martes, 23 de enero de 2007

Colores


Recuerdo haber visto anuncios, cuando era pequeña, de una sortija con una piedra que cambiaba de color según tu estado de ánimo.

Hoy el día ha ido cambiando de color. Comenzó de color malva, o rosa o malvarrosa, al cruzar el parque y descubrir que ese edificio tan feo que están haciendo junto al río puede reflejar toda la luz de un sol que aún no había asomado y brillar con luz propia.

Del malvarrosa pasé al azul, primero cálido, luego brillante y, a medida que se acercaba la hora del examen, de un eléctrico cabalgante que fue subiendo y subiendo según iban transcurriendo los minutos y se echaba la hora encima y había que repartir hojas y había que repartir enunciados y había que contestar dudas... ¡Tantos años y aún no sé hacer exámenes...! Siguen esos nervios, sigue la ansiedad...

Hasta que llegó el bajón y con el bajón el negro, porque me acordé de David. Casi me eché a llorar en mitad del aula. Caí en la cuenta de que era el primer parcial de programación, de que el año pasado a estas alturas (y nunca mejor dicho) eché de menos a David en el examen y que fue al volver al despacho y leer el mail cuando me enteré de que había muerto. El gestor de mensajes de Aula Virtual tiene un extraño sentido del humor. David sigue entre mis contactos, pero entre mis contactos off-line...

Siguió el examen, siguió el hueco.. se fue y volví al despacho. Y entonces volvió el negro, hasta que un mensaje me devolvió al verde: "Estamos en la cantina de humanas. Ven". El verde de los amigos, el verde de las bromas, el verde de la compañía. Verde para comer y verde para la sobremesa. Verde que te quiero verde.

Cuando pensaba que la tarde iba a ser gris, una pregunta la hizo naranja. Por contestarla, hoy he aprendido algo que no sabía.

Acabé con gris acero. Sabía que la película iba a ser dura. Trata sobre la vida después de la guerra, de los espejismos de la vida después de que el horror haya roto a las personas, a sus vidas, a sus sentimientos, a sus sueños y a su dignidad. Pero no estaba preparada para el siguiente diálogo:

- "Te conozco de algo. ¿Por dónde salías para divertirte?"
- "Nunca salgo.."
- "Ibas a identificar cadáveres..."
- "Sí, ya no voy. Le encontré."

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Mis días comienzan negros y helados, pero sólo porque es de noche y hace frío -un frío terrible, sobre todo si sopla el viento del norte. Pero un frío amable, si acaso el frío puede serlo. Luego suelen ser azules porque lamentablemente hace mucho que no llueve. Azules con algo de amarillo solar, ocre de la pista o gris oscuro del asfalto por donde corro. El azul se va poniendo oscuro y, ya casi negro de nuevo, se tiñe del rojo y amarillo de la hoguera o del polícromo artifical de las luces urbanas. Y luego vuelta a empezar...

No hay demasiados colores más, estoy sereno y sobrio -tal vez estaba algo más vivo hace tres o cuatro meses y cambiaba más de colores durante el día.

Sólo por el placer verde pino de dejarte un comentario.

servidora dijo...

:-)

ZonaLunar dijo...

Yo tuve uno de esos anillos que cambian de color, es una de esas tonterías que siempre quise tener.

Luego descubrí que cambiaba de color por la temperatura. De normal era negro, y si lo metías en el congelador se volvía de un azul precioso.

Parece más coherente que fuera al contrario, que con las temperaturas cálidas tuviera buen color y que con el frío intenso no. Quizás es para que en esos momentos en los que te sientes más frío te acompañe el pequeño espíritu reluciente y cálido del anillo.

Anónimo dijo...

Oye, que bonita historia la del anillo.

Mis días varían realmente poco: de un verde judía plana a un verde alcachofa...alguien más está a régimen?

servidora dijo...

Hombre, javi, se puede ser vegetariano y disfrutar de muchos colores. Salvo que no hables de comida, claro :-)

Ali, ¿aún lo tienes? Va, enseñámelo... ¡qué creía que eran una leyenda urbana! La verdad era que los veía en un catálogo de venta por correo que recibían en casa de mi abuela. Que nunca compraba nada, pero ahí seguía recibiendo el catálogo... lo que permitía fantasear mucho sobre lo que allí se vendía :-)

José Luis dijo...

Curioso, mis días siempre empiezan con colores fuertes (el color exacto depende del día) y se van apagando a medida que transcurren las horas. Cuando, ya de noche, llega el momento de meterme en la cama y me doy cuenta que no tengo más compañía que la de mi gata, todo se vuelve de un color gris oscuro. Justo como si hubiera apagado la luz, aunque todavia no lo haya hecho.

Por suerte, al amanecer todo vuelve a estar pintado de colores fuertes.

servidora dijo...

Eso van a ser las baterías, meu. ¡Cuídate! :-)

José Luis dijo...

¡Pues me cago en el Ion-Litio y en el efecto memoria! xD

Sofia dijo...

Deberías hacer más fotografías :)