde un principio por su protagonista, un abuelo calabrés, honesto y revestido de piel dura y correosa, de visita en la gran ciudad, arrancado de su casa en el campo por la Rusca. Pero descubre a su nieto y descubre la ternura. Y la ternura te envuelve a lo largo de todo el libro y su lectura es de las que dejan buen sabor de boca y buen sabor de espíritu.

Dice Sampedro en Escribir es vivir que este personaje, como otros, surgió de su relación con campesinos, braceros, pastores, gente asombrosa y curtida, con una sabiduría y una inteligencia práctica que continuamente le asombraba y de los que aprendió mucho. Sin embargo yo, al leer el libro, asocié a ese abuelo con el autor, quizá porque cuando descubrí a Sampedro ya era un señor bastante mayor. Y porque al leerlo asocié esa imagen honesta del personaje con la honestidad que le adivinaba al escritor. Honesto. Honestidad. Salvatore Roncone, José Luis Sampedro.

Ya os contaré cómo acaba esta exposición impúdica de sentimientos e ideas, de razones para creer en la vida y para reflejar la vida con palabras. En cualquier caso, lo que sí que me atrevería a decir es que José Luis Sampedro ha fracasado en su empeño de ser un "escritor de segunda"...

(*) La Rusca es como llama el viejo a su cáncer.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Curioso. Escritor de segunda. Escritor funcionario (bueno, a fin de cuentas el PDI son Einstein de tercera, ¿no? ;-)

Es como querer ser un Gengis Khan del patio trasero. No, no lo concibo. Pero es porque soy joven y la sangre corre rápida en las venas. * Sigh *

servidora dijo...

Pues tal y como lo cuenta es como una declaración de amor a un oficio, el de escritor. El poder escribir aunque nadie te meta en un Olimpo de grandes autores y nadie mucho más allá de los de tu familia sepan que escribes y hacen como que te leen... pero escribir y ser considerado como un escritor, aunque sea como un escritor de segunda.

Y escribir y escribir y escribir, y escribir por escribir y escribir para vivir. Y lo de "para vivir" no está referido al tema económico :-)

Y no, no escritor funcionario. Lo he debido de contar fatal, lo siento :-)

Anónimo dijo...

O igual este es un post donde se refleja la mala conciencia del lector (como la mía) :-)

servidora dijo...

O que estás pelín autoexigente :-)

Acuérdate de que el truqui está en disfrutar las cosas que hacemos.. :-)