miércoles, 30 de abril de 2008

Vivan las chicas...



[..] yo advertía que a veces, por lo común a la hora de la siesta, cuando mi padre se acercaba a mi madre y empezaba a cercarla con caricias, besos y abrazos furtivos, en ciertas ocasiones mi madre sonreía, le devolvía algún beso y luego ambos se encerraban en el dormitorio. Pero otras veces, cuando mi padre empezaba con sus arrumacos, mi madre se ponía seria y simplemente le decía: "Hoy no puedo, viejo. Vinieron los de Galarza". Para mí esa respuesta era un enigma, porque yo había estado toda la mañana en casa y nadie había venido: ni los de Galarza ni los de ninguna otra familia. Además, yo no conocía a nadie que se llamara así. Sólo varios años después supe que Galarza era el nombre de un jefe colorado, durante los años de guerra civil y, según la leyenda, cuando sus hombres pasaban por algún poblado, los derramamientos de sangre eran inevitables. O sea que lo que mi madre le avisaba a mi padre (en clave, claro, debido a mi indiscreta presencia) era que estaba con la regla y en consecuencia no se hallaba en disponibilidad erótica.

Mario Benedetti, La borra del café.



Mi chica se ha comprado un libro titulado ¡Vivan las chicas!. Fijaos en el subtítulo: La guía de las que pronto serán adolescentes. Fue el miércoles pasado (¡claro!, si es que lo tenía todo calculado): "Mamá, que como es San Jordi y hacen un 10% de descuento y me quiero comprar un libro, pues me he esperado a hoy para comprarlo, ¿vamos?". Y allá que nos fuimos. Ella se fue directa a por el libro; yo me demoré un ratito saludando a mi Loli que, en cuanto le mencioné el título, me echó una sonrisa cómplice... que entendí perfectamente en cuanto apareció María con el trofeo en la mano. Fue ver el libro (no sabía de qué trataba) y empezar a partirme de risa: me reí porque entendí la mirada cómplice de Loli, me reí al ver la cara -mezcla de ilusión y de nervios- que ponía María y, sobre todo, me reí al pensar la que se me venía encima.

Al día siguiente le tocaba dentista y tenía que llevarla yo. Fui a cortarme el pelo antes de ir a esperarla a la salida del cole. De allí al dentista y luego, a comer. Un lujo, en mi caso, hacer todas esas cosas con ella. Para lo que no estaba muy preparada fue para el tercer grado que me esperaba.

María tiene 10 años y una todavía se acuerda de lo que se cuece en un aula entre las niñas a esa edad. Unas antes que otras, todas notan cómo van cambiando y cómo sus cuerpos se van transformando en lo que algún día se convertirá en ese cuerpo que hasta hace nada ni se imaginaban. Entre chistes y risas nerviosas suele haber miradas de reojo a las compañeras cuyos pechos ya han comenzado a crecer, o que empiezan a lucir pelo en el sobaquillo... empiezan a circular rumores, historias verídicas ("De verdad que sí, que a mí me lo contó Fulanita...") y se monta un bonito contrachapado de nervios, miedo, expectación y risas. Los chicos son lo de menos, aún dan auténtico asco, son unos brutos que se ensucian, pegan y que no se fijan en nada y no tienen ninguna sensibilidad (cosa que, ahora que lo pienso, es de agradecer: por favor, que se me vayan presentando las crisis vitales poco a poco; no se me amontonen, que al fondo hay sitio... )

No sé aún bien cómo lo hizo, porque el libro lo compró el miércoles por la tarde; yo no le vi leer durante el resto del día y el caso es que el jueves a mediodía parecía haberlo leído completamente. Al menos, todos los capítulos relacionados con la menstruación. Ni en mi peor examen en la facultad tuve que responder a tantas preguntas: "¿Cómo se lo dijiste a tu madre?", "¿Duele mucho?", "¿Es cierto que te puede venir a mitad de clase?", "¿Cuántos días dura?","¿Cuánto manchas?", "¿No da asco?", "¿Dura toda la vida?", "¿Y prefieres tampones o compresas?", "¿Y cómo voy a hacerlo yo para decírtelo a ti?", "¿Y te puede doler el pecho?", "¿Y a ti cuándo te vino?", "¿Y a mí cuándo me vendrá?"...

Entre preguntas, cosas que había oído y anécdotas de clase, yo intentaba hacerme oír para dar respuestas, desfacer entuertos y colar mis propias anécdotas, pero no era fácil; tocaba acribillarme y no darme apenas tregua para respirar y para contestar. Al final nos organizamos y fue saliendo una bonita conversación. Algo sí procuré dejarle claro: ella es una mujer desde que ha nacido. No hay frase que odie más que ese emparejamiento de la condición de mujer al inicio del ciclo reproductivo. Somos mujeres, nacemos mujeres y morimos mujeres. Independientemente de que estemos en ese rango de edad en que nuestro vientre puede convertirse en la mejor cuna del mundo, en el mejor refugio, el primero, el más cálido y el más difícil de abandonar.

Al final, una servidora también se vio recompensada. Cuando volvíamos al colegio, después de comer, me enteré de que ostento el título de "Mamá más enrollada del colegio", ganado a pulso, por lo visto, por no dedicarme a hablar de compras ni de ropa, estar dispuesta siempre a echar una carrerita o a ponerme a cantar y bailar por la calle (esto sí que no lo entendí bien porque de normal, cuando lo hago, se pone muy seria y me dice toda digna que no haga esas cosas, que le da corte... ) y, sobre todo, por contar los mejores chistes. ¡Ah! Y ser buenísima buscando cosas en internet (¡gracias, google!). Con eso se despidió con un beso y se fue corriendo con sus amigas. Y, de alguna forma, fue tierno verla, antes de entrar en el cole, haciendo travesuras de niña y darme cuenta de que aún le queda (¡nos queda!) tiempo para disfrutarlo. Y para disfrutar de lo que se nos viene encima también, por supuesto. Va a ser divertido. Antes, por lo menos, de que sea ella la que se dedique a hablar de compras y de ropa ;-)

9 comentarios:

Mars Attacks dijo...

¡Di que sí! ¡Ole tu niña!

servidora dijo...

Bueno, ¡¡y viva la madre que la parió!!

XDDD

Anónimo dijo...

¡Vivan las chicas!

Yo te llevo dos años de ventaja, ya lo sabes, así que sólo podía reír y reír leyendo esa dulce crónica. Ahora es diferente, ya os llegará. Priman los silencios por encima de todo, aunque los interrogatorios no se acaban. Aunque, eso sí, sólo se permiten en una dirección. Ya puedes imaginarte cuál. ;)

Besotes, guapa.

servidora dijo...

:-D

Si quieres que te diga la verdad, la estaba escribiendo y me acordaba de tu María y de ti ;-)

Es tan bonito :-) ¡¡y tan agotador!! :-D

Un beso enorme para tu chica y otro para ti, corazón :-)

Avelino Font Franch dijo...

Lecturas como esta hacen que cada día que pase sea más consciente de la simpleza existencial de nosotros, los individuos de sexo masculino. :-D

servidora dijo...

¿Y por qué diantres se me ha venido a la cabeza la frase "rica vida exterior"? :-P XDDD

pikinb dijo...

Me ha encantado la entrada que has escojido!

Lo que han cambiado las cosas! En realidad Maria no es muy distinta a lo que tu eras de pequeña, pero los tiempos eran otros! Tampoco habian aun publicado esa biblia, creo que no se hubiese vendido!

De todas formas " Viva las chicas" y viva la madre la mas enrollada del universo ;)

bss

servidora dijo...

Hmmm... eso de que a la entrada la he escogido yo, no está tan claro :-)

pikinb dijo...

No me vas a decir que ha sido Maria!

xD