domingo, 1 de junio de 2008

El piano, la Luna, las uñas y el Nocturno


Tenéis que perdonar, pero después de la entrada de ayer estaba cantado:





Tuve una compañera de carrera que también estudiaba piano; y creo que fue en sexto cuando se tuvo que preparar la sonata Claro de Luna. Mientras la escuchaba, babeando de envidia como yo sola, aprendí los veinte primeros compases... muy adecuados para una tullida de la mano izquierda, como lo es una servidora de ustedes. No pasé mucho más de ahí y, a veces, aún se me escapan los dedos tamborileando los "racimitos de cerezas", que decía yo... y ya ni me acuerdo de los movimientos sin gracia que hacía con la mano izquierda. Os podéis imaginar cualquier pelea de gatos y oiréis mis intentos desesperados de coordinar mis manos... cualquier cosa menos el famoso "Si deve suonare tutto pezzo delicatissimamente e senza sordino".

A ella se le atascaba el agitato, el tercer movimiento, y cuando se levantaba enfadada del piano, aprovechaba yo para ir y desafinarlo. Diantres, cómo la envidiaba. Pues poco después se dejó la carrera de piano. Aún me dura el enfado, cuando lo pienso. Veamos, Katia se lo dejó por la lesión, Juan por el doctorado... pero es que ella se lo dejó porque quería dejarse las uñas largas. No me lo podía creer. Y me lo dijo toda convencida... hoy es el día que aún creo que se quedó conmigo. Pero el caso es que sí empezó a llevar uñas largas. Y pintadas de rojo. Y yo fui algo borde, me temo, y dejé de frecuentar su casa en cuanto el piano se cerró con llave (y eso ya fue cosa de su padre, posiblemente mucho más mosqueado que yo con el tema).

Es bonito crecer en un pueblo, en un sitio pequeño. Salvo por pequeños detalles. Como las cosas que te tienes que perder: de que existían conservatorios y sitios donde estudiar música, baile, teatro o cosas así, casi ni nos enterábamos.

Hoy en día en Ferrol hay conservatorio. A veces, me duele pensar en cosas que podrían haber sido y nunca fueron. Aunque igual tampoco insistí demasiado, no lo sé. A mi primo, por ejemplo, nadie le enseñó a tocar el acordeón, aprendió solo. Claro que nunca tuve un piano en casa, ni siquiera uno de esos órganos que tenían melodías pregrabadas... fueron posteriores. Y todavía no sé por qué nadie me dijo que mi abuelo tocaba el violín, hasta años después de que hubiera muerto... ¿querría olvidarlo o es que sólo le importaba ya la pintura? Pintura que tampoco llegué a estudiar con él... se me murió muy pronto.

Ni música, ni danza. A los quince años, animada por una compañera de instituto que hacía ballet, me quise apuntar a una academia. Mi madre no me dejó. Su razonamiento me dejó apabullada: "Cuando tenías tres años te hubiera apuntado. Te ponías delante de los espejos de puntillas e imitabas a las bailarinas que veías en la tele y lo hacías muy bien. Pero ahora eres muy mayor para empezar una carrera de ballet y estas cosas o se hacen en serio o no se hacen...". ¡Vaya...! caramba mamá, y no sabes lo peor: con lo grande que soy, no me hubiera comido una rosca como prima ballerina; las bailarinas tienen que ser bajitas, menuditas y poco pesadas para ser fáciles de sujetar. Fíjate tú si me llegas a apuntar a los tres años y me arruinas la carrera a costa de inflarme a Infivarasa y refuerzos de calcio en mis primeras papillas...

Ni teatro. Ester y yo intentamos montar un grupo en el barrio y el profe de Mates de COU decidió advertir a mi madre del riesgo de desperdiciar mi talento en "entretenimientos varios". Lo tuve que dejar a los seis meses de empezar, cuando ya parecíamos algo...

Servidora y las bellas artes, o la historia de un amor imposible. Ya me vengaré. Mientras tanto y para acabar bien, algo que nunca seré capaz de tocar:





3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tengo que decirte que a mi me apuntaron a música (con el paso de los años me he dado cuenta de que era demasiado pequeña y era demasiado complicado para un cacau como era yo), a gimnasia rítmica (nunca he tenido coordinación de movimientos, eso si se hacer un poco el cabra gracias a esa época :-) )y weno el ballet era obligatorio del colegio y no se porqué me olvidaba todas las semanas el equipamiento en casa, lo odiaba :-p

Lo mío de no haber sido porque soy zurda hubiera sido la pintura.

Prohibiéndote las cosas sólo se consigue que no hagas nada, ni lo que debes ni lo que quieres.

A ver que le apetece hacer a tu hija...

. dijo...

Qué fuerte lo de tu amiga...por las uñas...Hay gente que tiene lo que no se merece... :(

. dijo...

Por cierto...me encanta el Claro de luna, pero el de Beethoven mola más...aunque me sale fatal :P